Lope de Vega

David perseguido y montes de Gelboe


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�ndice
David perseguido y montes de Gelboe
Jornada primera
Jornada segunda
Jornada tercera

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Personas que hablan en ella


DAVID.
JONAT�S.
ABNER.
SA�L, REY.
NAVAL CARMELO.
ABIGAIL.
MEROB.
ABISA�.
C�FORA.
ZAQUEO.
VEJETE.
M�SICOS.



Jornada primera


Salen ZAQUEO y el VEJETE, cada uno por su parte. Tocan dentro m�sica, y clarines a la otra parte.

VEJETE.   �Ah, gentil hombre!
ZAQUEO.                    Eso es,
llamarme gentil a m�,
y yo jud�o nac�
de la cabeza a los pies.
VEJETE.   �Y de qu� tribu es, amigo,
si admite conversaci�n?
ZAQUEO.Mi tribu es tribulaci�n
en ri�endo alguien conmigo.
VEJETE.   Pues d�ganos sin re�ir.
ZAQUEO.Cosa es que me est� muy bien.
VEJETE.�Qui�n causa en Jerusal�n
las fiestas que llego a o�r?
ZAQUEO.   Sin duda eres peregrino,
pues la causa me preguntas
de haber tantas fiestas juntas.
VEJETE.Vengo ahora de camino.
ZAQUEO.   Y vendr�s muy bien cansado.
VEJETE.Y vengo muy bien curioso.
ZAQUEO.El vejezuelo es gracioso:
d�jasme muy obligado
a darte una relaci�n,
pues mereces preguntar;
aunque esto del informar
nunca es bueno de rampl�n;
es David, por gran ventura,
quien causa estas alegr�as.
VEJETE.�No es el que mat� a Gol�as?
ZAQUEO.Oigan, que sabe escritura:
viene ahora vencedor
de id�latras filisteos,
y as� todos los hebreos,
y yo con ser el peor,
que le hemos hecho, ver�s,
mil honras por esta haza�a;
el rey Sa�l le acompa�a,
y el pr�ncipe Jonat�s
con su corte, y las m�s bellas
damas de Jerusal�n,
pues le acompa�an tambi�n
m�s de ochenta mil doncellas.
VEJETE.   �Muchas son!
ZAQUEO.            Pues no te asombres,
aunque admirarte pod�as,
porque como son jud�as,
ti�nenles miedo a los hombres.
Ya a Palacio hemos llegado,
y ver�s la fiesta bien.

M�sica.

VEJETE.   Pues vine a Jerusal�n
en d�a tan celebrado,
que no me vuelva es raz�n
a nuestro Monte Carmelo,
sin ver al que guarda el cielo
para gloria de Si�n.

Salen MEROB, hija del REY, JONAT�S, el rey SA�L de barba, DAVID y las mujeres echando flores y cantando la m�sica.
M�sica.

Si Sa�l triunf� de mil,
de diez mil triunf� David:
del tribu escogido
de Jud� sali�
David, que libr�
al pueblo afligido:
pues ha merecido
sagrado laurel,
c�ntele Israel
la gala a David:
si Sa�l triunf� de mil,
David mat� a diez mil.
SA�L.   La aclamaci�n popular,
en sus alabanzas ciega,
a tan grande extremo llega,
que aun yo la vengo a envidiar.
(�Victorias pudo alcanzar       Aparte.
de los que yo no venc�?
El pueblo lo canta as�;
y aunque en mi servicio ha sido,
la envidia de que ha vencido
es la que me vence a m�.)
DAVID.   No es esta victoria m�a,
se�or: el alma lo entiende,
no es la espada la que ofende;
sino el brazo que la gu�a:
el vuestro es el que venc�a;
de vos procedi� mi aliento;
porque el id�latra atento,
acabe de conocer,
que Dios le pudo vencer
con tan humilde instrumento.
JONAT�S.�David?
DAVID.Jonat�s, se�or,
Pr�ncipe a quien dan los cielos
las dichas que has merecido;
por hechura me confieso
del Rey mi se�or, que viva,
aunque eres t� su heredero,
tan larga edad, que Israel
te d� la corona y cetro
de m�s edad que tu padre:
porque �l gobierne su pueblo,
contando en los a�os siglos
coronado de trofeos.
JONAT�S.Alc�nceme a m� la muerte
primero que deje el reino
mi padre; y t�, m�s famoso
que cuantos caudillos dieron
triunfos al pueblo de Dios,
dilate a par de los tiempos
tu dichosa edad, y veas,
por bien de los siglos nuestros,
que tu nombre se eterniza,
no en bronces, que se mintieron
firmes en la �ltima l�nea
de los humanos sucesos;
no en m�rmoles, que caducan
con los resabios de t�rreos
en la rebelde tarea
de los d�as: en los cielos
mire el sol tu nombre escrito,
siendo caracteres bellos
esas im�genes puras
que diamantes compusieron;
porque lo eterno y luciente
sirva a su fama de espejo.
Ya sabes que soy tu amigo,
David, y siempre he de serlo
con fe inviolable, hasta que
se cubra en mortales velos
la vida.
SA�L.(Si no lo estorban       Aparte.
las venganzas que prevengo;
que si David no me ofende;
de sus victorias me ofendo,
que mezcladas con la envidia,
las juzga el alma venenos.)
DAVID.Si faltare a la lealtad,
que al Rey mi se�or le debo,
si al amor con que me estimas
negare humildes respetos,
permita el Dios de Abraham,
que de los b�rbaros hierros
de los mismos que he vencido
muera atravesado el pecho,
y el campo en mi sangre tinto
me d� infeliz monumento.
SA�L.Lo que mereces conozco,
y lo mucho que te debo.
JONAT�S.Pues, se�or, dale a Merob
mi hermana, pues la ofrecieron
tus promesas cuando estaba
tu corona en tanto riesgo,
y por David se confiesa
libre de opresi�n tu Imperio.
MEROB.(No ser� yo tan feliz,
que le merezca por due�o.)        Aparte.
SA�L.Yo la promet�, es verdad;
mas, Jonat�s, a�n no es tiempo.
JONAT�S.Si es que por ser la mayor
te excusas, humildes ruegos
puedan contigo: Micol,
mi segunda hermana, es premio
de los triunfos de David.
SA�L.Yo cumplir� sus deseos:
y ahora, Pr�ncipe, basta
ver las honras que le he hecho.
Ya es capit�n de mi guardia;
ya, como ves, le prefiero
a los Pr�ncipes mayores
de mi corte, pues yo mesmo,
para que el pueblo le aclame
con festivos instrumentos,
le he salido a recibir.
DAVID.Gran se�or, tus plantas beso
por las honras que recibo.
ZAQUEO.Si faltan las de Zaqueo,
las del pueblo importa un higo.
Ya sabes que me entretengo
sirviendo al Rey en Palacio,
siendo mis chistes honestos,
porque la descompostura,
ni es donaire, ni es ingenio.

Clar�n. Sale ABISA�.

ABISA�.Tu Capit�n general
Abner, Pr�ncipe supremo
de la Milicia, ha venido.
SA�L.Llegue; que verle deseo.
VEJETE.Pues hemos visto la fiesta,
no es bien que perdamos tiempo,
ya que mi ama Abigail
se ha detenido, creyendo
llegar temprano.

Vase, y sale ABNER.

ABNER.            Se�or,
pues las honras que le has hecho
a David, sus glorias cantan,
solo te dir�, que habiendo
marchado en socorro suyo
con los caballos ligeros,
llegu� a las frescas orillas
del Jord�n, cuyos revueltos
cristales hab�an trocado
en p�rpura sus espejos;
y entre la manchada hierba
de su margen, tantos cuerpos,
que a ser todo sangre el r�o,
aun fuera el n�mero menos.
Mas como en ellos se v�an
heridas de tantos hierros,
eran de su misma sangre
vivas esponjas los muertos.
El socorro que llevaba,
vino a ser socorro nuestro,
pues dej� a mi gente rica
con lo que olvidaban ellos.
Solo David, solo �l pudo
meter en batalla el riesgo,
y de ella sac� en despojos
la gloria del vencimiento;
que no ha habido capit�n
de cuanto caudillo hebreo
triunf� en el pueblo de Dios,
aunque es la envidia su opuesto,
que igualar pueda a David,
asombro del Filisteo,
rayo del Amalecita,
como id�latra soberbio;
firme blas�n de tus armas,
claro esplendor de tu Imperio,
fama inmortal de tu nombre,
pues deja tu nombre impreso
en l�minas de los siglos
hasta que se pare el tiempo.
SA�L.De todo es merecedor,
hasta Abner le aclama: �ah, cielos!
(Ya es m�s due�o de Israel           Aparte.
que yo, pues que yo le temo.
David, entra a descansar,
pues por honrarte, prevengo
aposento en mi Palacio.)
DAVID.Te ir� primero sirviendo
hasta dejarte en tu cuarto.
SA�L.Este es mi gusto.
DAVID.            M�s precio
la obediencia, que alcanzar
de un Rey los mayores premios.
JONAT�S.�Qu� valeroso!
ABNER.         �Qu� humilde!
En �l juntaron los cielos,
para ser amable al mundo,
lo bizarro y lo modesto.
DAVID.Entra, Abisa�.
ABISA�.        Se�or,
como mandas te obedezco.
MEROB.Guarden los cielos su vida
al paso de mis deseos.
ZAQUEO.Yo le quiero acompa�ar,
que me dar� por lo menos,
pues ya que no le aprovecha,
la honda del Filisteo.

Cantan.
Vanse MEROB y las mujeres por una parte, DAVID, ABISA� y ZAQUEO por otra, haciendo reverencia al REY, y quedan el REY, JONAT�S y ABNER.

SA�L.(�Qu� monstruo cr�a Israel      Aparte.
para infame vituperio
de la corona que ci�o!
Ya est� reventando el fuego,
pues desde el pecho a los labios
soy todo un mortal incendio.
�Jonat�s?)
JONAT�S.   Se�or, �qu� mandas?
ABNER.Si me das licencia, quiero...
SA�L.Espera, porque has de ser,
con valor y con secreto,
obediente ejecutor
de mi justo mandamiento.
Pr�ncipe, la obligaci�n
de ser tu padre, te quiero
presentar para testigo
de tu amor.
JONAT�S.      Y que te debo
lo que soy.
SA�L.      �Qu� har�s por m�?
JONAT�S.Perder la vida es lo menos.
SA�L.�Y desear�s que tu padre
se libre del grave peso
de un cuidado?
JONAT�S.           Todo es poco
cuanto descubren los cielos
para que vivas con gusto,
si est� en mi mano el tenerlo.
SA�L.Pues yo, Jonat�s, de todo
humano gusto carezco.
ABNER.�Hay suspensi�n semejante!
Alguna desdicha temo.
SA�L.Aquel profeta de Dios,
Samuel, me dijo severo:
�Si Dios te mand� por m�
que al rey de Amalec, soberbio,
con su reino destruyeras,
sin dejarle en todo el reino
piedra que cubrir pudiese
los m�s humildes cimientos,
�c�mo al Rey dejaste vivo?
�C�mo con tan vil provecho
reservaste sus ganados?
Pues porque fuiste a los cielos
inobediente, te digo
que Dios le dar� a su pueblo
un Rey, y var�n tan justo,
que venga a ser, en sus hechos,
muy conforme al coraz�n
de Dios.� Turbado y resuelto,
detener quise al profeta,
si bien con poco respeto,
pues al cogerle del manto
le romp� por detenerlo,
qued�ndoseme un pedazo
en las manos; aun hoy tiemblo
de lo que el profeta dijo,
dejando al aire suspenso:
�Como t� me has dividido
el manto, quiere el eterno
Dios de Abraham dividir,
ingrato Sa�l, tu reino.�
ABNER.(Y desde entonces el Rey
siente el esp�ritu fiero           Aparte.
que le atormenta, y David
le restituye el sosiego,
cuando en sus melancol�as
toca el m�sico instrumento.
Aqu� hay misterios profundos,
mas son altos los misterios,
que no puede penetrarlos
el querub�n m�s atento.)
SA�L.Pues t� no has de ser el Rey,
aunque eres t� mi heredero,
Jonat�s, que el var�n justo
que dice el profeta, temo
que es David; �pues t� tendr�s
tan cobarde sufrimiento,
siendo la corona tuya,
que un pastor (estoy ajeno
de todo discurso), un hombre
que si vive es por mi aliento,
si vive honrado es por m�,
y por m� le aclama el pueblo,
�permitir�s que sea Rey,
sin que te cueste primero
la vida, y tambi�n la m�a?
Porque en tus ojos me alegro,
en tu vista me regalo,
y en tu salud me deleito.

Abr�zanse.

JONAT�S.�Pues qu� puedo hacer, se�or?
Ya su voz estoy temiendo.
SA�L.Darle muerte a David.
ABNER.�Hubo m�s feroz intento!
JONAT�S.�Cielos, es esto posible!
�C�mo yo escucharle puedo
sin morir de pena?
SA�L.               Hijo,
�mi voz te deja suspenso?
�Obedecerme no es
en ti doblado el precepto
por tu padre y por tu Rey?
JONAT�S.Y si es cruel mandamiento,
�no ser� piedad tambi�n
templar su injusto deseo?
No ultrajes la Majestad
con tiran�as; si el Cielo
quiere que reine David,
el poder humano es sue�o,
es polvo, es ceniza fr�a
para estorbar sus decretos.
ABNER.   Si a un hombre que caminase
por un �spero desierto,
y en la juventud del sol
se le turbasen los cielos,
muertas sus cambiantes luces
entre pabellones negros,
tocando al arma el asombro,
siendo las cajas los truenos,
formando rasgadas nubes
campal batalla en el viento,
y viese entre ardientes globos
los abrasados efectos
de los coronados montes
caducamente soberbios,
en cada pe�asco un rayo,
en cada tronco un incendio,
y en el desierto que pisa
tan sin humano remedio
hallase un cedro oloroso,
que invencible a tanto fuego
supliese lo seguro
del laurel, en cuyo ameno
sitio a la sombra dichosa
se librase a tanto riesgo,
�fuera bien que el hospedaje,
d�ndole la vida el cedro,
que se lo pagara ingrato,
despu�s de sereno el cielo,
cort�ndole tronco y ramas
con tan lastimoso ejemplo?
SA�L.�Vive el cielo, que mereces
mortal castigo, por necio,
pues lo inobediente encubres
con m�scara de consejo!
ABNER.�Gran se�or!
JONAT�S.       Con su lealtad
disculpa su atrevimiento.
SA�L.Pues ya los dos os mostr�is
a mi gusto tan opuestos,
l�cito ser� que un Rey,
sin que padezca defecto
su autoridad, mate �l mismo
a un enemigo encubierto.
Quedaos; que mi justo enojo
llega ya hasta aborreceros.

Vase.

ABNER.Pr�ncipe.
JONAT�S.Acompa�a al Rey...
ABNER.Si mand�...
JONAT�S.    Pierde el recelo,
que la lealtad es m�s noble
para vencer el precepto
de su enojo en la obediencia.
ABNER.Guarden la vida los cielos
a David, y yo peligre
en lo terrible y lo fiero
de las iras de tu padre.
JONAT�S.Y yo, aunque aventure el reino,
le he de avisar que se guarde;
que pues los cielos le han hecho
tan dichoso, quiero ser
el generoso instrumento
de los decretos divinos,
si tan alto bien merezco.


Vase cada uno por su parte.
Salen ABIGAIL, C�FORA, de villanas, y ZAQUEO.

ABIGAIL.   Esta es Jerusal�n, este el dichoso
Alc�zar de Si�n, albergue hermoso
de tantos reyes; �oh ciudad bendita,
en los cielos escrita
con plumas de profetas!
El Cielo admire a tu poder sujetas
las provincias id�latras, que en tanto
que con respeto santo
en sagrados altares
al Dios de los Ej�rcitos llamares,
as� lo dicen tantas profec�as,
cantar�s alegr�as,
reinando vencedora.
C�FORA.Abigail, se�ora,
los triunfos de David, las glorias cantan
de Israel, que levantan
a los cielos su nombre soberano.
ZAQUEO.�Qui�n trajo a los palacios lo villano?
Pero bien puede ser tanta hermosura
due�o de otra mejor arquitectura;
el Palacio del Sol es un pobrete;
si no os da de aposento su retrete;
mas bien sabe su cuento,
que si os diera aposento,
la luz perdiera, que los cielos dora,
y la una fuera el Sol, la otra la Aurora.
Mas yo, por no abrasarme,
quisiera acomodarme
con los rayos menores,
porque son los templados los mejores;
y as�, por m�s humildes arcaduces,
me acomodo a la Aurora entre dos luces.
C�FORA.�Qu� mal humor que gasta!
ZAQUEO.�Es malo?
C�FORA.    Es fr�o.
ZAQUEO.Pues deme uno caliente, y tome el m�o.
�Qu� busc�is, serranitas?
ABIGAIL.Ver queremos
el Palacio R�al, ya que tenemos
franca licencia en tan alegre d�a.
ZAQUEO.Falta en esa licencia...
C�FORA.                    �Qu�?
ZAQUEO.                             La m�a;
si bien a luz tan pura
mal se resiste la mayor clausura.
Yo soy el Cancerbero de esas puertas,
y las tendr�is abiertas
a fe de buen jud�o;
y si quer�is que os abra el pecho m�o,
por dejaros a entrambas obligadas,
me dar� dos lanzadas.
C�FORA.�Qu� terrible fineza!
ZAQUEO.                  Todo es poco;
si me enamoro, pr�ciome de loco.
C�FORA.�Y cu�ntas se habr� dado en esta vida?
ZAQUEO.Una lanzada tengo prometida
a cierta judihuela,
que por verme difunto se desvela;
pero yo, por no errarme en el ensayo,
quiero informarme donde cae el soslayo.
C�FORA.�Qu� poco miedo tiene!
ZAQUEO.                       �Bueno fuera
que en los soldados como yo lo hubiera!
�No tienen ya noticia de Gol�as,
que nos libr� de tantas agon�as?
ABIGAIL.Y que fue una victoria celebrada.
ZAQUEO.�Supieron que muri� de una pedrada
en el feroz combate,
y luego le cortaron el gaznate?
ABIGAIL.Grande ignorancia el no saberlo fuera.
ZAQUEO.Pues yo no lo mat�, ni Dios lo quiera.
ABIGAIL.�C�mo, si fue David?
ZAQUEO.                    Por eso digo;
porque soy enemigo
de que me achaquen muertes que no he hecho;
pero el valor del pecho,
con una envidia honrosa
me sac� a la campa�a polvorosa;
llam� a batalla a un b�rbaro gigante;
y p�soseme delante
esgrimiendo un alfanje de cien varas.
ABIGAIL.Fuerza es que peligraras
aunque estuvieras lejos.
ZAQUEO.                      �Lindo cuento!
No le alcanzaba yo con otras ciento.
ABIGAIL.Alientos son bizarros.
ZAQUEO.Escog� de un arroyo cien guijarros,
que pesaba el menor arroba y media.
C�FORA.�Qu� pesada tragedia!
Muy grandes piedras son.
ZAQUEO.                  Bien lo imaginas,
�pues a un gigante han de tiralle chinas?
Esas son las victorias m�s honradas:
tir�le mil pedradas
con dichosa fortuna,
pero de todas no acert� ninguna;
y aquesto lo dir�n dos mil testigos.
C�FORA.�Y en qu� par�?
ZAQUEO.            Hici�ronnos amigos.
C�FORA.Igual fue la victoria.
ZAQUEO.                Ten memoria:
el escaparme yo, fue la victoria.
�Y de qu� tierra viene tanto cielo?
ABIGAIL.En el Monte Carmelo
es nuestra habitaci�n, en cuyas faldas,
en cada Abril vestidas de esmeraldas,
tiene Naval, mi esposo,
esquilmo tan copioso
de ganados y mieses,
que parecen los meses
negarle su estaci�n a otro horizonte,
viviendo todo el a�o en nuestro Monte.
C�FORA.Mas viene a ser tu esposo tan escaso,
que en viendo a la piedad la cierra el paso;
tan miserable al desfrutar la tierra,
que aun los rayos del sol tambi�n encierra.
ZAQUEO.�Naval se llama? Linda desposada;
�con batalla Naval est�is casada?
Y si sois liberal, y �l avariento,
todo el a�o andar� Naval sangriento:
retiraos, porque el Pr�ncipe ha salido.
ABIGAIL.Pues ya que hemos venido,
veremos a David, pues nuestra suerte
nos trajo tarde, cuando el mundo advierte
p�blicas alegr�as,
que en cuanto dure el sol, formando d�as,
vivir� su memoria
en los anales de la Sacra Historia.
ZAQUEO.No faltar� ocasi�n.
ABIGAIL.               Fuera esperamos.

Vase.

ZAQUEO.�Y en qu� altura quedamos,
Villanica del Monte?

Detiene a C�FORA.

C�FORA.                 Yo en mi altura.
ZAQUEO.Y si fuese tan gruesa mi ventura,
que llegase a tu Monte de esmeraldas,
�no te podr� yo hablar desde las faldas?
C�FORA.No escucho yo tan lejos.

Vase.

ZAQUEO.                     Sea por se�as,
besando troncos y adorando pe�as.
La morenilla es alma de un pimiento,
y puede revocar un testamento
aunque est� el otorgante en aquel punto
dando mil alegrones de difunto.

Sale JONAT�S.

JONAT�S.Llama a David, Zaqueo.
ZAQUEO.Mas presto le traer� que tu deseo.

Vase.

JONAT�S.�Suerte infeliz la m�a!
Eclips�se la luz, turb�se el d�a,
cuando la parda nube
sobre los hombros de los vientos sube,
y al sol empa�a crespa, y licenciosa,
los rayos puros de su frente hermosa:
no tiene culpa el sol, porque es ajena
la sombra oscura de amenazas llena;
pero que el mismo sol cause desmayos
a la hermosa pureza de sus rayos,
y las nubes engendre helado y fr�o,
para negarse al monte, al valle, al r�o:
obstinada invenci�n de otro Faetonte,
pues pierde el valle lo que llora el monte:
el Rey, el sol del mundo. �qui�n creyera
que la tirana envidia eclipse fuera
del luciente esplendor de su albedr�o,
dejando oscuro el monte y seco el r�o?
Salen DAVID y ZAQUEO.
DAVID.   �Qu� me mandas, se�or?
JONAT�S.                  Salte all� fuera.
ZAQUEO.Obedezco en la u�a.

Vase.

JONAT�S.         (�Oh, qui�n pudiera!          Aparte.
Con riesgos de su vida...)
DAVID.(Con la color perdida,
y turbada la voz, hablarme intenta.)
Aparte.
Si merezco, se�or, que me des cuenta
de la pasi�n que turba tus sentidos...
JONAT�S.Tienen, David, o�dos
el viento y las paredes, y mi aliento
tiembla de las paredes y del viento.
DAVID.Muy bien puedes hablar; que ellas son mudas
y escuchar�n leales.
JONAT�S.                 Con m�s dudas
estoy para temellas,
porque habla el viento lo que escuchan ellas.
DAVID.Pues el Palacio deja.
JONAT�S.�No adviertes que conmigo ha de ir la queja
para mover los cielos,
y en tan duros desvelos
estar�, aunque sin voces la despida,
el eco en asechanzas de homicida?
DAVID.�De qui�n sabr� tu pena?
JONAT�S.                     De mi pecho,
con un abrazo estrecho;
ll�gate a m�, David, porque quisiera,
que el alma de mi pecho se infundiera
en el tuyo, de modo,
que lo que temo lo supieras todo;
y al volverse despu�s que te informara,
de cuanto te dijera se olvidara.
Matarte quiere el Rey.

Abr�zanse.

DAVID.           �Qu� escucho, cielos!
JONAT�S.Llegar�n a desdichas tus recelos
si en consultas los pones, porque llega
a ver la envidia m�s, cuanto m�s ciega.
DAVID.�Pues yo qu� puedo hacer?
JONAT�S.                             Librarte.
DAVID.                          �A d�nde?
JONAT�S.Donde el cielo te gu�e.
DAVID.                    No se esconde
de las iras del Rey �tomo breve
del mismo sol, porque en el sol se embebe
huyendo de su furia.
JONAT�S.Al cielo haces injuria
si no guardas la vida.
DAVID.Porque es de tus alientos defendida
la procuro guardar.
JONAT�S.                L�brete el Cielo.
DAVID.�En qu� he ofendido al Rey?
JONAT�S.                       Ese desvelo
no suspenda tu prisa.
DAVID.En tus voces me avisa
nuestro Dios de Abraham.
JONAT�S.                     �l te defienda.
DAVID.Y muera yo cuando a mi Rey ofenda.

Sale ABNER por la parte que se quiere ir DAVID.

ABNER.   David, en tu busca vengo.
DAVID.Abner, �vienes a matarme
por orden del Rey?
JONATAS.                 No fueras
de la ilustre y noble sangre
del tribu de Benjam�n,
si turbaras las piedades
que en defensa de David
conmigo comunicaste.
ABNER.Antes, se�or, he venido
a que la piedad, si cabe
en el pecho de David,
quiera mostrarla: tu padre
ha vuelto a sentir ahora
aquella furia indomable
de aquel esp�ritu fiero
que le atormenta; pues sabes,
gran capit�n de Israel,
el remedio saludable
que Dios puso en tu instrumento,
ven ante el Rey a tocarle,
porque sus penas se templen,
porque su dolor se aplaque.
JONAT�S.David, mi padre es el Rey;
ven, por Dios, a remediarle.
DAVID.Si t� me has dicho �oh se�or!
que determin�is guardarme,
�c�mo, cuando os obedezco,
me fatig�is con el lance
m�s apretado y terrible
que ha visto en nuestras edades
el sol? Si excuso el remedio,
dejo en sus ansias mortales
al Rey mi se�or que viva,
al paso que le acompa�e
mi lealtad, que ser� eterna.
Pues si me pongo delante,
corre mi vida los riesgos
que sab�is, y soy culpable
si aguardo: se�or, �qu� har�?
Porque no s� aconsejarme
en dos extremos opuestos
de peligros y piedades.
ABNER.�Qu� te aconsejas, David?
La vida del Rey no aguarde
tan mortales dilaciones;
que si el peligro llegare
de tu ofensa, por los cielos
te juro que no se escape
la vida que me sustenta,
y muera a manos infames
de un cobarde filisteo,
David, si no te guardare.
JONAT�S.Promesas son bien seguras,
y est� en ellas de mi parte
mi palabra y mi amistad.
DAVID.Baste ya, Pr�ncipe, baste;
basta ya, Abner, dos empe�os
para mi abono tan grandes.
Viva mi Rey en mi riesgo;
en m� su dolor descanse;
porque es de vasallo infiel,
cuando tiene de su parte
remedios que el Rey le pide,
con temores excusarse,
aunque la muerte que teme
en su vista le amenace.

Vanse.
Sale SA�L.

SA�L.   Dejadme todos, que el fiero
dolor que en mi pecho vive,
ning�n consuelo recibe;
que solo la muerte espero.

Si�ntase sin reposar, y sale MEROB.

MEROB.   Se�or, si pena tan grave
es de tu sentido ajena,
parte conmigo tu pena,
si es que en tu pecho no cabe;
ser� la muerte suave,
aunque yo llegue a morir;
mi alma viene a pedir,
que si la tienes amor,
la pongas junto al dolor,
te lo ayudar� a sentir.
Dos almas en compa��a
el dolor vendr� a temellas,
y pues no ha de conocellas,
podr� pasarse a la m�a;
y si en la mortal porf�a
de afligir y de matar,
el dolor llega a dudar
cu�l alma le est� mejor,
entre tanto tu dolor
te dejar� descansar.
SA�L.   �No has visto soberbio un r�o,
que el vecino campo anega,

Lev�ntanse.

y a quien el paso le niega
muestra m�s furioso el br�o?
La presa es un desvar�o,
aunque su corriente ignore;
antes, porque sienta y llore
el due�o tan loca empresa,
viene a pagarlo la presa,
sin que el campo se mejore.
No hay alma que no destruya
mi dolor con tal porf�a;
que el que revienta en la m�a,
pasar� a anegar la tuya.
Mejor es que en m� se incluya
dolor que en m� se engendr�:
tu amor el discurso err�
en quererle detener,
si la presa ha de romper
quedando anegado yo.
Ya siento otra vez �oh cielos!
repetida la inclemencia
del dolor: ya no es capaz
a tan poderosa fuerza
toda un alma, que parece
su hermosura descompuesta,
que lo mortal la apadrina
en caduco polvo envuelta.
MEROB.Se�or, advierte...
SA�L.             Si quieres
que yo tambi�n te aborrezca,
asiste a las furias m�as,
pues yo me aborrezco en ellas.
D�jame, que el ver que todos
sin padecer me consuelan,
dilata m�s mi dolor,
por ver que no hay quien lo sienta.
MEROB.�Oh, cu�nto tarda David,
pues minutos de su ausencia
en lo sensible se�alan
horas al dolor eternas!

Vase.

SA�L.Si el cuerpo ayuda a sentir
tan inmortales violencias,
ni�guese, pues es caduco
a jurisdicci�n ajena;
ocupe en sensible polvo,
pues se compone de tierra,
y no por pintarse eterno
entre a la parte en las penas;
sino es que piadoso quiere,
como tanto me atormentan,
que las penas se repartan,
aunque �l participe de ellas.

Salen JONAT�S, ABNER y DAVID.

ABNER.Se�or, aqu� est� David.
SA�L.�Cuanto el nombre me consuela!
Es basilisco su vista,
que sin matar me atormenta.
ABNER.Pues sin verle te dar�
el remedio que te niegas.
Ya ves lo que dice el Rey:
esos canceles le prestan
tregua a su enojo: no dudes,
que cuando libre le veas
has de volver a su gracia.
DAVID.Vuelva a su quietud primera,
aunque en su desgracia viva.

Vase.

SA�L.Tu b�rbara inobediencia
ha encendido m�s mi furia.
JONAT�S.Justo es que yo te obedezca;
pero en matar a David...

Tocan arpa.

SA�L.D�jame, si no es que intentas
con tu muerte...
JONAT�S.           Vive t�,
aunque yo tu reino pierda.

Vase.
Vuelve el REY a alentarse, y tocan dentro el arpa.

SA�L.�Que a penas tan inmortales
conceda lo humano treguas
con tan descansado alivio!
�Que las alternadas cuerdas
de este instrumento suave
arrebaten la violencia
del dolor, y que lo arrojen
donde su memoria pierda!
�Qu� misterio es este, cielos,
si el instrumento que suena
trae la quietud que gozo?
�Por qu� mis rebeldes penas
no se han rendido jam�s
a otras voces ni otras cuerdas?
�Si est� el misterio en David,
pues le se�ala el Profeta
por var�n justo? En mis dudas
tan libre el alma sosiega,
que aun para pensar cu�l es
de entrambos el que me templa,
le falta discurso al alma,
tan sosegada, suspensa,
que por trabajo despide
el uso de las potencias.

Vuelven a tocar, y sale ZAQUEO.

ZAQUEO.�Hay sosiego semejante!
�Si duerme? Mas que se duerma
en las pajas de la arpa,
si son las pajas las cuerdas.
Demonio regocijado
tiene el Rey, no lo creyera
aunque me lo asegurasen
cuantos cursan las tinieblas.
Si ya no es que este demonio,
cuando se perdi� en la guerra
que con los �ngeles tuvo
(�qu� mal que le fue en la feria!),
era m�sica de arpa,
y como cay� de priesa,
a�n le dieron lugar
para tra�rsela a cuestas.
Dej�se la arpa arriba,
y quiere que le entretenga
David a costa del Rey;
mas por si acaso le deja,
y le ha parecido bien,
�qu� m�sica ser� buena
que la toquen a un demonio
balad�, que se contenta
con el alma de un buf�n,
que entristece cuanto alegra?
Por Dios que es muy buena gaita,
que es m�sica de taberna,
y nos holgaremos ambos
cuando toque y cuando beba.
SA�L.�Qu� ilusi�n es esta, cielos,
que estoy viendo?
�El Rey despierta?
ZAQUEO.Pues a mi gaita me acojo,
que los demonios la templan.

Vase.
Lev�ntase el REY.

SA�L.�David es Rey de Israel?
Primero a mis manos muera.

Aparece arriba DAVID con manto y corona, y el arpa a los pies, como le pintan.

SA�L.�Si sue�a la fantas�a?
Su imagen me representan
los ya turbados sentidos:
p�rpura y corona muestran
su ambici�n en mis agravios,
sea so�ada quimera
que fabrican mis temores,
o el alma juzgue evidencias:
morir� ahora a mis manos,
pues la obediencia me niegan
Jonat�s y Abner: �Ah cuantas
veces blandiendo la diestra

Llega al vestuario, y toma una lanza.

esta lanza, me temblaron
las escuadras filisteas!
No es mucho que a mi enemigo
le pase el pecho con ella.

Al levantar la lanza se cubre la apariencia.

Desvaneci�se la sombra
que me turba, y que me ciega
�David? �D�nde est� David?
Si es que coronarte piensas
con mi muerte, �c�mo huyes,
y tan cobarde me tiemblas?
El dolor vuelve a afligirme,
si no es que la envidia fiera
que la atizan beneficios,
y lealtades la despiertan.
David, �d�nde est�s?

Sale DAVID.

DAVID.                   Se�or:
�V�lgame el Cielo! �Qu� intentas,
Rey de Israel? Se�or m�o.
SA�L.Estorbar que no lo seas,
pues hoy muriendo a mis manos,
dar� templanza a mis penas.
DAVID.El brazo de Dios me ampare.

Vase.
Tira SA�L la lanza al vestuario.

SA�L.Desminti� el golpe la diestra,
err� el tiro; pero en vano
a la ejecuci�n te niegas
de mi furia. �Ah de mi guarda!
Quien mi descanso desea
mate a David no se escape
aunque el Cielo le defienda.

Vase.
Salen DAVID por una parte, y ABNER por otra.

DAVID.�D�nde podr� estar seguro,
cielos?
ABNER.         David, esta puerta
sale al campo; el Cielo gu�e
tus pasos; que la obediencia
del Rey no es bien que me obligue
cuando sus furias le ciegan
en lo mismo que �l conoce
que es injusticia.
DAVID.            Tan cerca
siento, Abner, voces y pasos
de los que matarme intentan,
que es ya librarme imposible.
ABNER.Gana esa puerta, y no temas
pues dices f�as en Dios.
DAVID.Dios me ayuda, y t� me alientas.
ABNER.Guarden los Cielos tu vida.
DAVID.Para defender con ella
al Rey de sus enemigos.
ABNER.Esa virtud es la prueba
de var�n tan justo.
DAVID.               �Oh, Sa�l!
De ti mismo te defienda
el brazo de Dios.
ABNER.             �Qu� aguardas
donde riesgos se atropellan?
DAVID.Queda en paz, Abner.
ABNER.                    El Cielo
te gu�e.
DAVID.Porque esta deuda
reconozca mientras viva.
ABNER.Con que te libres me premias.

Vanse cada uno por su parte.








Jornada segunda


Salen NAVAL CARMELO y ZAFAIN, vejete r�stico, y otro zagal, ABIGAIL y C�FORA.

ABIGAIL.   Tan blanco ha dejado el suelo
el esquilmo del ganado,
que estando sereno el cielo,
parece que ha granizado
en las faldas del Carmelo.
La desperdiciada lana
que suelta, se desencoge,
vuela por el prado ufana,
y el clavel que la recoge
en su regazo de grana,
presume que le castiga;
pues como su roja espiga
la ve argentada, le cela,
que es escarcha que le hiela,
siendo armi�o que le abriga.
El vell�n que se desata
derramado en los caminos,
cuando el viento le arrebata
con c�ndidos remolinos,
es polvareda de plata.
Y la tierra, al verdor hecha,
vi�ndose blanquear, sospecha
que con ser, Naval amigo,
su sementera de trigo,
es de alj�far su cosecha.
NAVAL.   �Ves lo que al clavel le nieva
y lo que es granizo helado,
porque el monte se lo beba,
lo que argenta el verde prado,
y lo que el viento se lleva?
Pues que me lo usurpen siento,
que aunque no aprovecha, atento
juzgo que es caso cruel
dar yo mi hacienda al clavel,
al monte, al prado y al viento.
ABIGAIL.   Hoy un convite has de hacer,
de esquilas tres mil cabezas,
y as� es d�a de placer.
NAVAL.Abigail, tus franquezas
han de hacerme empobrecer;
y �a qui�n ha de ser?
ABIGAIL.                       Naval,
a todos nuestros zagales.
NAVAL.�No han ganado su jornal?
ABIGAIL.Esposo, agasajos tales,
son deudas del mayoral.
NAVAL.   �A cu�l de los tres m�s bien
podr� esta llave fiar?

S�cala.

Y con menos desm�n, �qui�n
traer� con que os regalar
de mi abundante almac�n,
que todo el a�o tributa
el grano en hilos maduro,
la ceniza al viento enjuta,
miel en barro, en sal buturo,
queso en ollo, en paja fruta?
ZAFAIN.   Ver�s como yo lo taso.
C�FORA.No dar� sin tu consejo
una pasa.
ZAFAIN.  Ni yo un paso.
NAVAL.Yo se la entrego al m�s viejo,
que sabr� ser m�s escaso,
y a su elecci�n se le f�a
que escoja.
C�FORA.     Voy por tu esp�a.

Vanse los tres.

NAVAL.   Abigail, no es exceso
ese para cada d�a.
ABIGAIL.   Por fama, desde Far�n,
tu riqueza es conocida,
adonde infante le est�n
meciendo en plata mullida
sus dos cunas al Jord�n.
Y t�, avaro, all� en la cumbre
de tu adorado tesoro,
sin que el dictamen te alumbre,
vas envejeciendo el oro
al paso de la costumbre.

Vuelven a salir con algunas frutas en platos y pan, o lo que pareciere, y, extendiendo los manteles, se sientan.

NAVAL.Las riquezas se conservan
guardando, que es largo el tiempo:
ea, extended los manteles
en este florido suelo.
ABIGAIL.Sentaos, pues, que mi esposo
os convida.
ZAFAIN.   Ya lo hacemos.

Salen ABISA� y ZAQUEO.

ABISA�.El Dios de Jacob os guarde.
ZAQUEO.S� guardar�, pues discretos
nos tienen puesta la mesa
aguardando a que lleguemos.
NAVAL.En mal hora hay�is venido,
pues turb�is nuestro sosiego.
ABISA�.Con un ruego a ti, �oh Naval!
de parte de David vengo.
ABIGAIL.A escucharle te levanta.
NAVAL.Antes no hacer caso de ellos
es mejor, por no obligarlos
a que mendigos y hambrientos
se nos conviden: comamos,
pues se volver�n en viendo
que no los oigo.
ABISA�.            �Que el nombre
de David est�s oyendo,
y no hagas caso!
ABIGAIL.             Naval,
que est�s descort�s confieso;
pero yo en esta ocasi�n
ser m�s divertida quiero;
que en el que me env�a David,
al mismo David contemplo.
NAVAL.Como te llaman prudente,
siempre est�s dando consejos:
vos, a lo que hab�is venido
referid, y sea presto.
ABISA�.Si por su mujer no fuera,
cuya fama reverencio,
yo vengara el desacato.
El que venci� al Filisteo
me ha mandado que en su nombre...
te diga.
ZAQUEO.Aguarda; que quiero,
antes que quebrar el hilo,
sentarme a comer, que vengo
por entretenido acerca

Si�ntase.

de esta embajada, y son estos
los provechos de mi oficio,
que han de entrarme en mal provecho.
Hablar puedes ya, y vosotros
podr�is escucharle atentos;

Come.

que yo comer� por todos.
Naval, no com�is m�s queso,
que os har�is rudo en dos d�as,
ni t�, mayoral, de viejo,
cuya barba es m�s cerrada
que la bolsa de tu due�o.

Lev�ntase NAVAL.

NAVAL.�Oh! �Hab�is venido a enojarme,
o a referirme el intento
de David?
ABISA�.    Ese es el m�o.
NAVAL.Pues que le expliqu�is espero.
ABISA�.Fugitivo de Sa�l,
en ese est�ril desierto
de Far�n, David habita,
sigui�ndole cuatrocientos
de la tribu de Jud�,
entre aliados y deudos.
Y como no les dispensa
la sequedad del terreno,
fruto que parezca alivio,
ya que no sea alimento;
y en hondas cuevas se esconden,
que son calabozos ciegos
donde est�n, si no alojados,
de su mismo temor presos,
a ti, �oh Naval!, porque sabe
que eres rico y opulento
due�o de cuanto se juzga
verde atalaya el Carmelo,
que le socorras te ruega
con algunos bastimentos:
esto te suplica el hijo
de Isa�.
NAVAL.           �Encarecimiento
notable! �Qui�n es el hijo
de Isa�? �No es un soberbio
capit�n de foragidos?
Respondedle que no puedo
socorrer la sed ni el hambre
que padece; pues si tengo
frutos que me da mi hacienda,
para el preciso alimento
de mi mesa y mi familia,
los he menester.
ABISA�.            �Resuelto
a no hacerle el beneficio
est�s?
NAVAL.        Bien pod�is volveros;
que nada he de enviarle.
ZAQUEO.                        �Nada?
Que le env�as mucho entiendo,
pues all� ir� lo que yo
en el est�mago llevo,
si no es que lo deje antes
en el camino.
ABISA�.        Zaqueo,
volv�monos a Far�n.
ZAQUEO.Volv�monos; que aunque tengo
satisfechas ya las ganas,
como a Naval estoy viendo
delante de m�, imitadas
en su miseria contemplo
la mendiguez, la abstinencia,
el ayuno, el cautiverio
de Egipto, el comer por onzas,
la dieta, el mucho concierto,
el mediod�a, el pan caro,
y otra vez de hambre muero.
ABISA�.Temo que David se irrite
contra ti.
NAVAL.  Yo no lo temo:
decid, �por qu� ha de irritarse,
y m�s viendo que le niego
lo que es m�o?
ABISA�.         �l no lo pide
con rigor, sino con ruego
y humildad.
NAVAL.      Yo no lo doy,
porque me lo ha dado el Cielo
para m�; mas de este modo
acabo de responderos.

Vase.

ABISA�.�Qu� necio ha estado Naval!
Yo he de buscar alg�n medio
para aplacar la venganza
de David, pues ya la temo.
�Ay de ti, m�sero avaro,
si David llega al Carmelo!

Vase.

ZAQUEO.�Ay de ti, vejete rancio,
si a su lado entonces vengo!

Vanse cada uno por su parte, y sale JONAT�S.

JONAT�S.   Ya por cumplir de mi amistad el voto,
piso el desierto de Far�n remoto;
sin fuente en que, por m�s que se congoje,
los alacranes el caballo moje;
sin ramo, donde en m�trica armon�a
se ponga el ave a requebrar al d�a;
sin hierba, de la tierra honor primero,
cuyo inculto verdor rumia el cordero;
y por eso jam�s aqu� es o�do,
ni relincho, ni canto, ni balido.
David, que la violencia huir procura
de mi indignado padre, se asegura
en estas cuevas; pero yo, que tengo
su riesgo a cargo, a prevenirle vengo.
�Si estar� en esta, que a la luz se niega?
Para llamarle, a la espelunca ciega
quiero acercarme; con furor me asombra:
encontr� con la patria de la sombra.
�Ah del abismo, donde el sol expira!
Centro es oscuro cuanto all� se mira.
�Ah. de la c�rcel, de pe�ascos huecos!
Que como es c�rcel, prende hasta los ecos.
�Ah del centro, con quien el d�a lucha!
Solo el silencio es el que se escucha.
O no me oye, o se enga�a mi deseo:
valiente vencedor del Filisteo,
qu�, �a la voz no respondes de tu fama?
David, se�or, amigo.

Sale DAVID.

DAVID.                  �Qui�n me llama?
JONAT�S.Quien se aventura por venir a verte.
DAVID.�Ejemplo de amistad, Jonat�s fuerte!
Aunque rota de tanta pena dura,
al hondo centro de esta cueva oscura
lleg� tu voz; y aunque es su abierta boca
ancha portada que rasg� la roca,
tiene otra quiebra en el pe�asco mismo,
que es postigo secreto de este abismo,
por donde sal� a ver (qu�solo el Cielo)
qui�n me llamaba; que el mortal recelo
que de tu padre tengo, le ha ense�ado
todos estos rodeos al cuidado.
JONAT�S.En mayor da�o el tuyo se conmuta.
DAVID.Mayor que el habitar aquesta gruta
adonde por sacar luz que me anime,
el eslab�n al pedernal oprime,
que aunque duro, llorando de congoja,
son sus centellas l�grimas que arroja;
y porque salen en ardiente fuga,
lienzo la yesca es, que las enjuga;
que en esa ciega patria del espanto,
da en claridad lo que recoge en llanto,
pues como en ella nunca asoma el d�a,
solo es luz material la que me gu�a.
JONAT�S.M�s crecido es tu mal (�suerte penosa!)
DAVID.M�s crecido que el hambre que me acosa,
v�bora lenta, que aunque es corto el trecho
hasta que llegue a la regi�n del pecho,
voraz por sendas de tristeza llenas,
va apurando la sangre de mis venas.
JONAT�S.M�s fuerte el riesgo es, m�s se acrecienta.
DAVID.�M�s fuerte que la sed que me atormenta?
Pues envidio en tan b�rbara inclemencia
del bruto luchador la providencia,
que este alivio a s� mismo se le debe,
pues de sus manos el humor se bebe:
sediento imito en ese centro angosto,
latiendo al can en la estaci�n de Agosto.
JONAT�S.Es m�s grande.
DAVID.         �Excederle no procura
la sed, el hambre y la caverna obscura?
JONAT�S.No.
DAVID.     Dilo, pues,
que decirlo el labio ordena.
JONAT�S.�Decirlo el labio ordena?
�Sabe el Dios de Abraham y con qu� pena!
Mas callarte el peligro es agraviarte,
puesto que es m�s terrible que el faltarte
en cueva, en sed, en infortunio hambriento,
la luz del sol, el agua y el sustento.
Tres mil de los escogidos
de Israel, para prenderte
ha conducido mi padre,
y desde Ramata viene,
adonde es su plaza de armas,
con esta tropa de gente,
para atajarte los pasos:
t�, que en lo incauto pareces
al irracional que habita
bruto montaraz albergue,
que acosado del estruendo
de bocinas y lebreles,
busca donde se asegure;
aseg�rate, pues sientes
los pasos del cazador,
antes que en la red tropieces;
no le hagas rostro al peligro.
DAVID.Si es que matarme pretende
Sa�l, como a mi noticia
ha llegado, que me ofrece
seguro para que vaya
a repetir, como siempre
se ha hecho, la preeminencia
de que a su mesa me siente,
de las Calendas del d�a
que en nuestro idioma se entiende
el primero del mes, y hoy,
que ha llegado este solemne
d�a en el hebreo rito,
me llama, �qu� enigma es este,
que lisonjea y castiga?
�O c�mo se compadece
prevenirme el agasajo
con desearme la muerte?
JONAT�S.Para interpretar mejor
su intento, �qu� te parece
que podr� hacer yo? Que en todo
que a tu elecci�n me sujete
es justo, como al cincel
el d�cil tronco obedece.
DAVID.Pues, Jonat�s, quien sospecha
un peligro y no le teme,
desesperado se mata
a s� mismo; y pues comete
en su vida el homicidio
que proh�be Dios, ya ofende
el Dec�logo sagrado,
que con su dedo presente
nuestro gran legislador
grab� en m�rmoles rebeldes;
y as�, el asistir reh�so
en el festivo banquete.
Y si acaso preguntare
por m�, podr�s responderle
que me envi� a pedir la ilustre
tribu de Jud�, que fuese
a hallarme en los sacrificios
que hace Bel�n al Dios fuerte
de los ej�rcitos, donde
en la sangre de inocentes
v�ctimas se explica el celo,
la fe en aromas trasciende.
Y por eso te rogu�
que esta disculpa le dieses
de mi parte; y si la admite
afable, es se�al que miente
la negra nube, que densa
rayos contra m� promete.
Mas si de o�rla se enoja,
es darme a entender que el vientre
del condensado vapor,
para fulminarme, ardientes
abortos encierra, hijos
de congeladas pre�eces.
JONAT�S.Pues yo me prefiero a darte
el aviso.
DAVID.�Y de qu� suerte,
si para vernos los dos
hay tantos inconvenientes?
JONAT�S.Pues nos hemos acercado
a aqueste sitio eminente,
donde el pabell�n del Rey
se ha de plantar, esconderte
podr�s entre aquellas rocas.
Y si desde all� advirtieres,
que yo, como que en el blanco
me ejercito, un arp�n leve
pongo en el arco, y le tiro,
volverte a la cueva puedes,
pues te servir� de aviso,
de que hall� indicios crueles
en mi padre; mas si el brazo
sobre la cuerda pusiere
la flecha, y al dispararla
la ejecuci�n se suspende,
asegurado del riesgo,
te podr�s llegar alegre
donde yo est�, pues con esto
te dar� a entender que quiere
la suerte que tus trabajos
tengan fin.
DAVID.    �Que resolverte
podr�s a tan grande empe�o!
Mira bien lo que prometes,
Jonat�s.
JONAT�S.En este pacto
que hago con David, ponerte
quiero por testigo a ti,
gran Dios, que contra la plebe
incr�dula un tronco basto
hiciste escamada sierpe;
porque permitas si yo,
enga�oso no cumpliere
lo que ofrezco, que los mismos
peligros que David teme,
vengan sobre m�; y si acaso
es tu voluntad hacerle
Rey de Jud�, en tu sagrada
presencia �l tambi�n me ofrece
que usar�n de piedad todos
sus heroicos descendientes
con los m�os, as� a ellos,
de tu mano ungido Rey,
para que aquesta amistad
hasta los hijos la hereden.
DAVID.As� lo ofrece David.
JONAT�S.As� Jonat�s lo ofrece.
DAVID.Pues ya que el contrato hacemos,
firmarle los brazos pueden,
porque el tiempo no le anule,
ni el olvido le cancele.

Tocan cajas y trompetas.

JONAT�S.Este estruendo nos avisa
que el Rey llega.
DAVID.             De su gente
veo ya el tropel, �qu� haremos?
Pues mientras de afecto ardiente
llevados, nos divertimos,
se han acercado de suerte,
que parece que hacen alto
las escuadras.
JONAT�S.         A ponerme
voy entre la armada tropa,
para que mi padre piense
que vine en la retaguardia:
t�, con paso diligente,
al puesto que he se�alado
te retira.
DAVID.A lo que hicieres,
desde all� he de estar atento.
JONAT�S.Yo har� que presto interpretes
el aviso de la flecha.

Vase.

DAVID.Tu lealtad el cielo premie:
ya han armado el pabell�n
del Rey sobre el campo est�ril,
y para la ceremonia
del convite, puesta tienen
la mesa al Rey de Israel,
para que a comer se siente:
los Pr�ncipes de las tribus
acompa��ndole vienen.
El pr�ncipe Abner tambi�n,
que lugar, como yo, tiene
en este p�blico acto,
ya se sienta, a quien sucede
Jonat�s, mi firme amigo;
mas junto al Rey, me parece
que un lugar est� vac�o;
sin duda es el que previenen
para m�; con Jonat�s
col�rico se enfurece
Sa�l, �qu� ser� la causa?
Pues a levantarse vuelve
de la silla; todos hacen
lo mismo, el enojo crece,
y derribando la mesa,
fuego por los ojos vierte.

Ruedan desde el vestuario al tablado algunos platos con servilletas.

A esta parte se encamina:
�speras rocas, valedme.

�ntrase a esconder entre unas pe�as que hay en un monte, no parece hasta su tiempo, y sale deteniendo ABNER a SA�L, y delante, como que huye, JONAT�S.

ABNER.   Aplaca el feroz semblante.
JONAT�S.Templa el airado poder.
SA�L.Castigarle quiero, Abner;
no te me pongas delante.
ABNER.   Se�or, oye.
MEROB.     Padre, espera.
JONAT�S.Porque su error reprend�
se indigna, y porque le di
la excusa de David.
SA�L.                 �Muera
David! Pero satisfecho
de no encontrarle jam�s
estoy, porque Jonat�s
le esconde dentro del pecho.
Mas pues castiga igualmente
de nuestra justicia el rito
al que comete el delito
y al que encubre al delincuente,
apartaos, que aunque me arrojo
contra lo que amor discurre,
tambi�n Jonat�s incurre
en la pena de mi enojo.
MEROB.   Guardar a David, entiendo
que ha sido acierto, y no error.
ABNER.En dar a David favor,
m�s te obligo que te ofendo.
SA�L.   �Que a los dos a un tiempo os mueva
tan mal fundada opini�n!
MEROB.Esto apoya mi atenci�n.
ABNER.Esto mi discurso aprueba.
MEROB.   Af�rmelo un argumento.
ABNER.Otro argumento lo diga.
SA�L.Pues decid, �en qu� me obliga?
MEROB.Atento escucha.
ABNER.            Oye atento.
MEROB.   Un despe�ado arroyo, que campea
desde el Tabor, en cuya cumbre mana,
lanza de plata es, que corre ufana
a quebrarse en el mar de Galilea.
Mas tuerce el curso en que morir desea,
topando acaso en una roca anciana,
y en vez de hundirse entre la espuma cana,
sierpe argentada por la playa ondea.
Si al risco, que le estorba el parasismo,
grato se muestra hasta un raudal escaso,
t� que te precipitas de ti mismo,
no culpes, cuando corres al fracaso,
que te amenaza el mar de un ciego abismo,
que se te ponga Jonat�s al paso.
ABNER.   Tiene el L�bano un �rbol, planta rica
del saludable fruto trascendiente,
cuya ra�z, que en el sitio est� pendiente,
echa fuera los lazos que rubrica.
Y una palma, que al f�rtil hombro aplica,
por no hacer su ca�da contingente,
le est� besando el pie, que amargamente
de arom�ticas l�grimas salpica.
Es el resabio en ti de un odio injusto,
la ra�z que revienta mal sufrida;
Jonat�s palma, si �rbol t�, robusto;
pues a un tiempo aplic� con fe advertida
la boca del respeto a tu pie augusto,
pero el hombro del celo a tu ca�da.
SA�L.   Convencerme es vana empresa
cuando vengarme procuro,
pues teniendo mi seguro,
faltar David de mi mesa
en tal d�a, que es, confieso,
menosprecio declarado,
y el haberle disculpado
Jonat�s, fue loco exceso;
y as�, aunque raudal he sido,
que libre empieza a correr,
y �rbol que se va a caer,
del terreno desasido;
no he de parar, si el tes�n
de mis ondas no desmaya,
hasta entrarme por la playa
del mar de mi indignaci�n.
Arrancar� mis ra�ces
rodando hasta el verde centro
del valle, que al duro encuentro
ver� ajado sus matices.
Podr� ser, si el risco bronco,
o si la palma eminente
hace estorbo a mi corriente,
sirva de arrimo a mi tronco,
cuando despe�ado baje,
o cuando arrancado llegue,
que uno su cerviz anegue,
y otro sus ramas desgaje.

Vase.

MEROB.   Sig�mosle.
ABNER.       Gran desvelo.
Me da el ver su rostro airado.
MEROB.�A mi padre has enojado?

Vanse los dos.

JONAT�S.Hermana, qui�relo el cielo.
Pues para guardar la vida
de David, me hace instrumento;
pero ya avisarle intento,
pues la flecha prevenida
tengo, y el arco, y culpaba
la tardanza a mi cuidado.

Hace que toma de adentro una flecha y arco, y DAVID se ve entre las pe�as.

DAVID.Como estoy tan apartado,
no o� lo que el Rey hablaba;
mas ya mi atenci�n acecha
de Jonat�s el aviso.
JONAT�S.El disparar es preciso,
pues ya...

Al tirar, sale SA�L por la misma parte.

SA�L.   �T� con arco y flecha?
JONAT�S.   Mi padre ha vuelto, cruel,
Aparte.
(cuando pienso que se aleja.
�No son armas que maneja
la milicia de Israel?)
DAVID.   El Rey volvi�.
SA�L.             �Y con qu� fin
tiras ese arp�n veloz?
JONAT�S.Por si entras en la feroz
provincia de Filist�n:
matar yo con valent�a
mucho b�rbaro tropel,
para ejercitarme en �l,
blanco de aquel tronco hac�a.
SA�L.   Cuando a encontrarte he querido
volver, por darte ocasi�n
de que me pidas perd�n
de tu culpa convencido,
con juvenil ardimiento,
sin darte ning�n cuidado
que yo me fuese enojado,
�flechas disparas al viento?
Deja el tiro, y no presumas
con soberbia imitaci�n,
por parecerte a ese arp�n,
vestirte de vanas plumas.
Baja el arco.
JONAT�S.           Ya
te obedezco: el riesgo miro,
pues ve que suspendo el tiro
David, y presumir�
que es darle a entender que puede
llegar seguro, aunque est�
aqu� el Rey.
DAVID.       �Si llegar�?
Pues asegurarme puede
el ver que no ha disparado
Jonat�s.
SA�L.M�s por m� hicieras
si adiestr�ndote estuvieras,
no contra el robusto airado
filisteo en fiera lid.
DAVID.Yo llego.
JONAT�S.  �l viene: �hay mayor
mal! Pues �contra qui�n, se�or?
SA�L.Contra el pecho de David.
JONAT�S.   �l mismo me ha dado asunto
por donde el remedio espero,
pues por no enojarte quiero,
ahora que al blanco apunto,
adiestrarme desde aqu�,
para que no yerre el pecho
de David.
SA�L.   Muy satisfecho
me dejas.
JONAT�S.   �Disparo?
SA�L.                   S�:
y aunque fingida la acci�n,
la flecha vaya derecha.
JONAT�S.Pues haz cuenta que esta flecha
le acierta en el coraz�n.
SA�L.   Eso s�.
DAVID.  Lo que me empe�a
a llegar, me vuelve atr�s:
�qu� har�? Tir� Jonat�s;
que huya me dice esta se�a.

Dispara hacia dentro.

SA�L.   �Acertaste?
JONAT�S.        Yo conf�o
que en David lo mismo har�.

Vase DAVID por donde estaba.

SA�L.Ahora s� que podr�
decir que eres hijo m�o:
busqu�mosle entre los dos;
que uno ha de ser su homicida.

Vase.

JONAT�S.No es posible; que su vida
corre por cuenta de Dios.

Vase.
Salen ABISA�, ZAQUEO y soldados.

ABISA�.   �D�nde David estar�?
no rehus�is el decillo,
cielos: �d�nde el gran caudillo
de la tribu de Jud�?

Sale DAVID.

DAVID.   A hallar abrigo tan cierto,
amigos, viene David.

Dentro ABNER.

ABNER.   Esa senda, es muy fragosa.

Dentro SA�L.

SA�L.Aunque es �spera, la sigo
por buscar a mi enemigo.
DAVID.Mirad c�mo ya me acosa.
SA�L.   S�gueme, Abner.
ABNER.                La aspereza
los pasos me va cerrando.
DAVID.Mi riesgo se va acercando;
desta cueva fortaleza
haremos: denos sagrado
en su obscura lobreguez
ahora, pues otra vez
hospedaje nos ha dado.
Ea, todos los dem�s
entren delante de m�,
porque yo y Abisa�
nos quedaremos atr�s.
ABISA�.   Entra t�.
ZAQUEO.     Haga esas pruebas
otro, haga otro la gu�a;
que yo tengo antipat�a
grand�sima con las cuevas.
ABISA�.   Pues yo entrar�; que arrogante
llega el Rey en nuestro encuentro.
Ven, David.
DAVID.      Ya busco el centro.

Entran en la cueva.

ZAQUEO.Entrar�, pues van delante;
ya el encubrirnos os toca,
cueva hermana, en tal aprieto;
mas �c�mo tendr� secreto
quien jam�s cierra la boca?

Sale SA�L con un capote rojo o manto.

SA�L.   Gente parece que ha entrado
en ese centro escondido;
y aunque Abner se me ha perdido,
y Jonat�s ha marchado
por otra parte, rigiendo
otra escuadra de soldados,
por ver mis pasos logrados,
aqu� solo entrar pretendo,
por ver si a David yo mesmo
hallo. (�Qu� horrible es y fea
la gruta!) Entrar�, aunque sea
un bosquejo del abismo.

Salen DAVID y ABISA� por la otra parte.

DAVID.   Como tenemos la entrada
de la cueva tan enfrente,
y est� oscuro, f�cilmente
se ve que por la rasgada
quiebra entr� Sa�l.
ABISA�.                   Y ve mal,
que sin tino ac� ha guiado
los pasos.
DAVID.   Ponte a mi lado,
y en el Cielo confiemos.

Sale SA�L, como que no ve.

SA�L.   Como de la claridad
vengo aqu�, donde anochece,
deslumbrado me parece,
que es mayor la oscuridad;
ciego, solo horrores sigo.

Andando.

ABISA�.David, ya el d�a lleg�
en que Dios te prometi�
entregarte a tu enemigo,
porque a tu elecci�n se entienda
que la venganza ha de ser.
DAVID.No permita su poder,
que yo al Rey ungido ofenda.
Antes t�, en peligro igual,
porque mi lealtad se crea,
tr�eme encendida una tea.
ABISA�.Voy a herir el pedernal.

Vase.

DAVID.   Llegar�, sin ser sentido,
al Rey.
SA�L.          �Que ya que desde�a
la vista darme una se�a,
no se la deba al o�do!
DAVID.   Por fundar m�s lo que tanto
le bastaba a persuadir,
le voy procurando asir
la orla del regio manto,
cort�ndole parte poca,
aunque al decoro me atreva.
SA�L.Como he torcido la cueva,
perd� de vista la boca.

Con un cuchillo le corta un pedazo de la capa.

DAVID.   Logr� mi mucha osad�a:
toqu� a Sa�l: �qu� conflito!
Ya he cometido el delito:
vendr� a pagarle alg�n d�a.
SA�L.   Hacia all� una antorcha luce,
norte inquieto, pues al paso
se mueve su ardor escaso
del mismo que le conduce:
�si en prender este traidor
alg�n exceso se atreve?
�D�nde est�s, David aleve?

Sale ABISA� con la tea encendida, y al volver SA�L halla a sus pies a DAVID.

DAVID.A tus pies, Rey y se�or.
SA�L.   T� junto a m�: �qu� disculpa
tendr�s, sino que matarme
quieres?
DAVID.Antes de escucharme,
no me adjudiqu�is la culpa.

Lev�ntase.

Pero en indecencia toca
que a Sa�l, Rey de Israel,
le cubra en vez de dosel
el techo de aquesta roca.

T�male la tea.

Sal de ese albergue, que en vano
el sol verle procur�;
que para alumbrarte, yo
la luz llevar� en la mano:
s�gueme sin ir sujeto
al recelo; que en tal caso,
para asegurarte el paso
va delante tu respeto.

Andan.

SA�L.   Si viene lleno de enojos,
�c�mo mi furor sosiego?
DAVID.Es que entraste al venir ciego,
pero al salir ven tus ojos;
mas �no ves la claridad
que otra antorcha te previno,
que hasta o�rme a�n te imagino
dentro de tu ceguedad?

Entran por donde salieron, y dan vuelta al tablado, saliendo por la boca de la cueva.

SA�L.   Ya veo el zafir azul,
y ya el superior lucero,
y ya tu disculpa espero.
DAVID.Pues oye, invicto Sa�l.
Supremo Rey de Israel,
ya que cruel tu castigo
tanto ha que pisa la senda,
nunca hollada del delito,
para obligarte a mis iras,
o darte menos motivos
de que en esta humilde garza,
real nebl�, ti�as el pico:
desde el pr�logo primero
de mi vida, determino
ir hojeando los sucesos,
por si los borr� el olvido
de tu memoria, aunque en ella
era justo, era preciso,
rey y se�or, que estuviese
encuadernado este libro.
Cuando de escuadras armadas,
de crespos blancos armi�os,
en las floridas campa�as
era r�stico el caudillo,
siendo bengala el cayado,
y arn�s c�ndido el pellico,
enviaste a Isa� a mi padre
con amorosos indicios,
a rogarle que enviase
a tu corte, y aunque he dicho
que le rogaste, esta vez
t�rmino impropio no ha sido;
que entonces fue el ruego en ti
l�cito, pues aunque afirmo
que tiene en lo temporal
un rey superior dominio,
son tributos reservados
solo para Dios los hijos.
Mas mi padre a tu presencia
me envi�, y los �speros riscos
que antes pisaba en el monte,
troqu� en los jaspes bru�idos
del Palacio, donde hall�
en la p�rpura de Tyro
tambi�n escondido el �spid,
cuando enga�oso y nocivo
presum� que le dejaba
emboscado en los tomillos.
Aquel esp�ritu impuro,
que en ti empez�, fue ministro
de la justicia de Dios,
por haber dejado vivo
al Rey de Amalech:
meti� en tu pecho perfidio
su rabia infernal, haciendo
que airados y enfurecidos
tus ojos, vertiesen fuego,
y no llanto compasivo,
y en tu boca fuesen bascas
los que iban a ser suspiros.
Mas yo, cuando a tan ardiente
pasi�n estabas rendido,
manejaba el instrumento,
y tu intolerable abismo,
de aquel sonoro bele�o
blandamente adormecido
se iba quedando, pues prontos
los dedos ya, y ya remisos,
al rebatir de las cuerdas,
lo que en ellas fue gemido,
sin dilaci�n en tu pecho
se pasaba a ser alivio.
�Qui�n creyera que una dulce
cadencia hubiera rendido
de tan pesada cadena
los eslabones prolijos?
�Inescrutables secretos
de Dios! pues para este auxilio
orden� su Providencia
que en tanto que a su albedr�o
mi ganado hollaba el valle,
yo, entregado al ejercicio
sonoro, estuviera en �l
tan diestro, que cuando herido
le sonaba el instrumento
en la quiebra de alg�n risco,
naturalmente ayudadas
all� de lo insensitivo,
era cada oveja un m�rmol,
suspensas al dulce hechizo
del arpa; y si alguna dellas
le interrump�a, medido
el acento de su voz,
con el contrapunto m�o,
aunque a su madre llamaba
con amoroso cari�o,
parec�an, siendo quejas,
consonancias los balidos.
De las huestes filisteas
asustado, con las tribus
de Israel fuiste marchando
hacia el valle Terebintho.
Y estando tu campo a vista
del ej�rcito enemigo,
vimos salir de sus reales
un corpulento prodigio
de estatura formidable;
vest�a un arn�s, que quiso,
por ser drag�n de metal,
que la fragua y el martillo
se le grabasen de escamas,
con un escudo de limpio
acero cubierto el pecho,
un corvo alfanje ce�ido,
y todo un �rbol por lanza,
que sin fatiga o perjuicio
del brazo, de hojas desnudo,
como de estragos vestido,
nacido hab�a en aquel
monte de miembros macizo.
Plantado entre los dos campos,
a singular desaf�o
llamaba a uno de los nuestros;
pero todos, escondidos
entre el temor y el silencio,
no se hallaban a s� mismos.
Y yo, viendo que un profano
id�latra, incircunciso,
cargado de infame duelo
dejaba el pueblo escogido
de Dios; para el duro encuentro,
licencia, Sa�l, te pido;
y aunque dudoso a mi instancia,
me concedes que al peligro
me arroje, y para el combate
mandas que tu yelmo mismo
me pongan: dasme tu espada:
con respeto me la ci�o.
Mas para ver si veloz
o torpe el acero esgrimo,
hago la prueba, y el brazo,
no acostumbrado al estilo
de tales armas, se hall�
tan extra�o en su ejercicio,
que por no ponerlo en duda,
quit�ndomelas, elijo
cinco piedras de un arroyo,
el cayado al brazo aplico,
la honda rodeo al cuerpo,
y armado del temple fino
de la fe, que es peto fuerte,
hecho a prueba de peligros,
a vista del filisteo
la verde palestra piso.
Despreci�me su arrogancia,
pero irritado y movido
de mis razones, dispuso
hacer batalla conmigo.
La honda tomo, y una piedra
tan cierta a su frente env�o,
que juzgue que la sirvi�
de precepto el estallido;
con que sus vitales basas
quebradas, al suelo vino
aquel de naturaleza
desmesurado edificio.
Y quit�ndole el alfanje,
la cabeza le divido
de los hombros, que en mi mano
pendi� de sus bastos rizos.
Su gente huy�, y en su alcance
tus caballos impelidos
para que se detuviesen
los llamaban a relinchos.
Este fue mi primer triunfo,
este, Sa�l, fue el principio
con que asegur� en tu mano
el cetro, sin otras cinco
victorias que en nombre tuyo
mi valor ha conseguido,
para establecerte el reino,
que goces felices siglos.
�Pues por qu�, se�or, el odio
tanto ha de poder contigo,
que huy�ndole a tu rigor
el rostro airado y esquivo,
me ha de tener siempre el monte
por su hu�sped foragido?
Cuando de Jerusal�n
sal�, y llegu� peregrino
a Niobe; Ahimelech,
sacerdote, conmovido
de ver mi hambrienta miseria,
me dio los panes acimos,
aunque estaban reservados
para los sacros ministros
del templo, porque en la ley
dispens� all� lo preciso
de la piedad; y t�, airado,
despu�s que te dio el aviso
Doeg Idumeo, que entonces
presente fue al beneficio
mandaste que Ahimelech
fuese pasado a cuchillo
porque alivi� mis trabajos,
con otros ochenta y cinco
sacerdotes del Se�or.
�Qu� constituci�n, qu� rito
manda que la caridad
sea capaz del castigo?
�Cu�ndo la piedad fue rea?
�Cu�ndo se vio en el suplicio
el hacer bien? �Ni qu� imperio,
sino el tuyo, ha establecido
que fuesen las buenas obras
confirmadas por delito?
�Por qu�, se�or, me persigues,
cuando en lo leal imito
al can, que pisado acaso
del due�o, aunque sienta esquivo
dolor, mir�ndole al rostro,
le saluda con cari�os,
lami�ndole el pie, que fue
instrumento fortuito
de su da�o, en vez de dar,
col�rico y vengativo,
al desenojo la presa,
y la querella el ladrido?
�En qu� te ofend�? Si acaso
las finezas, los servicios
son cr�menes contra ti,
muchos, Rey, he cometido.
El Se�or entre los dos
sea Juez; y si el registro
de mis cargos fuere cierto,
recto pronuncie el castigo.
La muerte te pude dar
en la cueva, y para indicio
desta verdad, reconoce
este trozo dividido
de la orla de tu manto;
que la oscuridad y el sitio
permiti� que le cortara,
cuando pudiera atrevido
matarte, y que este sea
el postrero beneficio,

Sale ABNER.

y el mayor; porque revoques,
Se�or, el decreto imp�o
de tu indignaci�n, en tanto
que el aire en su imperio limpio,
la tierra en su vasto seno,
el agua en su centro fr�o,
el fuego en su esfera ardiente,
son desta verdad testigos;
pues con leal vasallaje
a tus Reales pies me rindo.
SA�L.Alza, David: (aqu� es fuerza    Aparte.
torcer el tes�n remiso
de mi enojo, y m�s hallando
tan contingente el peligro,
por verme entre mis contrarios.)
Yo te otorgo cuanto has dicho.
Mas como tal vez el odio
en un pecho envejecido
reverdecer suele, es bien
que te apartes de m�: aplico
al t�sigo de mi enojo
el ant�doto preciso
de la distancia; David,
vete en paz.
DAVID.      Tu gusto sigo.
SA�L.�Que a dividir un pedazo
del regio manto que visto,
osara! �Ah, Samuel sagrado,
c�mo acordarme has querido
de cuando te rasgu� el tuyo!
Tristes presagios prolijos
de la divisi�n del reino
de Israel todos han sido.
�No te vas?
DAVID.      Ya te obedezco:
los que en la cueva conmigo
entraron, �a d�nde est�n?
ABNER.Por la otra quiebra han salido,
que corresponde hacia el llano.
DAVID.Pues ven, que ya que me libro
por ahora de Sa�l,
a los contornos floridos
del Carmelo marchar quiero,
a castigar el delito
del necio Naval.
SA�L.            David,
yo deseo ser tu amigo,
pero lejos de ti.
DAVID.            Yo,
como a Rey por Dios ungido,
reverenciar� tu nombre
desde el m�s remoto sitio.
SA�L.�Ah, Samuel santo! Tu mano
les deshereda a mis hijos.







Jornada tercera


Sale ABIGAIL por lo alto de un monte con muchos villanos, con cestas de presente; y por lo alto de otro monte DAVID, ABISA� y soldados tocando cajas.

ABIGAIL.   Aquel es el Herm�n, basa del cielo.
DAVID.Aquellas son las cumbres del Carmelo.
ABIGAIL.Pues publicad con r�sticas canciones,
que a David le llevamos estos dones.
DAVID.Pues ya que ir contra Naval pretendo,
d�galo a voces el marcial estruendo.
ABIGAIL.Y al dulce son moved el paso ufano.
DAVID.Y al son del parche descended al llano.

Empiezan a bajar, tocando a una parte clarines y cajas, y a otra cantando lo que se sigue, todo a un tiempo.

M�SICOS.         Porque David el fuerte
alegre las reciba,
pobres demostraciones
la Fe las hace ricas.
DAVID.   �No o�s lo dulce de uno y otro acento?
ABIGAIL.�No escuch�is el rumor que asusta el viento?
DAVID.�No veis r�stica tropa que desciende?
ABIGAIL.�No veis marcial tropel que el monte hiende?
ZAQUEO.Y es gente de Naval, seg�n promete:
s�colo por el rastro del vejete.
ABISA�.Y escuadra es de David; �no ves con br�o,
largo hasta en meter guerra aquel jud�o?
DAVID.Si me embiste con vanas esperanzas,
muera en nombre del Dios de las venganzas.
ABIGAIL.Si David viene a darnos el castigo,
mi humilde rendimiento va conmigo.
DAVID.Pues volved a tocar, porque marchemos.
ABIGAIL.Pues cantad otra vez, y caminemos.

Tocan, y vuelven a cantar, y bajan al teatro.

ABIGAIL.De rodillas.
Heroico caudillo hebreo,
la que est� a tus pies rendida
es Abigail, que humilde
besa la tierra que pisas.
Juzga, que la inobediencia
de mi esposo ha sido m�a,
y como culpada en ella,
a m� sola me castiga.
No arruines los contornos
del gran Carmelo, ni ti�as
de nuestra sangre las flores,
con que su falda matiza.
Ya muerto Naval, mi esposo,
a esta acci�n se determina
esta tu esclava, que ufana
conduce pobre familia,
para traerte, se�or,
dones que, aunque no consigan
ser obras de la opulencia,
son del deseo primicias.
DAVID.Abigail la prudente,
�para qu� a mis pies te humillas,
cuando te sube tu nombre
sobre las estrellas mismas?
Bendito el Dios de Israel
sea, que con su divina
mano te trujo a mis ojos;
el lenguaje con que explicas
tu humildad, bendito sea;
pues t�, Abigail, bendita
delante del Se�or eres,
como entre todas las hijas
de Si�n; que sola t�
pudieras templar las iras
de David, pues tus palabras,
m�s que tus dones, me obligan.
Recibid agradecidos
esto que Dios nos env�a:
Abigail, satisfecha
de tu virtud, la divina
providencia del gran Dios,
que sea tu esposo me avisa.
ABIGAIL.En mi humildad la obediencia,
mis aciertos acredita.
DAVID.Dichoso ser� en tus ojos.
ABIGAIL.Contigo aumento mis dichas.
DAVID.Vete en paz; que el horizonte
que viene la noche avisa.
ABIGAIL.El Dios de Jacob te gu�e.
ABISA�.Discreta y hermosa, admira.
DAVID.Una inclinaci�n honesta
ac� en la idea la pinta.
ABIGAIL.Un halag�e�o respeto
a que le admire me obliga.
DAVID.A las dem�s aventaja,
como, de n�car vestida,
vence a las plebeyas flores
la rosa entre las espinas.
ABIGAIL.Bizarro a todos prefiere,
cual suele en selva florida
el �rbol que lleva el fruto,
que grana y oro matizan.
DAVID.Cual bello espeso cabr�o
del Galad, se precipita
su cabello por los hombros,
se despe�a en ondas ricas.
ABIGAIL.En lo atractible, parece
que al fragante cedro imita,
que sobre el L�bano prueba
su incorruptible hidalgu�a.
DAVID.Toda es perfecta a los ojos.
ABIGAIL.Todo es amable a la vista.
DAVID.Bend�gala siempre el Cielo.
ABIGAIL.Siempre el Cielo le bendiga.
DAVID.H�gala el clar�n la salva.
ABIGAIL.Y vuestras voces repitan
de David las alabanzas.
DAVID.El sol su belleza envidia.

Tocan cajas y clarines, y �ntranse ABIGAIL y sus pastores, cantando a un mismo tiempo, y qu�danse DAVID y ABISA�.

DAVID.   �Qui�n de vosotros se atreve
a bajar a la campa�a
conmigo? Porque a esta haza�a
nuestro Dios mis pasos mueve.
El Filisteo cercado
tiene a Sa�l, y ha de ver
que no le quiere ofender
quien su vida ha asegurado,
ya viene el silencio mudo
de negras sombras cubierto,
y bajar quiero al desierto,
donde Dios librarme pudo
de los sangrientos rigores
de Sa�l.
ABISA�.Yo bajar�
contigo, que estimar�
tus peligros por favores.
DAVID.   Imitas en el valor
a Joab tu hermano.
ABISA�.                 Intenta,
pues Dios tus pasos alienta,
un hecho heroico, se�or.
DAVID.   Al campo del Rey iremos.
ABISA�.Osar� morir contigo.
DAVID.Que quiero que seas testigo
de mi intento.
ABISA�.        Pues lleguemos.
DAVID.   Es menester una esp�a
para lograr mi deseo.
ABISA�.Soldados tienes, Zaqueo.

Apar�cese ZAQUEO en lo alto del monte.

ZAQUEO.Solo a m� me llama el d�a,
y ha de salir sin nublado.
DAVID.El temor puedes perder.
ZAQUEO.Ya no tengo que temer;
que lo tem� adelantado.
DAVID.   Ven conmigo.
ZAQUEO.          �Qu� ligero
que lo pronunci�is!
DAVID.                En vano
te excusas.
ZAQUEO.     Es que en lo llano
me espera el sepulturero.
ABISA�.   Ea, hemos bajado al llano.
ZAQUEO.No es muy llano el bajar yo.
DAVID.Aunque la noche form�
sombras de silencio vano,
en cuyos negros tapices
nuestro horizonte se encubre,
el pabell�n se descubre
del Rey.
ABISA�.Pues, se�or, �qu� dices?
DAVID.   Que he de entrar en �l advierte;
que para este grave empe�o
Dios les ha infundido un sue�o,
que parece que la muerte
descansa en �l tan segura,
que si el sol los alumbrara,
nuestra vista los juzgara
lienzos de vana pintura.
Postrados en tierra est�n
como flores que se hielan
al cierzo, hasta los que velan.
El campo todos me dan,
por divina permisi�n:
generoso aliento, llega,
que el sue�o y la sombra ciega
dan a mi intento ocasi�n.
Una antorcha est� encendida
en el pabell�n Real.
Sa�l duerme.
ABISA�.       Sea fatal
noche de su ingrata vida.
Si es tu enemigo mayor,
que te amenaza y persigue,
tu seguridad te obligue;
dale la muerte, se�or.
DAVID.   �Qu� dices?�Qui�n te priv�
el seso? Es de Dios ungido
el Rey, y t�, inadvertido,
�quieres que le mate yo?
Si solo porque atrevido
a su ropa os� cortar
la orla, para mostrar
mi inocencia, perseguido
de su tirana violencia,
en la m�a no hallar�
abrigo alg�n tiempo, que
Dios me ha dado esta sentencia:
�advierte si ahora osara
poner la mano �ay de m�!
violenta en el Rey aqu�,
el castigo que esperara!
No pondr� violenta mano
en el ungido de Dios.
ABISA�.�A qu� venimos los dos?
DAVID.No a un hecho tan inhumano;
ya veo a la cabecera
su lanza.
ABISA�.Pues si me das
licencia, David, ver�s...,
DAVID.Si tu labio persevera
en su ofensa, �vive el Cielo...
ABISA�.Entra, y tu enojo reprime;
(�que las piedades estime
m�s que su mismo recelo!)    Aparte.
DAVID.   Zaqueo se ha de quedar
fuera, por si algunas guardas...
ZAQUEO.Con tu ausencia me acobardas.
ABISA�.�Pues no sabr�s avisar
si en el peligro nos ves?
ZAQUEO.Primero, si en �l me veo,
he de avisar a Zaqueo,
que ponga en cobro los pies.
ABISA�.   �Que tantas veces te f�es
de Sa�l! �Qu� gran simpleza!
DAVID.Yo he de vencer su dureza
a puras lealtades m�as.

Vanse.

ZAQUEO.   Pintan al sue�o y la muerte
en todo muy parecidos,
pues yo soy de los dormidos
con un gato que despierte.
Cualquier estruendo importuno
me da asombros, me da espantos.
Si todos duermen, de tantos
�no podr� roncar alguno?
Bien pudi�rades, Dios m�o,
tambi�n hacelles callar;
pero pienso que el roncar
entra en el libre albedr�o.
Ning�n remedio se aplica,
porque a estas muertes se ignora,
al cocodrilo si llora,
y a la v�bora si pica;
el basilisco mirando,
fingiendo la voz la hiena,
enga�ando la sirena,
y los soldados roncando.
Con la voz terrible y bronca
hablan los que est�n ri�endo;
�pero que estando durmiendo
quieran echarme una ronca?

Dentro ABISA� y DAVID.

ABISA�.   D�jame, Se�or.
DAVID.               Detente.
ABISA�.Yo excusar� tu peligro.
ZAQUEO.Ea, ya despierta el mundo,
y me han de matar a gritos;
que matar a un hombre a palos,
ni es novedad, ni es capricho.

Sale ABISA� con la lanza, y deteni�ndole DAVID.

ABISA�.D�jame, David, que tome
venganza de tu enemigo;
que con la herida primera,
de mi heroico aliento f�o
que se excuse la segunda.
DAVID.Para ser grave delito
basta tu imaginaci�n,
pues te da traidores br�os;
muestra, Abisa�, su lanza;
que esta prueba me permito

D�sela.

para que conozca el mundo,
pues los cielos ya lo han visto,
que perseguido le guardo,
y le perdono ofendido.
Como es tan seco el desierto,
sin fuente, arroyo, ni r�o,
de otros campos traen el agua
al Rey; que en su tienda vimos
de agua un peque�o barril.
ABISA�.�Pues qu� intentas?
DAVID.                  Determino
que sea la segunda prenda
que me sirva de testigo,
que no le mat� pudiendo,
pues le tiene Dios dormido;
entra, Zaqueo, por �l.
ZAQUEO.Eso no est� muy bien dicho,
ni en su lugar, si los tres
a ser piadosos venimos,
�c�mo env�as por el agua
a su mayor enemigo?
Que la har� dos mil afrentas,
permitiendo, vengativo,
que ande mientras viva en cueros,
con los pasos mal medidos.
DAVID.Acaba.
ZAQUEO.         Vaya en mi ayuda
el que cri� a los jud�os.

Vase.

ABISA�.Pues, David, si nos volvemos
antes de ser conocidos,
�c�mo sabr�n que eres t�
quien pudo en letargo fr�o
dar la muerte al Rey?
DAVID.                    Ver�s,
que me descubro y me libro.

Saca ZAQUEO un barril peque�o.

ZAQUEO.Calla, v�late el diablo,
�quieres que seamos sentidos?
DAVID.�Por qu� no vienes callando?
ZAQUEO.Ese pleito no es conmigo;
viene cantando una rana
en el barril, y el ruido
nos puede echar a perder.
DAVID.Tus miedos te lo habr�n dicho:
porque aunque en �l estuviera,
es tan breve y corto el sitio,
que por ser tan poca el agua,
no cantar�.
ZAQUEO.   Pues yo he visto
no a una rana, sino a muchas,
cantar en medio cuartillo.
DAVID.Subamos al monte ahora.
ZAQUEO.Por ser tan breve el camino,
ir�, si me das licencia,
al Carmelo.
DAVID.     Este servicio
te premiar� tu cuidado.
Di a Abigail que a los limpios
albores del sol ir�
(pues son decretos divinos)
a ser dichoso en sus ojos.
ZAQUEO.La moza lo ha merecido
porque cuando no tuviera
m�s dulce y sabroso hechizo,
que ser liberal, bastaba
para casarla conmigo.

Vase.
Suben al monte DAVID y ABISA�.

DAVID.�Ah, soldados! los que al Rey
guard�is, �c�mo en el peligro
dais al descuido el valor,
sabiendo que hay enemigos?

Sale ABNER.

ABNER.�Qui�n da voces en el monte?
DAVID.Si eres de los que han tenido
cuidado de la persona
del Rey, en verdad te digo
que mereces graves penas.

Sale SA�L.

SA�L.�Qui�n turba el silencio fr�o
con vanos acentos, cuando
descansa el Rey?
DAVID.              El mismo
que pudo matarle dentro
de su tienda.
SA�L.       �O es el o�do
quien se enga�a �cielos! o esta
es voz de David! Amigo,
que me avisas tan piadoso,
�eres David?
DAVID.       Siervo indigno
soy tuyo: yo soy David,
invicto Rey, y te aviso,
del peligro en que has estado,
como fuera tu enemigo
quien te hall� durmiendo y solo;
y ser�n fieles testigos
tu lanza y barril del agua,
que por fe de tu peligro
tom� de tu misma tienda.
SA�L.�En qu� entra�as han cabido
tantas piedades!, David,
ya te doy nombre de hijo,
pues me aguardas, cuando yo
tan severo te persigo:
baja a mis brazos.
DAVID.               Los cielos,
en quien mis defensas libro,
no quieren que yo me f�e
de tu voz, cuando ya he visto
experiencias de tu enojo.
SA�L.Con lealtades me has vencido;
baja, David.
DAVID.       Mis temores
lo estorban.
SA�L.      Yo soy tu amigo.
DAVID.Tu coraz�n y tu voz
son contrapuestos distintos.
SA�L.�No soy tu Rey?
DAVID.              S�, se�or.
SA�L.Pues obedece.
DAVID.         �Es delito
la obediencia, cuando el Cielo
me ense�a en ella el peligro?
SA�L.�Pues qu� intentas?
DAVID.                 Huir la muerte,
desterrado y peregrino.
SA�L.�No es mejor que yo te ampare?
DAVID.Mi guarda a los montes f�o.
SA�L.�Por qu�?
DAVID.    Porque son m�s firmes.
SA�L.Solo tu bien solicito.
DAVID.Queda en paz, se�or.
SA�L.                    Espera.
DAVID.Valedme, pe�ascos fr�os:
�ah, Sa�l, gu�rdete el Cielo
de tus fieros enemigos!
SA�L.�Ah, David! T� reinar�s;
que as� el Profeta lo dijo.

Vanse.
Salen el VEJETE y ZAQUEO, cada uno por su parte.

ZAQUEO.   Est� en buen hora el Vejete.
VEJETE.Y vos veng�is en mal hora.
ZAQUEO.Esa es intenci�n traidora,
que est� llamando un cachete;
mas por no desbaratar
esa estatua hecha de olvidos,
de los a�os carcomidos,
que en ti han venido a parar,
lo dejar�.
VEJETE.     Quien me ultraja
con voz de tan viejo, miente.
ZAQUEO.Como conserva la gente
los n�speros entre paja,
as�, por tener seguros
los siglos pasados, vi
que los guarda el tiempo en ti,
donde los tiene maduros.
Tu se�ora ya estar�,
de lo serrano olvidada,
con galas de desposada.
VEJETE.�Y que el sol la envidiar�!,
que su hermosura le ciega.
Siendo de David mujer:
galas de corte han de ser.
ZAQUEO.Mas ya sale y David llega.

Sale DAVID por una parte y ABIGAIL por otra.

DAVID.   Quiere el gran Dios de Israel
que te elija por esposa,
y yo esta uni�n venturosa
hoy la debo a ti y a �l.
Y haciendo con pecho fiel
una cuerda distinci�n,
acudo en esta ocasi�n,
entre amor y reverencia,
al Cielo con la obediencia,
y a ti con la estimaci�n.
Viviendo, m�sero y necio,
Naval no me socorri�,
y muriendo, en ti me dio
la prenda de mayor precio.
Troc� en favor el desprecio,
porque ocasion� en Naval
la muerte mudanza igual
que su avaro proceder;
solo dejando de ser,
pudiera ser liberal;
mas ya que a esa dicha llego,
darme tu mano es raz�n.
ABIGAIL.Con ella la posesi�n
del albedr�o te entrego.

Tocan un clar�n y caja.

DAVID.Turb� un clar�n mi sosiego.
ABIGAIL.Si Sa�l te sigue airado...
DAVID.Jonat�s de este cuidado
nos sacar�, pues ligero,
como ve que ya le espero,
en un caballo ha llegado.

Tocan, y sale JONAT�S a caballo.

JONAT�S.   Si con fe de tantos d�as,
tu amor, David, merec�,
suspende ahora por m�
las festivas alegr�as.
mi padre y yo... �ay penas m�as!
DAVID.�Volv�is a matarme?
JONAT�S.                    No,
que mi pesar no lleg�
a ser de tanto desvelo;
defienda tu vida el Cielo,
y muera mil veces yo.
Ocupan los filisteos
los montes de Gelbo�,
y Sa�l, que siempre fue
ambicioso de trofeos,
marcha con pocos hebreos
en su busca, y su osad�a
le sigue, que es deuda m�a,
cuando una tr�gica muerte
a �l y a m� nos advierte
de Samuel la profec�a.
Yo, viendo breves los plazos,
antes que con noble fe
la vida al peligro d�,
vengo a darme a ti los brazos
y si quedo hecho pedazos
entre el polvo y el tropel,
como soy tu amigo fiel,
al sacarme el coraz�n
huir� el b�rbaro escuadr�n,
porque t� estar�s en �l.
DAVID.   Pues con o�rte me aliento
a seguirte: esto ha de ser.
ABIGAIL.Pues mi amor �no ha de poder
vencerte?
JONAT�S.  Muda de intento.
ABIGAIL.Tu ausencia temo.
JONAT�S.                Y yo siento
tu riesgo.
DAVID. �Ah, si mi atenci�n
pudiera en esta ocasi�n
en los dos con fiel empleo,
ya que divide el deseo,
partir la demostraci�n!
JONAT�S.   Dios, que a los dem�s te excede,
que no te arriesgues querr�.
DAVID.Pues solo me detendr�
pensar que mi intento puede
ofender a Dios; mas quede
a solas con �l mi fe
por si alcanzo que me d�
alg�n aviso.
JONAT�S.      Tu celo
te obligue.
ABIGAIL.  Propicio el Cielo
a tus aciertos est�.
JONAT�S.   Y porque a mi padre sigo,
amigo, adi�s, que ya espero
que este lance sea el postrero.
DAVID.Ir� yo a morir contigo,
si el Cielo lo quiere, amigo.

Cajas.

JONAT�S.Ya marchan.
DAVID.       �Alma, llorad!
JONAT�S.Adi�s.
DAVID.         De tu verde edad
se duela.
JONAT�S.�Aqu� es el valor!
DAVID.�Qu� tristeza!
JONAT�S.        �Qu� dolor!
ABIGAIL.�Y qu� ejemplo de amistad!

Vanse, y queda DAVID solo de rodillas.

DAVID.   Se�or, de la indignaci�n
de Sa�l no me aseguro;
que no hay buril contra el duro
bronce de su obstinaci�n.
Y entre los da�os imp�os
que temo, me aflige m�s
el riesgo de Jonat�s,
que no los trabajos m�os.
Guiadme porque le defienda,
si conviene, en trance igual,
y esa antorcha celestial
salga a ense�arme la senda.
Aunque es humilde y peque�o
mi ruego, habr�le escuchado
el Cielo, pues ha tomado
ya por int�rprete el sue�o.

Recu�stase a dormir, y aparecen dos �ngeles en lo alto, que van bajando, cantando estas coplas, hasta abajo, donde est� un altar que, cubierto con una nube, tiene una imagen de Nuestra Se�ora y del Ni�o Jes�s debajo de ella, y en llegando al altar sube todo arriba, quedando DAVID por tronco del �rbol, de donde van subiendo los �ngeles y el altar hasta lo alto.

�NGEL 1.�David, prev�nte a las dichas,
pues con repetidas glorias,
forma de felicidades
desde hoy tus trabajos toman.
�NGEL 2.�Que te reserves del riesgo
quiere Dios, ya que te nombra
por basa fundamental
de f�bricas misteriosas.
�NGEL 1.�Ser�s el f�rtil terreno
que brote en distinta copia
flores bellas, con que el cielo
un ramillete componga.
�NGEL 2.�Mar�a, pura azucena,
abrir� c�ndidas hojas;
y Jes�s, clavel divino,
te�ido en su sangre propia.
LOS DOS.   Y la tierra, con voz de aplauso heroica,
y el cielo a un mismo tiempo
con m�sica sonora,
den el cetro a David. y a Dios la gloria.

C�brese con m�sica y lev�ntese DAVID.

DAVID.   Lo que a mis padres Jacob
y Abraham, con prodigiosas
se�ales distes a entender,
segunda vez me lo informas:
se�or, tu grandeza alabo;

Cajas.

pero ya las cajas roncas,
aunque lejos, dan aviso,
de que se embisten las tropas.
Dios manda que no me arriesgue,
y as� es fuerza que no rompa
sus preceptos, aunque veo
que esta obediencia es costosa,
pues no ayudo a Jonat�s.
Pero mucho m�s me importa
guardar el orden del Cielo:
voy a juntar, aunque es poca,
mi gente, y ya que no puedo
ir a entrar en la remota
batalla, estar� a la mira,
por si la ley rigurosa
que contra Israel pronuncia,
piadoso Dios la deroga.

Arma.
Vase, y vuelven a tocar, y sale ABNER con la espada desnuda.

ABNER.Ya los filisteos vencen,
y con miserable rota
el pueblo de Dios padece
crueldades que el rigor forma.
Cay� el Rey del carro, y como
sangriento esp�n de copiosas
flechas cubierto, sa�udo
se revuelve entre las tropas.
Subir� a la cumbre, adonde
�l y Jonat�s ahora
llegan; que el morir con ellos
en m� es deuda, y no lisonja.

�ntrase ABNER, y tocan, y bajan despe��ndose hasta el tablado SA�L y JONAT�S, con flechas en las rodelas sangrientas.

SA�L.Filisteos, ya os vengasteis
de Sa�l.
JONAT�S.�Qu� bien se logran,
Samuel santo, tus avisos!
SA�L.�Ah, David, ver�ste ahora
seguro de tu peligro!
�Que sus piedades esconda
Dios para el Rey de Israel!
�D�nde sus misericordias
est�n? Mas pues me las niega,
con voces que el aire rompan,
quiero quejarme del Cielo.
JONAT�S.�Qui�n es el que al Cielo enoja?
SA�L.�Hijo!
JONAT�S.         Se�or.
SA�L.      �Otra pena!
�El divino brazo toma
tambi�n en ti la venganza!
Si el delito no te toca,
�c�mo te ha comprendido
a ti la ley rigorosa?
JONAT�S.Justo es el Juez, y ser�
culparle imprudencia loca.
SA�L.Porque en las �ltimas ansias,
que por puntos nos congojan,
los dos acabemos juntos,
aunque mortales lo estorban
las heridas, uno a otro
nos acerquemos.
JONAT�S.             Ahora
llegar� arrastrando a darte
los brazos.
SA�L.    Los m�os toma;
aunque es el dolor de verte
la flecha m�s venenosa,
que ha llegado a concluir
lo que empezaron las otras:
Jonat�s, yo muero.
JONAT�S.               Y yo
entre mortales congojas
de ti me aparto.

Vase cayendo.

SA�L.             Det�n
sentencia tan rigorosa,
muerte, pues poco te cuesta,
dilata mi vida un hora,
hasta que mate a David.
No le permitas la gloria
de que viva, pues yo muero;
�no quieres? Pues poco importa;
que en sabiendo que yo he muerto,
le ha de matar mi memoria.

Dentro soldados.

SOLDADO 1.��Ea, soldados, huyamos
todos al Cedr�n!
SOLDADO 2.�             �Victoria!

Entra cayendo SA�L, y salen todos.

DAVID.A ese que me trae alegre
el aviso de que rotas
las escuadras de Israel
quedaban, y la persona
de Sa�l luchando ya
con la muerte y la congoja,
cuelguen de un tronco.
ZAQUEO.                     �As� premias
el venir con presurosa
diligencia, y darte nuevas,
creyendo hacerte lisonja,
del peligro en que se halla
tu enemigo?
DAVID.    M�s me enoja
que me sirve: ejecutad
el castigo.
ZAQUEO.   Ya le ahorcan:
mensajero sois, amigo,
mas con albricias de soga.
DAVID.Las desdichas de su Rey
las juzga David por propias.

Sale ABNER.

ABNER.Librarme ha querido el cielo,
porque puesto a tus heroicas
plantas, del triste suceso
te informe.
DAVID.    Ya llega ociosa
tu noticia: �muri� el Rey?
ABNER.Y con �l, en edad corta,
Jonat�s, tu grande amigo.
DAVID.Eso entristece mis glorias:
monta�as de Gelbo�,
que de aquesta lastimosa
tragedia fuisteis teatro,
jam�s caiga en vuestras rocas,
m la lluvia de las nubes,
m el roc�o de la aurora.
ABNER.Con los despojos huyeron
los filisteos, y todas
las reliquias de las tribus
que quedaron, se conforman
en marchar hacia el Cedr�n,
donde con aplauso y pompa
te est�n, David, aguardando
para darte la corona.
ABISA�.Ya que su palabra cumple
Dios, es bien te dispongas
a obedecerle.
DAVID.        Marchemos.
al Cedr�n.
ABISA�.    Hoy te coronan
tus m�ritos.
TODOS.     �David viva,
Rey de Jud�!
DAVID.        Y aqu� ponga
fin a las persecuciones
de David su heroica historia,
y solicite el perd�n
el asunto de sus glorias.