Lope de Vega David perseguido y montes de Gelboe ooo000ooo �ndice David perseguido y montes de Gelboe Jornada primera Jornada segunda Jornada tercera ooo000ooo Personas que hablan en ella DAVID. JONAT�S. ABNER. SA�L, REY. NAVAL CARMELO. ABIGAIL. MEROB. ABISA�. C�FORA. ZAQUEO. VEJETE. M�SICOS. Jornada primera Salen ZAQUEO y el VEJETE, cada uno por su parte. Tocan dentro m�sica, y clarines a la otra parte. VEJETE. �Ah, gentil hombre! ZAQUEO. Eso es, llamarme gentil a m�, y yo jud�o nac� de la cabeza a los pies. VEJETE. �Y de qu� tribu es, amigo, si admite conversaci�n? ZAQUEO.Mi tribu es tribulaci�n en ri�endo alguien conmigo. VEJETE. Pues d�ganos sin re�ir. ZAQUEO.Cosa es que me est� muy bien. VEJETE.�Qui�n causa en Jerusal�n las fiestas que llego a o�r? ZAQUEO. Sin duda eres peregrino, pues la causa me preguntas de haber tantas fiestas juntas. VEJETE.Vengo ahora de camino. ZAQUEO. Y vendr�s muy bien cansado. VEJETE.Y vengo muy bien curioso. ZAQUEO.El vejezuelo es gracioso: d�jasme muy obligado a darte una relaci�n, pues mereces preguntar; aunque esto del informar nunca es bueno de rampl�n; es David, por gran ventura, quien causa estas alegr�as. VEJETE.�No es el que mat� a Gol�as? ZAQUEO.Oigan, que sabe escritura: viene ahora vencedor de id�latras filisteos, y as� todos los hebreos, y yo con ser el peor, que le hemos hecho, ver�s, mil honras por esta haza�a; el rey Sa�l le acompa�a, y el pr�ncipe Jonat�s con su corte, y las m�s bellas damas de Jerusal�n, pues le acompa�an tambi�n m�s de ochenta mil doncellas. VEJETE. �Muchas son! ZAQUEO. Pues no te asombres, aunque admirarte pod�as, porque como son jud�as, ti�nenles miedo a los hombres. Ya a Palacio hemos llegado, y ver�s la fiesta bien. M�sica. VEJETE. Pues vine a Jerusal�n en d�a tan celebrado, que no me vuelva es raz�n a nuestro Monte Carmelo, sin ver al que guarda el cielo para gloria de Si�n. Salen MEROB, hija del REY, JONAT�S, el rey SA�L de barba, DAVID y las mujeres echando flores y cantando la m�sica. M�sica. Si Sa�l triunf� de mil, de diez mil triunf� David: del tribu escogido de Jud� sali� David, que libr� al pueblo afligido: pues ha merecido sagrado laurel, c�ntele Israel la gala a David: si Sa�l triunf� de mil, David mat� a diez mil. SA�L. La aclamaci�n popular, en sus alabanzas ciega, a tan grande extremo llega, que aun yo la vengo a envidiar. (�Victorias pudo alcanzar Aparte. de los que yo no venc�? El pueblo lo canta as�; y aunque en mi servicio ha sido, la envidia de que ha vencido es la que me vence a m�.) DAVID. No es esta victoria m�a, se�or: el alma lo entiende, no es la espada la que ofende; sino el brazo que la gu�a: el vuestro es el que venc�a; de vos procedi� mi aliento; porque el id�latra atento, acabe de conocer, que Dios le pudo vencer con tan humilde instrumento. JONAT�S.�David? DAVID.Jonat�s, se�or, Pr�ncipe a quien dan los cielos las dichas que has merecido; por hechura me confieso del Rey mi se�or, que viva, aunque eres t� su heredero, tan larga edad, que Israel te d� la corona y cetro de m�s edad que tu padre: porque �l gobierne su pueblo, contando en los a�os siglos coronado de trofeos. JONAT�S.Alc�nceme a m� la muerte primero que deje el reino mi padre; y t�, m�s famoso que cuantos caudillos dieron triunfos al pueblo de Dios, dilate a par de los tiempos tu dichosa edad, y veas, por bien de los siglos nuestros, que tu nombre se eterniza, no en bronces, que se mintieron firmes en la �ltima l�nea de los humanos sucesos; no en m�rmoles, que caducan con los resabios de t�rreos en la rebelde tarea de los d�as: en los cielos mire el sol tu nombre escrito, siendo caracteres bellos esas im�genes puras que diamantes compusieron; porque lo eterno y luciente sirva a su fama de espejo. Ya sabes que soy tu amigo, David, y siempre he de serlo con fe inviolable, hasta que se cubra en mortales velos la vida. SA�L.(Si no lo estorban Aparte. las venganzas que prevengo; que si David no me ofende; de sus victorias me ofendo, que mezcladas con la envidia, las juzga el alma venenos.) DAVID.Si faltare a la lealtad, que al Rey mi se�or le debo, si al amor con que me estimas negare humildes respetos, permita el Dios de Abraham, que de los b�rbaros hierros de los mismos que he vencido muera atravesado el pecho, y el campo en mi sangre tinto me d� infeliz monumento. SA�L.Lo que mereces conozco, y lo mucho que te debo. JONAT�S.Pues, se�or, dale a Merob mi hermana, pues la ofrecieron tus promesas cuando estaba tu corona en tanto riesgo, y por David se confiesa libre de opresi�n tu Imperio. MEROB.(No ser� yo tan feliz, que le merezca por due�o.) Aparte. SA�L.Yo la promet�, es verdad; mas, Jonat�s, a�n no es tiempo. JONAT�S.Si es que por ser la mayor te excusas, humildes ruegos puedan contigo: Micol, mi segunda hermana, es premio de los triunfos de David. SA�L.Yo cumplir� sus deseos: y ahora, Pr�ncipe, basta ver las honras que le he hecho. Ya es capit�n de mi guardia; ya, como ves, le prefiero a los Pr�ncipes mayores de mi corte, pues yo mesmo, para que el pueblo le aclame con festivos instrumentos, le he salido a recibir. DAVID.Gran se�or, tus plantas beso por las honras que recibo. ZAQUEO.Si faltan las de Zaqueo, las del pueblo importa un higo. Ya sabes que me entretengo sirviendo al Rey en Palacio, siendo mis chistes honestos, porque la descompostura, ni es donaire, ni es ingenio. Clar�n. Sale ABISA�. ABISA�.Tu Capit�n general Abner, Pr�ncipe supremo de la Milicia, ha venido. SA�L.Llegue; que verle deseo. VEJETE.Pues hemos visto la fiesta, no es bien que perdamos tiempo, ya que mi ama Abigail se ha detenido, creyendo llegar temprano. Vase, y sale ABNER. ABNER. Se�or, pues las honras que le has hecho a David, sus glorias cantan, solo te dir�, que habiendo marchado en socorro suyo con los caballos ligeros, llegu� a las frescas orillas del Jord�n, cuyos revueltos cristales hab�an trocado en p�rpura sus espejos; y entre la manchada hierba de su margen, tantos cuerpos, que a ser todo sangre el r�o, aun fuera el n�mero menos. Mas como en ellos se v�an heridas de tantos hierros, eran de su misma sangre vivas esponjas los muertos. El socorro que llevaba, vino a ser socorro nuestro, pues dej� a mi gente rica con lo que olvidaban ellos. Solo David, solo �l pudo meter en batalla el riesgo, y de ella sac� en despojos la gloria del vencimiento; que no ha habido capit�n de cuanto caudillo hebreo triunf� en el pueblo de Dios, aunque es la envidia su opuesto, que igualar pueda a David, asombro del Filisteo, rayo del Amalecita, como id�latra soberbio; firme blas�n de tus armas, claro esplendor de tu Imperio, fama inmortal de tu nombre, pues deja tu nombre impreso en l�minas de los siglos hasta que se pare el tiempo. SA�L.De todo es merecedor, hasta Abner le aclama: �ah, cielos! (Ya es m�s due�o de Israel Aparte. que yo, pues que yo le temo. David, entra a descansar, pues por honrarte, prevengo aposento en mi Palacio.) DAVID.Te ir� primero sirviendo hasta dejarte en tu cuarto. SA�L.Este es mi gusto. DAVID. M�s precio la obediencia, que alcanzar de un Rey los mayores premios. JONAT�S.�Qu� valeroso! ABNER. �Qu� humilde! En �l juntaron los cielos, para ser amable al mundo, lo bizarro y lo modesto. DAVID.Entra, Abisa�. ABISA�. Se�or, como mandas te obedezco. MEROB.Guarden los cielos su vida al paso de mis deseos. ZAQUEO.Yo le quiero acompa�ar, que me dar� por lo menos, pues ya que no le aprovecha, la honda del Filisteo. Cantan. Vanse MEROB y las mujeres por una parte, DAVID, ABISA� y ZAQUEO por otra, haciendo reverencia al REY, y quedan el REY, JONAT�S y ABNER. SA�L.(�Qu� monstruo cr�a Israel Aparte. para infame vituperio de la corona que ci�o! Ya est� reventando el fuego, pues desde el pecho a los labios soy todo un mortal incendio. �Jonat�s?) JONAT�S. Se�or, �qu� mandas? ABNER.Si me das licencia, quiero... SA�L.Espera, porque has de ser, con valor y con secreto, obediente ejecutor de mi justo mandamiento. Pr�ncipe, la obligaci�n de ser tu padre, te quiero presentar para testigo de tu amor. JONAT�S. Y que te debo lo que soy. SA�L. �Qu� har�s por m�? JONAT�S.Perder la vida es lo menos. SA�L.�Y desear�s que tu padre se libre del grave peso de un cuidado? JONAT�S. Todo es poco cuanto descubren los cielos para que vivas con gusto, si est� en mi mano el tenerlo. SA�L.Pues yo, Jonat�s, de todo humano gusto carezco. ABNER.�Hay suspensi�n semejante! Alguna desdicha temo. SA�L.Aquel profeta de Dios, Samuel, me dijo severo: �Si Dios te mand� por m� que al rey de Amalec, soberbio, con su reino destruyeras, sin dejarle en todo el reino piedra que cubrir pudiese los m�s humildes cimientos, �c�mo al Rey dejaste vivo? �C�mo con tan vil provecho reservaste sus ganados? Pues porque fuiste a los cielos inobediente, te digo que Dios le dar� a su pueblo un Rey, y var�n tan justo, que venga a ser, en sus hechos, muy conforme al coraz�n de Dios.� Turbado y resuelto, detener quise al profeta, si bien con poco respeto, pues al cogerle del manto le romp� por detenerlo, qued�ndoseme un pedazo en las manos; aun hoy tiemblo de lo que el profeta dijo, dejando al aire suspenso: �Como t� me has dividido el manto, quiere el eterno Dios de Abraham dividir, ingrato Sa�l, tu reino.� ABNER.(Y desde entonces el Rey siente el esp�ritu fiero Aparte. que le atormenta, y David le restituye el sosiego, cuando en sus melancol�as toca el m�sico instrumento. Aqu� hay misterios profundos, mas son altos los misterios, que no puede penetrarlos el querub�n m�s atento.) SA�L.Pues t� no has de ser el Rey, aunque eres t� mi heredero, Jonat�s, que el var�n justo que dice el profeta, temo que es David; �pues t� tendr�s tan cobarde sufrimiento, siendo la corona tuya, que un pastor (estoy ajeno de todo discurso), un hombre que si vive es por mi aliento, si vive honrado es por m�, y por m� le aclama el pueblo, �permitir�s que sea Rey, sin que te cueste primero la vida, y tambi�n la m�a? Porque en tus ojos me alegro, en tu vista me regalo, y en tu salud me deleito. Abr�zanse. JONAT�S.�Pues qu� puedo hacer, se�or? Ya su voz estoy temiendo. SA�L.Darle muerte a David. ABNER.�Hubo m�s feroz intento! JONAT�S.�Cielos, es esto posible! �C�mo yo escucharle puedo sin morir de pena? SA�L. Hijo, �mi voz te deja suspenso? �Obedecerme no es en ti doblado el precepto por tu padre y por tu Rey? JONAT�S.Y si es cruel mandamiento, �no ser� piedad tambi�n templar su injusto deseo? No ultrajes la Majestad con tiran�as; si el Cielo quiere que reine David, el poder humano es sue�o, es polvo, es ceniza fr�a para estorbar sus decretos. ABNER. Si a un hombre que caminase por un �spero desierto, y en la juventud del sol se le turbasen los cielos, muertas sus cambiantes luces entre pabellones negros, tocando al arma el asombro, siendo las cajas los truenos, formando rasgadas nubes campal batalla en el viento, y viese entre ardientes globos los abrasados efectos de los coronados montes caducamente soberbios, en cada pe�asco un rayo, en cada tronco un incendio, y en el desierto que pisa tan sin humano remedio hallase un cedro oloroso, que invencible a tanto fuego supliese lo seguro del laurel, en cuyo ameno sitio a la sombra dichosa se librase a tanto riesgo, �fuera bien que el hospedaje, d�ndole la vida el cedro, que se lo pagara ingrato, despu�s de sereno el cielo, cort�ndole tronco y ramas con tan lastimoso ejemplo? SA�L.�Vive el cielo, que mereces mortal castigo, por necio, pues lo inobediente encubres con m�scara de consejo! ABNER.�Gran se�or! JONAT�S. Con su lealtad disculpa su atrevimiento. SA�L.Pues ya los dos os mostr�is a mi gusto tan opuestos, l�cito ser� que un Rey, sin que padezca defecto su autoridad, mate �l mismo a un enemigo encubierto. Quedaos; que mi justo enojo llega ya hasta aborreceros. Vase. ABNER.Pr�ncipe. JONAT�S.Acompa�a al Rey... ABNER.Si mand�... JONAT�S. Pierde el recelo, que la lealtad es m�s noble para vencer el precepto de su enojo en la obediencia. ABNER.Guarden la vida los cielos a David, y yo peligre en lo terrible y lo fiero de las iras de tu padre. JONAT�S.Y yo, aunque aventure el reino, le he de avisar que se guarde; que pues los cielos le han hecho tan dichoso, quiero ser el generoso instrumento de los decretos divinos, si tan alto bien merezco. Vase cada uno por su parte. Salen ABIGAIL, C�FORA, de villanas, y ZAQUEO. ABIGAIL. Esta es Jerusal�n, este el dichoso Alc�zar de Si�n, albergue hermoso de tantos reyes; �oh ciudad bendita, en los cielos escrita con plumas de profetas! El Cielo admire a tu poder sujetas las provincias id�latras, que en tanto que con respeto santo en sagrados altares al Dios de los Ej�rcitos llamares, as� lo dicen tantas profec�as, cantar�s alegr�as, reinando vencedora. C�FORA.Abigail, se�ora, los triunfos de David, las glorias cantan de Israel, que levantan a los cielos su nombre soberano. ZAQUEO.�Qui�n trajo a los palacios lo villano? Pero bien puede ser tanta hermosura due�o de otra mejor arquitectura; el Palacio del Sol es un pobrete; si no os da de aposento su retrete; mas bien sabe su cuento, que si os diera aposento, la luz perdiera, que los cielos dora, y la una fuera el Sol, la otra la Aurora. Mas yo, por no abrasarme, quisiera acomodarme con los rayos menores, porque son los templados los mejores; y as�, por m�s humildes arcaduces, me acomodo a la Aurora entre dos luces. C�FORA.�Qu� mal humor que gasta! ZAQUEO.�Es malo? C�FORA. Es fr�o. ZAQUEO.Pues deme uno caliente, y tome el m�o. �Qu� busc�is, serranitas? ABIGAIL.Ver queremos el Palacio R�al, ya que tenemos franca licencia en tan alegre d�a. ZAQUEO.Falta en esa licencia... C�FORA. �Qu�? ZAQUEO. La m�a; si bien a luz tan pura mal se resiste la mayor clausura. Yo soy el Cancerbero de esas puertas, y las tendr�is abiertas a fe de buen jud�o; y si quer�is que os abra el pecho m�o, por dejaros a entrambas obligadas, me dar� dos lanzadas. C�FORA.�Qu� terrible fineza! ZAQUEO. Todo es poco; si me enamoro, pr�ciome de loco. C�FORA.�Y cu�ntas se habr� dado en esta vida? ZAQUEO.Una lanzada tengo prometida a cierta judihuela, que por verme difunto se desvela; pero yo, por no errarme en el ensayo, quiero informarme donde cae el soslayo. C�FORA.�Qu� poco miedo tiene! ZAQUEO. �Bueno fuera que en los soldados como yo lo hubiera! �No tienen ya noticia de Gol�as, que nos libr� de tantas agon�as? ABIGAIL.Y que fue una victoria celebrada. ZAQUEO.�Supieron que muri� de una pedrada en el feroz combate, y luego le cortaron el gaznate? ABIGAIL.Grande ignorancia el no saberlo fuera. ZAQUEO.Pues yo no lo mat�, ni Dios lo quiera. ABIGAIL.�C�mo, si fue David? ZAQUEO. Por eso digo; porque soy enemigo de que me achaquen muertes que no he hecho; pero el valor del pecho, con una envidia honrosa me sac� a la campa�a polvorosa; llam� a batalla a un b�rbaro gigante; y p�soseme delante esgrimiendo un alfanje de cien varas. ABIGAIL.Fuerza es que peligraras aunque estuvieras lejos. ZAQUEO. �Lindo cuento! No le alcanzaba yo con otras ciento. ABIGAIL.Alientos son bizarros. ZAQUEO.Escog� de un arroyo cien guijarros, que pesaba el menor arroba y media. C�FORA.�Qu� pesada tragedia! Muy grandes piedras son. ZAQUEO. Bien lo imaginas, �pues a un gigante han de tiralle chinas? Esas son las victorias m�s honradas: tir�le mil pedradas con dichosa fortuna, pero de todas no acert� ninguna; y aquesto lo dir�n dos mil testigos. C�FORA.�Y en qu� par�? ZAQUEO. Hici�ronnos amigos. C�FORA.Igual fue la victoria. ZAQUEO. Ten memoria: el escaparme yo, fue la victoria. �Y de qu� tierra viene tanto cielo? ABIGAIL.En el Monte Carmelo es nuestra habitaci�n, en cuyas faldas, en cada Abril vestidas de esmeraldas, tiene Naval, mi esposo, esquilmo tan copioso de ganados y mieses, que parecen los meses negarle su estaci�n a otro horizonte, viviendo todo el a�o en nuestro Monte. C�FORA.Mas viene a ser tu esposo tan escaso, que en viendo a la piedad la cierra el paso; tan miserable al desfrutar la tierra, que aun los rayos del sol tambi�n encierra. ZAQUEO.�Naval se llama? Linda desposada; �con batalla Naval est�is casada? Y si sois liberal, y �l avariento, todo el a�o andar� Naval sangriento: retiraos, porque el Pr�ncipe ha salido. ABIGAIL.Pues ya que hemos venido, veremos a David, pues nuestra suerte nos trajo tarde, cuando el mundo advierte p�blicas alegr�as, que en cuanto dure el sol, formando d�as, vivir� su memoria en los anales de la Sacra Historia. ZAQUEO.No faltar� ocasi�n. ABIGAIL. Fuera esperamos. Vase. ZAQUEO.�Y en qu� altura quedamos, Villanica del Monte? Detiene a C�FORA. C�FORA. Yo en mi altura. ZAQUEO.Y si fuese tan gruesa mi ventura, que llegase a tu Monte de esmeraldas, �no te podr� yo hablar desde las faldas? C�FORA.No escucho yo tan lejos. Vase. ZAQUEO. Sea por se�as, besando troncos y adorando pe�as. La morenilla es alma de un pimiento, y puede revocar un testamento aunque est� el otorgante en aquel punto dando mil alegrones de difunto. Sale JONAT�S. JONAT�S.Llama a David, Zaqueo. ZAQUEO.Mas presto le traer� que tu deseo. Vase. JONAT�S.�Suerte infeliz la m�a! Eclips�se la luz, turb�se el d�a, cuando la parda nube sobre los hombros de los vientos sube, y al sol empa�a crespa, y licenciosa, los rayos puros de su frente hermosa: no tiene culpa el sol, porque es ajena la sombra oscura de amenazas llena; pero que el mismo sol cause desmayos a la hermosa pureza de sus rayos, y las nubes engendre helado y fr�o, para negarse al monte, al valle, al r�o: obstinada invenci�n de otro Faetonte, pues pierde el valle lo que llora el monte: el Rey, el sol del mundo. �qui�n creyera que la tirana envidia eclipse fuera del luciente esplendor de su albedr�o, dejando oscuro el monte y seco el r�o? Salen DAVID y ZAQUEO. DAVID. �Qu� me mandas, se�or? JONAT�S. Salte all� fuera. ZAQUEO.Obedezco en la u�a. Vase. JONAT�S. (�Oh, qui�n pudiera! Aparte. Con riesgos de su vida...) DAVID.(Con la color perdida, y turbada la voz, hablarme intenta.) Aparte. Si merezco, se�or, que me des cuenta de la pasi�n que turba tus sentidos... JONAT�S.Tienen, David, o�dos el viento y las paredes, y mi aliento tiembla de las paredes y del viento. DAVID.Muy bien puedes hablar; que ellas son mudas y escuchar�n leales. JONAT�S. Con m�s dudas estoy para temellas, porque habla el viento lo que escuchan ellas. DAVID.Pues el Palacio deja. JONAT�S.�No adviertes que conmigo ha de ir la queja para mover los cielos, y en tan duros desvelos estar�, aunque sin voces la despida, el eco en asechanzas de homicida? DAVID.�De qui�n sabr� tu pena? JONAT�S. De mi pecho, con un abrazo estrecho; ll�gate a m�, David, porque quisiera, que el alma de mi pecho se infundiera en el tuyo, de modo, que lo que temo lo supieras todo; y al volverse despu�s que te informara, de cuanto te dijera se olvidara. Matarte quiere el Rey. Abr�zanse. DAVID. �Qu� escucho, cielos! JONAT�S.Llegar�n a desdichas tus recelos si en consultas los pones, porque llega a ver la envidia m�s, cuanto m�s ciega. DAVID.�Pues yo qu� puedo hacer? JONAT�S. Librarte. DAVID. �A d�nde? JONAT�S.Donde el cielo te gu�e. DAVID. No se esconde de las iras del Rey �tomo breve del mismo sol, porque en el sol se embebe huyendo de su furia. JONAT�S.Al cielo haces injuria si no guardas la vida. DAVID.Porque es de tus alientos defendida la procuro guardar. JONAT�S. L�brete el Cielo. DAVID.�En qu� he ofendido al Rey? JONAT�S. Ese desvelo no suspenda tu prisa. DAVID.En tus voces me avisa nuestro Dios de Abraham. JONAT�S. �l te defienda. DAVID.Y muera yo cuando a mi Rey ofenda. Sale ABNER por la parte que se quiere ir DAVID. ABNER. David, en tu busca vengo. DAVID.Abner, �vienes a matarme por orden del Rey? JONATAS. No fueras de la ilustre y noble sangre del tribu de Benjam�n, si turbaras las piedades que en defensa de David conmigo comunicaste. ABNER.Antes, se�or, he venido a que la piedad, si cabe en el pecho de David, quiera mostrarla: tu padre ha vuelto a sentir ahora aquella furia indomable de aquel esp�ritu fiero que le atormenta; pues sabes, gran capit�n de Israel, el remedio saludable que Dios puso en tu instrumento, ven ante el Rey a tocarle, porque sus penas se templen, porque su dolor se aplaque. JONAT�S.David, mi padre es el Rey; ven, por Dios, a remediarle. DAVID.Si t� me has dicho �oh se�or! que determin�is guardarme, �c�mo, cuando os obedezco, me fatig�is con el lance m�s apretado y terrible que ha visto en nuestras edades el sol? Si excuso el remedio, dejo en sus ansias mortales al Rey mi se�or que viva, al paso que le acompa�e mi lealtad, que ser� eterna. Pues si me pongo delante, corre mi vida los riesgos que sab�is, y soy culpable si aguardo: se�or, �qu� har�? Porque no s� aconsejarme en dos extremos opuestos de peligros y piedades. ABNER.�Qu� te aconsejas, David? La vida del Rey no aguarde tan mortales dilaciones; que si el peligro llegare de tu ofensa, por los cielos te juro que no se escape la vida que me sustenta, y muera a manos infames de un cobarde filisteo, David, si no te guardare. JONAT�S.Promesas son bien seguras, y est� en ellas de mi parte mi palabra y mi amistad. DAVID.Baste ya, Pr�ncipe, baste; basta ya, Abner, dos empe�os para mi abono tan grandes. Viva mi Rey en mi riesgo; en m� su dolor descanse; porque es de vasallo infiel, cuando tiene de su parte remedios que el Rey le pide, con temores excusarse, aunque la muerte que teme en su vista le amenace. Vanse. Sale SA�L. SA�L. Dejadme todos, que el fiero dolor que en mi pecho vive, ning�n consuelo recibe; que solo la muerte espero. Si�ntase sin reposar, y sale MEROB. MEROB. Se�or, si pena tan grave es de tu sentido ajena, parte conmigo tu pena, si es que en tu pecho no cabe; ser� la muerte suave, aunque yo llegue a morir; mi alma viene a pedir, que si la tienes amor, la pongas junto al dolor, te lo ayudar� a sentir. Dos almas en compa��a el dolor vendr� a temellas, y pues no ha de conocellas, podr� pasarse a la m�a; y si en la mortal porf�a de afligir y de matar, el dolor llega a dudar cu�l alma le est� mejor, entre tanto tu dolor te dejar� descansar. SA�L. �No has visto soberbio un r�o, que el vecino campo anega, Lev�ntanse. y a quien el paso le niega muestra m�s furioso el br�o? La presa es un desvar�o, aunque su corriente ignore; antes, porque sienta y llore el due�o tan loca empresa, viene a pagarlo la presa, sin que el campo se mejore. No hay alma que no destruya mi dolor con tal porf�a; que el que revienta en la m�a, pasar� a anegar la tuya. Mejor es que en m� se incluya dolor que en m� se engendr�: tu amor el discurso err� en quererle detener, si la presa ha de romper quedando anegado yo. Ya siento otra vez �oh cielos! repetida la inclemencia del dolor: ya no es capaz a tan poderosa fuerza toda un alma, que parece su hermosura descompuesta, que lo mortal la apadrina en caduco polvo envuelta. MEROB.Se�or, advierte... SA�L. Si quieres que yo tambi�n te aborrezca, asiste a las furias m�as, pues yo me aborrezco en ellas. D�jame, que el ver que todos sin padecer me consuelan, dilata m�s mi dolor, por ver que no hay quien lo sienta. MEROB.�Oh, cu�nto tarda David, pues minutos de su ausencia en lo sensible se�alan horas al dolor eternas! Vase. SA�L.Si el cuerpo ayuda a sentir tan inmortales violencias, ni�guese, pues es caduco a jurisdicci�n ajena; ocupe en sensible polvo, pues se compone de tierra, y no por pintarse eterno entre a la parte en las penas; sino es que piadoso quiere, como tanto me atormentan, que las penas se repartan, aunque �l participe de ellas. Salen JONAT�S, ABNER y DAVID. ABNER.Se�or, aqu� est� David. SA�L.�Cuanto el nombre me consuela! Es basilisco su vista, que sin matar me atormenta. ABNER.Pues sin verle te dar� el remedio que te niegas. Ya ves lo que dice el Rey: esos canceles le prestan tregua a su enojo: no dudes, que cuando libre le veas has de volver a su gracia. DAVID.Vuelva a su quietud primera, aunque en su desgracia viva. Vase. SA�L.Tu b�rbara inobediencia ha encendido m�s mi furia. JONAT�S.Justo es que yo te obedezca; pero en matar a David... Tocan arpa. SA�L.D�jame, si no es que intentas con tu muerte... JONAT�S. Vive t�, aunque yo tu reino pierda. Vase. Vuelve el REY a alentarse, y tocan dentro el arpa. SA�L.�Que a penas tan inmortales conceda lo humano treguas con tan descansado alivio! �Que las alternadas cuerdas de este instrumento suave arrebaten la violencia del dolor, y que lo arrojen donde su memoria pierda! �Qu� misterio es este, cielos, si el instrumento que suena trae la quietud que gozo? �Por qu� mis rebeldes penas no se han rendido jam�s a otras voces ni otras cuerdas? �Si est� el misterio en David, pues le se�ala el Profeta por var�n justo? En mis dudas tan libre el alma sosiega, que aun para pensar cu�l es de entrambos el que me templa, le falta discurso al alma, tan sosegada, suspensa, que por trabajo despide el uso de las potencias. Vuelven a tocar, y sale ZAQUEO. ZAQUEO.�Hay sosiego semejante! �Si duerme? Mas que se duerma en las pajas de la arpa, si son las pajas las cuerdas. Demonio regocijado tiene el Rey, no lo creyera aunque me lo asegurasen cuantos cursan las tinieblas. Si ya no es que este demonio, cuando se perdi� en la guerra que con los �ngeles tuvo (�qu� mal que le fue en la feria!), era m�sica de arpa, y como cay� de priesa, a�n le dieron lugar para tra�rsela a cuestas. Dej�se la arpa arriba, y quiere que le entretenga David a costa del Rey; mas por si acaso le deja, y le ha parecido bien, �qu� m�sica ser� buena que la toquen a un demonio balad�, que se contenta con el alma de un buf�n, que entristece cuanto alegra? Por Dios que es muy buena gaita, que es m�sica de taberna, y nos holgaremos ambos cuando toque y cuando beba. SA�L.�Qu� ilusi�n es esta, cielos, que estoy viendo? �El Rey despierta? ZAQUEO.Pues a mi gaita me acojo, que los demonios la templan. Vase. Lev�ntase el REY. SA�L.�David es Rey de Israel? Primero a mis manos muera. Aparece arriba DAVID con manto y corona, y el arpa a los pies, como le pintan. SA�L.�Si sue�a la fantas�a? Su imagen me representan los ya turbados sentidos: p�rpura y corona muestran su ambici�n en mis agravios, sea so�ada quimera que fabrican mis temores, o el alma juzgue evidencias: morir� ahora a mis manos, pues la obediencia me niegan Jonat�s y Abner: �Ah cuantas veces blandiendo la diestra Llega al vestuario, y toma una lanza. esta lanza, me temblaron las escuadras filisteas! No es mucho que a mi enemigo le pase el pecho con ella. Al levantar la lanza se cubre la apariencia. Desvaneci�se la sombra que me turba, y que me ciega �David? �D�nde est� David? Si es que coronarte piensas con mi muerte, �c�mo huyes, y tan cobarde me tiemblas? El dolor vuelve a afligirme, si no es que la envidia fiera que la atizan beneficios, y lealtades la despiertan. David, �d�nde est�s? Sale DAVID. DAVID. Se�or: �V�lgame el Cielo! �Qu� intentas, Rey de Israel? Se�or m�o. SA�L.Estorbar que no lo seas, pues hoy muriendo a mis manos, dar� templanza a mis penas. DAVID.El brazo de Dios me ampare. Vase. Tira SA�L la lanza al vestuario. SA�L.Desminti� el golpe la diestra, err� el tiro; pero en vano a la ejecuci�n te niegas de mi furia. �Ah de mi guarda! Quien mi descanso desea mate a David no se escape aunque el Cielo le defienda. Vase. Salen DAVID por una parte, y ABNER por otra. DAVID.�D�nde podr� estar seguro, cielos? ABNER. David, esta puerta sale al campo; el Cielo gu�e tus pasos; que la obediencia del Rey no es bien que me obligue cuando sus furias le ciegan en lo mismo que �l conoce que es injusticia. DAVID. Tan cerca siento, Abner, voces y pasos de los que matarme intentan, que es ya librarme imposible. ABNER.Gana esa puerta, y no temas pues dices f�as en Dios. DAVID.Dios me ayuda, y t� me alientas. ABNER.Guarden los Cielos tu vida. DAVID.Para defender con ella al Rey de sus enemigos. ABNER.Esa virtud es la prueba de var�n tan justo. DAVID. �Oh, Sa�l! De ti mismo te defienda el brazo de Dios. ABNER. �Qu� aguardas donde riesgos se atropellan? DAVID.Queda en paz, Abner. ABNER. El Cielo te gu�e. DAVID.Porque esta deuda reconozca mientras viva. ABNER.Con que te libres me premias. Vanse cada uno por su parte. Jornada segunda Salen NAVAL CARMELO y ZAFAIN, vejete r�stico, y otro zagal, ABIGAIL y C�FORA. ABIGAIL. Tan blanco ha dejado el suelo el esquilmo del ganado, que estando sereno el cielo, parece que ha granizado en las faldas del Carmelo. La desperdiciada lana que suelta, se desencoge, vuela por el prado ufana, y el clavel que la recoge en su regazo de grana, presume que le castiga; pues como su roja espiga la ve argentada, le cela, que es escarcha que le hiela, siendo armi�o que le abriga. El vell�n que se desata derramado en los caminos, cuando el viento le arrebata con c�ndidos remolinos, es polvareda de plata. Y la tierra, al verdor hecha, vi�ndose blanquear, sospecha que con ser, Naval amigo, su sementera de trigo, es de alj�far su cosecha. NAVAL. �Ves lo que al clavel le nieva y lo que es granizo helado, porque el monte se lo beba, lo que argenta el verde prado, y lo que el viento se lleva? Pues que me lo usurpen siento, que aunque no aprovecha, atento juzgo que es caso cruel dar yo mi hacienda al clavel, al monte, al prado y al viento. ABIGAIL. Hoy un convite has de hacer, de esquilas tres mil cabezas, y as� es d�a de placer. NAVAL.Abigail, tus franquezas han de hacerme empobrecer; y �a qui�n ha de ser? ABIGAIL. Naval, a todos nuestros zagales. NAVAL.�No han ganado su jornal? ABIGAIL.Esposo, agasajos tales, son deudas del mayoral. NAVAL. �A cu�l de los tres m�s bien podr� esta llave fiar? S�cala. Y con menos desm�n, �qui�n traer� con que os regalar de mi abundante almac�n, que todo el a�o tributa el grano en hilos maduro, la ceniza al viento enjuta, miel en barro, en sal buturo, queso en ollo, en paja fruta? ZAFAIN. Ver�s como yo lo taso. C�FORA.No dar� sin tu consejo una pasa. ZAFAIN. Ni yo un paso. NAVAL.Yo se la entrego al m�s viejo, que sabr� ser m�s escaso, y a su elecci�n se le f�a que escoja. C�FORA. Voy por tu esp�a. Vanse los tres. NAVAL. Abigail, no es exceso ese para cada d�a. ABIGAIL. Por fama, desde Far�n, tu riqueza es conocida, adonde infante le est�n meciendo en plata mullida sus dos cunas al Jord�n. Y t�, avaro, all� en la cumbre de tu adorado tesoro, sin que el dictamen te alumbre, vas envejeciendo el oro al paso de la costumbre. Vuelven a salir con algunas frutas en platos y pan, o lo que pareciere, y, extendiendo los manteles, se sientan. NAVAL.Las riquezas se conservan guardando, que es largo el tiempo: ea, extended los manteles en este florido suelo. ABIGAIL.Sentaos, pues, que mi esposo os convida. ZAFAIN. Ya lo hacemos. Salen ABISA� y ZAQUEO. ABISA�.El Dios de Jacob os guarde. ZAQUEO.S� guardar�, pues discretos nos tienen puesta la mesa aguardando a que lleguemos. NAVAL.En mal hora hay�is venido, pues turb�is nuestro sosiego. ABISA�.Con un ruego a ti, �oh Naval! de parte de David vengo. ABIGAIL.A escucharle te levanta. NAVAL.Antes no hacer caso de ellos es mejor, por no obligarlos a que mendigos y hambrientos se nos conviden: comamos, pues se volver�n en viendo que no los oigo. ABISA�. �Que el nombre de David est�s oyendo, y no hagas caso! ABIGAIL. Naval, que est�s descort�s confieso; pero yo en esta ocasi�n ser m�s divertida quiero; que en el que me env�a David, al mismo David contemplo. NAVAL.Como te llaman prudente, siempre est�s dando consejos: vos, a lo que hab�is venido referid, y sea presto. ABISA�.Si por su mujer no fuera, cuya fama reverencio, yo vengara el desacato. El que venci� al Filisteo me ha mandado que en su nombre... te diga. ZAQUEO.Aguarda; que quiero, antes que quebrar el hilo, sentarme a comer, que vengo por entretenido acerca Si�ntase. de esta embajada, y son estos los provechos de mi oficio, que han de entrarme en mal provecho. Hablar puedes ya, y vosotros podr�is escucharle atentos; Come. que yo comer� por todos. Naval, no com�is m�s queso, que os har�is rudo en dos d�as, ni t�, mayoral, de viejo, cuya barba es m�s cerrada que la bolsa de tu due�o. Lev�ntase NAVAL. NAVAL.�Oh! �Hab�is venido a enojarme, o a referirme el intento de David? ABISA�. Ese es el m�o. NAVAL.Pues que le expliqu�is espero. ABISA�.Fugitivo de Sa�l, en ese est�ril desierto de Far�n, David habita, sigui�ndole cuatrocientos de la tribu de Jud�, entre aliados y deudos. Y como no les dispensa la sequedad del terreno, fruto que parezca alivio, ya que no sea alimento; y en hondas cuevas se esconden, que son calabozos ciegos donde est�n, si no alojados, de su mismo temor presos, a ti, �oh Naval!, porque sabe que eres rico y opulento due�o de cuanto se juzga verde atalaya el Carmelo, que le socorras te ruega con algunos bastimentos: esto te suplica el hijo de Isa�. NAVAL. �Encarecimiento notable! �Qui�n es el hijo de Isa�? �No es un soberbio capit�n de foragidos? Respondedle que no puedo socorrer la sed ni el hambre que padece; pues si tengo frutos que me da mi hacienda, para el preciso alimento de mi mesa y mi familia, los he menester. ABISA�. �Resuelto a no hacerle el beneficio est�s? NAVAL. Bien pod�is volveros; que nada he de enviarle. ZAQUEO. �Nada? Que le env�as mucho entiendo, pues all� ir� lo que yo en el est�mago llevo, si no es que lo deje antes en el camino. ABISA�. Zaqueo, volv�monos a Far�n. ZAQUEO.Volv�monos; que aunque tengo satisfechas ya las ganas, como a Naval estoy viendo delante de m�, imitadas en su miseria contemplo la mendiguez, la abstinencia, el ayuno, el cautiverio de Egipto, el comer por onzas, la dieta, el mucho concierto, el mediod�a, el pan caro, y otra vez de hambre muero. ABISA�.Temo que David se irrite contra ti. NAVAL. Yo no lo temo: decid, �por qu� ha de irritarse, y m�s viendo que le niego lo que es m�o? ABISA�. �l no lo pide con rigor, sino con ruego y humildad. NAVAL. Yo no lo doy, porque me lo ha dado el Cielo para m�; mas de este modo acabo de responderos. Vase. ABISA�.�Qu� necio ha estado Naval! Yo he de buscar alg�n medio para aplacar la venganza de David, pues ya la temo. �Ay de ti, m�sero avaro, si David llega al Carmelo! Vase. ZAQUEO.�Ay de ti, vejete rancio, si a su lado entonces vengo! Vanse cada uno por su parte, y sale JONAT�S. JONAT�S. Ya por cumplir de mi amistad el voto, piso el desierto de Far�n remoto; sin fuente en que, por m�s que se congoje, los alacranes el caballo moje; sin ramo, donde en m�trica armon�a se ponga el ave a requebrar al d�a; sin hierba, de la tierra honor primero, cuyo inculto verdor rumia el cordero; y por eso jam�s aqu� es o�do, ni relincho, ni canto, ni balido. David, que la violencia huir procura de mi indignado padre, se asegura en estas cuevas; pero yo, que tengo su riesgo a cargo, a prevenirle vengo. �Si estar� en esta, que a la luz se niega? Para llamarle, a la espelunca ciega quiero acercarme; con furor me asombra: encontr� con la patria de la sombra. �Ah del abismo, donde el sol expira! Centro es oscuro cuanto all� se mira. �Ah. de la c�rcel, de pe�ascos huecos! Que como es c�rcel, prende hasta los ecos. �Ah del centro, con quien el d�a lucha! Solo el silencio es el que se escucha. O no me oye, o se enga�a mi deseo: valiente vencedor del Filisteo, qu�, �a la voz no respondes de tu fama? David, se�or, amigo. Sale DAVID. DAVID. �Qui�n me llama? JONAT�S.Quien se aventura por venir a verte. DAVID.�Ejemplo de amistad, Jonat�s fuerte! Aunque rota de tanta pena dura, al hondo centro de esta cueva oscura lleg� tu voz; y aunque es su abierta boca ancha portada que rasg� la roca, tiene otra quiebra en el pe�asco mismo, que es postigo secreto de este abismo, por donde sal� a ver (qu�solo el Cielo) qui�n me llamaba; que el mortal recelo que de tu padre tengo, le ha ense�ado todos estos rodeos al cuidado. JONAT�S.En mayor da�o el tuyo se conmuta. DAVID.Mayor que el habitar aquesta gruta adonde por sacar luz que me anime, el eslab�n al pedernal oprime, que aunque duro, llorando de congoja, son sus centellas l�grimas que arroja; y porque salen en ardiente fuga, lienzo la yesca es, que las enjuga; que en esa ciega patria del espanto, da en claridad lo que recoge en llanto, pues como en ella nunca asoma el d�a, solo es luz material la que me gu�a. JONAT�S.M�s crecido es tu mal (�suerte penosa!) DAVID.M�s crecido que el hambre que me acosa, v�bora lenta, que aunque es corto el trecho hasta que llegue a la regi�n del pecho, voraz por sendas de tristeza llenas, va apurando la sangre de mis venas. JONAT�S.M�s fuerte el riesgo es, m�s se acrecienta. DAVID.�M�s fuerte que la sed que me atormenta? Pues envidio en tan b�rbara inclemencia del bruto luchador la providencia, que este alivio a s� mismo se le debe, pues de sus manos el humor se bebe: sediento imito en ese centro angosto, latiendo al can en la estaci�n de Agosto. JONAT�S.Es m�s grande. DAVID. �Excederle no procura la sed, el hambre y la caverna obscura? JONAT�S.No. DAVID. Dilo, pues, que decirlo el labio ordena. JONAT�S.�Decirlo el labio ordena? �Sabe el Dios de Abraham y con qu� pena! Mas callarte el peligro es agraviarte, puesto que es m�s terrible que el faltarte en cueva, en sed, en infortunio hambriento, la luz del sol, el agua y el sustento. Tres mil de los escogidos de Israel, para prenderte ha conducido mi padre, y desde Ramata viene, adonde es su plaza de armas, con esta tropa de gente, para atajarte los pasos: t�, que en lo incauto pareces al irracional que habita bruto montaraz albergue, que acosado del estruendo de bocinas y lebreles, busca donde se asegure; aseg�rate, pues sientes los pasos del cazador, antes que en la red tropieces; no le hagas rostro al peligro. DAVID.Si es que matarme pretende Sa�l, como a mi noticia ha llegado, que me ofrece seguro para que vaya a repetir, como siempre se ha hecho, la preeminencia de que a su mesa me siente, de las Calendas del d�a que en nuestro idioma se entiende el primero del mes, y hoy, que ha llegado este solemne d�a en el hebreo rito, me llama, �qu� enigma es este, que lisonjea y castiga? �O c�mo se compadece prevenirme el agasajo con desearme la muerte? JONAT�S.Para interpretar mejor su intento, �qu� te parece que podr� hacer yo? Que en todo que a tu elecci�n me sujete es justo, como al cincel el d�cil tronco obedece. DAVID.Pues, Jonat�s, quien sospecha un peligro y no le teme, desesperado se mata a s� mismo; y pues comete en su vida el homicidio que proh�be Dios, ya ofende el Dec�logo sagrado, que con su dedo presente nuestro gran legislador grab� en m�rmoles rebeldes; y as�, el asistir reh�so en el festivo banquete. Y si acaso preguntare por m�, podr�s responderle que me envi� a pedir la ilustre tribu de Jud�, que fuese a hallarme en los sacrificios que hace Bel�n al Dios fuerte de los ej�rcitos, donde en la sangre de inocentes v�ctimas se explica el celo, la fe en aromas trasciende. Y por eso te rogu� que esta disculpa le dieses de mi parte; y si la admite afable, es se�al que miente la negra nube, que densa rayos contra m� promete. Mas si de o�rla se enoja, es darme a entender que el vientre del condensado vapor, para fulminarme, ardientes abortos encierra, hijos de congeladas pre�eces. JONAT�S.Pues yo me prefiero a darte el aviso. DAVID.�Y de qu� suerte, si para vernos los dos hay tantos inconvenientes? JONAT�S.Pues nos hemos acercado a aqueste sitio eminente, donde el pabell�n del Rey se ha de plantar, esconderte podr�s entre aquellas rocas. Y si desde all� advirtieres, que yo, como que en el blanco me ejercito, un arp�n leve pongo en el arco, y le tiro, volverte a la cueva puedes, pues te servir� de aviso, de que hall� indicios crueles en mi padre; mas si el brazo sobre la cuerda pusiere la flecha, y al dispararla la ejecuci�n se suspende, asegurado del riesgo, te podr�s llegar alegre donde yo est�, pues con esto te dar� a entender que quiere la suerte que tus trabajos tengan fin. DAVID. �Que resolverte podr�s a tan grande empe�o! Mira bien lo que prometes, Jonat�s. JONAT�S.En este pacto que hago con David, ponerte quiero por testigo a ti, gran Dios, que contra la plebe incr�dula un tronco basto hiciste escamada sierpe; porque permitas si yo, enga�oso no cumpliere lo que ofrezco, que los mismos peligros que David teme, vengan sobre m�; y si acaso es tu voluntad hacerle Rey de Jud�, en tu sagrada presencia �l tambi�n me ofrece que usar�n de piedad todos sus heroicos descendientes con los m�os, as� a ellos, de tu mano ungido Rey, para que aquesta amistad hasta los hijos la hereden. DAVID.As� lo ofrece David. JONAT�S.As� Jonat�s lo ofrece. DAVID.Pues ya que el contrato hacemos, firmarle los brazos pueden, porque el tiempo no le anule, ni el olvido le cancele. Tocan cajas y trompetas. JONAT�S.Este estruendo nos avisa que el Rey llega. DAVID. De su gente veo ya el tropel, �qu� haremos? Pues mientras de afecto ardiente llevados, nos divertimos, se han acercado de suerte, que parece que hacen alto las escuadras. JONAT�S. A ponerme voy entre la armada tropa, para que mi padre piense que vine en la retaguardia: t�, con paso diligente, al puesto que he se�alado te retira. DAVID.A lo que hicieres, desde all� he de estar atento. JONAT�S.Yo har� que presto interpretes el aviso de la flecha. Vase. DAVID.Tu lealtad el cielo premie: ya han armado el pabell�n del Rey sobre el campo est�ril, y para la ceremonia del convite, puesta tienen la mesa al Rey de Israel, para que a comer se siente: los Pr�ncipes de las tribus acompa��ndole vienen. El pr�ncipe Abner tambi�n, que lugar, como yo, tiene en este p�blico acto, ya se sienta, a quien sucede Jonat�s, mi firme amigo; mas junto al Rey, me parece que un lugar est� vac�o; sin duda es el que previenen para m�; con Jonat�s col�rico se enfurece Sa�l, �qu� ser� la causa? Pues a levantarse vuelve de la silla; todos hacen lo mismo, el enojo crece, y derribando la mesa, fuego por los ojos vierte. Ruedan desde el vestuario al tablado algunos platos con servilletas. A esta parte se encamina: �speras rocas, valedme. �ntrase a esconder entre unas pe�as que hay en un monte, no parece hasta su tiempo, y sale deteniendo ABNER a SA�L, y delante, como que huye, JONAT�S. ABNER. Aplaca el feroz semblante. JONAT�S.Templa el airado poder. SA�L.Castigarle quiero, Abner; no te me pongas delante. ABNER. Se�or, oye. MEROB. Padre, espera. JONAT�S.Porque su error reprend� se indigna, y porque le di la excusa de David. SA�L. �Muera David! Pero satisfecho de no encontrarle jam�s estoy, porque Jonat�s le esconde dentro del pecho. Mas pues castiga igualmente de nuestra justicia el rito al que comete el delito y al que encubre al delincuente, apartaos, que aunque me arrojo contra lo que amor discurre, tambi�n Jonat�s incurre en la pena de mi enojo. MEROB. Guardar a David, entiendo que ha sido acierto, y no error. ABNER.En dar a David favor, m�s te obligo que te ofendo. SA�L. �Que a los dos a un tiempo os mueva tan mal fundada opini�n! MEROB.Esto apoya mi atenci�n. ABNER.Esto mi discurso aprueba. MEROB. Af�rmelo un argumento. ABNER.Otro argumento lo diga. SA�L.Pues decid, �en qu� me obliga? MEROB.Atento escucha. ABNER. Oye atento. MEROB. Un despe�ado arroyo, que campea desde el Tabor, en cuya cumbre mana, lanza de plata es, que corre ufana a quebrarse en el mar de Galilea. Mas tuerce el curso en que morir desea, topando acaso en una roca anciana, y en vez de hundirse entre la espuma cana, sierpe argentada por la playa ondea. Si al risco, que le estorba el parasismo, grato se muestra hasta un raudal escaso, t� que te precipitas de ti mismo, no culpes, cuando corres al fracaso, que te amenaza el mar de un ciego abismo, que se te ponga Jonat�s al paso. ABNER. Tiene el L�bano un �rbol, planta rica del saludable fruto trascendiente, cuya ra�z, que en el sitio est� pendiente, echa fuera los lazos que rubrica. Y una palma, que al f�rtil hombro aplica, por no hacer su ca�da contingente, le est� besando el pie, que amargamente de arom�ticas l�grimas salpica. Es el resabio en ti de un odio injusto, la ra�z que revienta mal sufrida; Jonat�s palma, si �rbol t�, robusto; pues a un tiempo aplic� con fe advertida la boca del respeto a tu pie augusto, pero el hombro del celo a tu ca�da. SA�L. Convencerme es vana empresa cuando vengarme procuro, pues teniendo mi seguro, faltar David de mi mesa en tal d�a, que es, confieso, menosprecio declarado, y el haberle disculpado Jonat�s, fue loco exceso; y as�, aunque raudal he sido, que libre empieza a correr, y �rbol que se va a caer, del terreno desasido; no he de parar, si el tes�n de mis ondas no desmaya, hasta entrarme por la playa del mar de mi indignaci�n. Arrancar� mis ra�ces rodando hasta el verde centro del valle, que al duro encuentro ver� ajado sus matices. Podr� ser, si el risco bronco, o si la palma eminente hace estorbo a mi corriente, sirva de arrimo a mi tronco, cuando despe�ado baje, o cuando arrancado llegue, que uno su cerviz anegue, y otro sus ramas desgaje. Vase. MEROB. Sig�mosle. ABNER. Gran desvelo. Me da el ver su rostro airado. MEROB.�A mi padre has enojado? Vanse los dos. JONAT�S.Hermana, qui�relo el cielo. Pues para guardar la vida de David, me hace instrumento; pero ya avisarle intento, pues la flecha prevenida tengo, y el arco, y culpaba la tardanza a mi cuidado. Hace que toma de adentro una flecha y arco, y DAVID se ve entre las pe�as. DAVID.Como estoy tan apartado, no o� lo que el Rey hablaba; mas ya mi atenci�n acecha de Jonat�s el aviso. JONAT�S.El disparar es preciso, pues ya... Al tirar, sale SA�L por la misma parte. SA�L. �T� con arco y flecha? JONAT�S. Mi padre ha vuelto, cruel, Aparte. (cuando pienso que se aleja. �No son armas que maneja la milicia de Israel?) DAVID. El Rey volvi�. SA�L. �Y con qu� fin tiras ese arp�n veloz? JONAT�S.Por si entras en la feroz provincia de Filist�n: matar yo con valent�a mucho b�rbaro tropel, para ejercitarme en �l, blanco de aquel tronco hac�a. SA�L. Cuando a encontrarte he querido volver, por darte ocasi�n de que me pidas perd�n de tu culpa convencido, con juvenil ardimiento, sin darte ning�n cuidado que yo me fuese enojado, �flechas disparas al viento? Deja el tiro, y no presumas con soberbia imitaci�n, por parecerte a ese arp�n, vestirte de vanas plumas. Baja el arco. JONAT�S. Ya te obedezco: el riesgo miro, pues ve que suspendo el tiro David, y presumir� que es darle a entender que puede llegar seguro, aunque est� aqu� el Rey. DAVID. �Si llegar�? Pues asegurarme puede el ver que no ha disparado Jonat�s. SA�L.M�s por m� hicieras si adiestr�ndote estuvieras, no contra el robusto airado filisteo en fiera lid. DAVID.Yo llego. JONAT�S. �l viene: �hay mayor mal! Pues �contra qui�n, se�or? SA�L.Contra el pecho de David. JONAT�S. �l mismo me ha dado asunto por donde el remedio espero, pues por no enojarte quiero, ahora que al blanco apunto, adiestrarme desde aqu�, para que no yerre el pecho de David. SA�L. Muy satisfecho me dejas. JONAT�S. �Disparo? SA�L. S�: y aunque fingida la acci�n, la flecha vaya derecha. JONAT�S.Pues haz cuenta que esta flecha le acierta en el coraz�n. SA�L. Eso s�. DAVID. Lo que me empe�a a llegar, me vuelve atr�s: �qu� har�? Tir� Jonat�s; que huya me dice esta se�a. Dispara hacia dentro. SA�L. �Acertaste? JONAT�S. Yo conf�o que en David lo mismo har�. Vase DAVID por donde estaba. SA�L.Ahora s� que podr� decir que eres hijo m�o: busqu�mosle entre los dos; que uno ha de ser su homicida. Vase. JONAT�S.No es posible; que su vida corre por cuenta de Dios. Vase. Salen ABISA�, ZAQUEO y soldados. ABISA�. �D�nde David estar�? no rehus�is el decillo, cielos: �d�nde el gran caudillo de la tribu de Jud�? Sale DAVID. DAVID. A hallar abrigo tan cierto, amigos, viene David. Dentro ABNER. ABNER. Esa senda, es muy fragosa. Dentro SA�L. SA�L.Aunque es �spera, la sigo por buscar a mi enemigo. DAVID.Mirad c�mo ya me acosa. SA�L. S�gueme, Abner. ABNER. La aspereza los pasos me va cerrando. DAVID.Mi riesgo se va acercando; desta cueva fortaleza haremos: denos sagrado en su obscura lobreguez ahora, pues otra vez hospedaje nos ha dado. Ea, todos los dem�s entren delante de m�, porque yo y Abisa� nos quedaremos atr�s. ABISA�. Entra t�. ZAQUEO. Haga esas pruebas otro, haga otro la gu�a; que yo tengo antipat�a grand�sima con las cuevas. ABISA�. Pues yo entrar�; que arrogante llega el Rey en nuestro encuentro. Ven, David. DAVID. Ya busco el centro. Entran en la cueva. ZAQUEO.Entrar�, pues van delante; ya el encubrirnos os toca, cueva hermana, en tal aprieto; mas �c�mo tendr� secreto quien jam�s cierra la boca? Sale SA�L con un capote rojo o manto. SA�L. Gente parece que ha entrado en ese centro escondido; y aunque Abner se me ha perdido, y Jonat�s ha marchado por otra parte, rigiendo otra escuadra de soldados, por ver mis pasos logrados, aqu� solo entrar pretendo, por ver si a David yo mesmo hallo. (�Qu� horrible es y fea la gruta!) Entrar�, aunque sea un bosquejo del abismo. Salen DAVID y ABISA� por la otra parte. DAVID. Como tenemos la entrada de la cueva tan enfrente, y est� oscuro, f�cilmente se ve que por la rasgada quiebra entr� Sa�l. ABISA�. Y ve mal, que sin tino ac� ha guiado los pasos. DAVID. Ponte a mi lado, y en el Cielo confiemos. Sale SA�L, como que no ve. SA�L. Como de la claridad vengo aqu�, donde anochece, deslumbrado me parece, que es mayor la oscuridad; ciego, solo horrores sigo. Andando. ABISA�.David, ya el d�a lleg� en que Dios te prometi� entregarte a tu enemigo, porque a tu elecci�n se entienda que la venganza ha de ser. DAVID.No permita su poder, que yo al Rey ungido ofenda. Antes t�, en peligro igual, porque mi lealtad se crea, tr�eme encendida una tea. ABISA�.Voy a herir el pedernal. Vase. DAVID. Llegar�, sin ser sentido, al Rey. SA�L. �Que ya que desde�a la vista darme una se�a, no se la deba al o�do! DAVID. Por fundar m�s lo que tanto le bastaba a persuadir, le voy procurando asir la orla del regio manto, cort�ndole parte poca, aunque al decoro me atreva. SA�L.Como he torcido la cueva, perd� de vista la boca. Con un cuchillo le corta un pedazo de la capa. DAVID. Logr� mi mucha osad�a: toqu� a Sa�l: �qu� conflito! Ya he cometido el delito: vendr� a pagarle alg�n d�a. SA�L. Hacia all� una antorcha luce, norte inquieto, pues al paso se mueve su ardor escaso del mismo que le conduce: �si en prender este traidor alg�n exceso se atreve? �D�nde est�s, David aleve? Sale ABISA� con la tea encendida, y al volver SA�L halla a sus pies a DAVID. DAVID.A tus pies, Rey y se�or. SA�L. T� junto a m�: �qu� disculpa tendr�s, sino que matarme quieres? DAVID.Antes de escucharme, no me adjudiqu�is la culpa. Lev�ntase. Pero en indecencia toca que a Sa�l, Rey de Israel, le cubra en vez de dosel el techo de aquesta roca. T�male la tea. Sal de ese albergue, que en vano el sol verle procur�; que para alumbrarte, yo la luz llevar� en la mano: s�gueme sin ir sujeto al recelo; que en tal caso, para asegurarte el paso va delante tu respeto. Andan. SA�L. Si viene lleno de enojos, �c�mo mi furor sosiego? DAVID.Es que entraste al venir ciego, pero al salir ven tus ojos; mas �no ves la claridad que otra antorcha te previno, que hasta o�rme a�n te imagino dentro de tu ceguedad? Entran por donde salieron, y dan vuelta al tablado, saliendo por la boca de la cueva. SA�L. Ya veo el zafir azul, y ya el superior lucero, y ya tu disculpa espero. DAVID.Pues oye, invicto Sa�l. Supremo Rey de Israel, ya que cruel tu castigo tanto ha que pisa la senda, nunca hollada del delito, para obligarte a mis iras, o darte menos motivos de que en esta humilde garza, real nebl�, ti�as el pico: desde el pr�logo primero de mi vida, determino ir hojeando los sucesos, por si los borr� el olvido de tu memoria, aunque en ella era justo, era preciso, rey y se�or, que estuviese encuadernado este libro. Cuando de escuadras armadas, de crespos blancos armi�os, en las floridas campa�as era r�stico el caudillo, siendo bengala el cayado, y arn�s c�ndido el pellico, enviaste a Isa� a mi padre con amorosos indicios, a rogarle que enviase a tu corte, y aunque he dicho que le rogaste, esta vez t�rmino impropio no ha sido; que entonces fue el ruego en ti l�cito, pues aunque afirmo que tiene en lo temporal un rey superior dominio, son tributos reservados solo para Dios los hijos. Mas mi padre a tu presencia me envi�, y los �speros riscos que antes pisaba en el monte, troqu� en los jaspes bru�idos del Palacio, donde hall� en la p�rpura de Tyro tambi�n escondido el �spid, cuando enga�oso y nocivo presum� que le dejaba emboscado en los tomillos. Aquel esp�ritu impuro, que en ti empez�, fue ministro de la justicia de Dios, por haber dejado vivo al Rey de Amalech: meti� en tu pecho perfidio su rabia infernal, haciendo que airados y enfurecidos tus ojos, vertiesen fuego, y no llanto compasivo, y en tu boca fuesen bascas los que iban a ser suspiros. Mas yo, cuando a tan ardiente pasi�n estabas rendido, manejaba el instrumento, y tu intolerable abismo, de aquel sonoro bele�o blandamente adormecido se iba quedando, pues prontos los dedos ya, y ya remisos, al rebatir de las cuerdas, lo que en ellas fue gemido, sin dilaci�n en tu pecho se pasaba a ser alivio. �Qui�n creyera que una dulce cadencia hubiera rendido de tan pesada cadena los eslabones prolijos? �Inescrutables secretos de Dios! pues para este auxilio orden� su Providencia que en tanto que a su albedr�o mi ganado hollaba el valle, yo, entregado al ejercicio sonoro, estuviera en �l tan diestro, que cuando herido le sonaba el instrumento en la quiebra de alg�n risco, naturalmente ayudadas all� de lo insensitivo, era cada oveja un m�rmol, suspensas al dulce hechizo del arpa; y si alguna dellas le interrump�a, medido el acento de su voz, con el contrapunto m�o, aunque a su madre llamaba con amoroso cari�o, parec�an, siendo quejas, consonancias los balidos. De las huestes filisteas asustado, con las tribus de Israel fuiste marchando hacia el valle Terebintho. Y estando tu campo a vista del ej�rcito enemigo, vimos salir de sus reales un corpulento prodigio de estatura formidable; vest�a un arn�s, que quiso, por ser drag�n de metal, que la fragua y el martillo se le grabasen de escamas, con un escudo de limpio acero cubierto el pecho, un corvo alfanje ce�ido, y todo un �rbol por lanza, que sin fatiga o perjuicio del brazo, de hojas desnudo, como de estragos vestido, nacido hab�a en aquel monte de miembros macizo. Plantado entre los dos campos, a singular desaf�o llamaba a uno de los nuestros; pero todos, escondidos entre el temor y el silencio, no se hallaban a s� mismos. Y yo, viendo que un profano id�latra, incircunciso, cargado de infame duelo dejaba el pueblo escogido de Dios; para el duro encuentro, licencia, Sa�l, te pido; y aunque dudoso a mi instancia, me concedes que al peligro me arroje, y para el combate mandas que tu yelmo mismo me pongan: dasme tu espada: con respeto me la ci�o. Mas para ver si veloz o torpe el acero esgrimo, hago la prueba, y el brazo, no acostumbrado al estilo de tales armas, se hall� tan extra�o en su ejercicio, que por no ponerlo en duda, quit�ndomelas, elijo cinco piedras de un arroyo, el cayado al brazo aplico, la honda rodeo al cuerpo, y armado del temple fino de la fe, que es peto fuerte, hecho a prueba de peligros, a vista del filisteo la verde palestra piso. Despreci�me su arrogancia, pero irritado y movido de mis razones, dispuso hacer batalla conmigo. La honda tomo, y una piedra tan cierta a su frente env�o, que juzgue que la sirvi� de precepto el estallido; con que sus vitales basas quebradas, al suelo vino aquel de naturaleza desmesurado edificio. Y quit�ndole el alfanje, la cabeza le divido de los hombros, que en mi mano pendi� de sus bastos rizos. Su gente huy�, y en su alcance tus caballos impelidos para que se detuviesen los llamaban a relinchos. Este fue mi primer triunfo, este, Sa�l, fue el principio con que asegur� en tu mano el cetro, sin otras cinco victorias que en nombre tuyo mi valor ha conseguido, para establecerte el reino, que goces felices siglos. �Pues por qu�, se�or, el odio tanto ha de poder contigo, que huy�ndole a tu rigor el rostro airado y esquivo, me ha de tener siempre el monte por su hu�sped foragido? Cuando de Jerusal�n sal�, y llegu� peregrino a Niobe; Ahimelech, sacerdote, conmovido de ver mi hambrienta miseria, me dio los panes acimos, aunque estaban reservados para los sacros ministros del templo, porque en la ley dispens� all� lo preciso de la piedad; y t�, airado, despu�s que te dio el aviso Doeg Idumeo, que entonces presente fue al beneficio mandaste que Ahimelech fuese pasado a cuchillo porque alivi� mis trabajos, con otros ochenta y cinco sacerdotes del Se�or. �Qu� constituci�n, qu� rito manda que la caridad sea capaz del castigo? �Cu�ndo la piedad fue rea? �Cu�ndo se vio en el suplicio el hacer bien? �Ni qu� imperio, sino el tuyo, ha establecido que fuesen las buenas obras confirmadas por delito? �Por qu�, se�or, me persigues, cuando en lo leal imito al can, que pisado acaso del due�o, aunque sienta esquivo dolor, mir�ndole al rostro, le saluda con cari�os, lami�ndole el pie, que fue instrumento fortuito de su da�o, en vez de dar, col�rico y vengativo, al desenojo la presa, y la querella el ladrido? �En qu� te ofend�? Si acaso las finezas, los servicios son cr�menes contra ti, muchos, Rey, he cometido. El Se�or entre los dos sea Juez; y si el registro de mis cargos fuere cierto, recto pronuncie el castigo. La muerte te pude dar en la cueva, y para indicio desta verdad, reconoce este trozo dividido de la orla de tu manto; que la oscuridad y el sitio permiti� que le cortara, cuando pudiera atrevido matarte, y que este sea el postrero beneficio, Sale ABNER. y el mayor; porque revoques, Se�or, el decreto imp�o de tu indignaci�n, en tanto que el aire en su imperio limpio, la tierra en su vasto seno, el agua en su centro fr�o, el fuego en su esfera ardiente, son desta verdad testigos; pues con leal vasallaje a tus Reales pies me rindo. SA�L.Alza, David: (aqu� es fuerza Aparte. torcer el tes�n remiso de mi enojo, y m�s hallando tan contingente el peligro, por verme entre mis contrarios.) Yo te otorgo cuanto has dicho. Mas como tal vez el odio en un pecho envejecido reverdecer suele, es bien que te apartes de m�: aplico al t�sigo de mi enojo el ant�doto preciso de la distancia; David, vete en paz. DAVID. Tu gusto sigo. SA�L.�Que a dividir un pedazo del regio manto que visto, osara! �Ah, Samuel sagrado, c�mo acordarme has querido de cuando te rasgu� el tuyo! Tristes presagios prolijos de la divisi�n del reino de Israel todos han sido. �No te vas? DAVID. Ya te obedezco: los que en la cueva conmigo entraron, �a d�nde est�n? ABNER.Por la otra quiebra han salido, que corresponde hacia el llano. DAVID.Pues ven, que ya que me libro por ahora de Sa�l, a los contornos floridos del Carmelo marchar quiero, a castigar el delito del necio Naval. SA�L. David, yo deseo ser tu amigo, pero lejos de ti. DAVID. Yo, como a Rey por Dios ungido, reverenciar� tu nombre desde el m�s remoto sitio. SA�L.�Ah, Samuel santo! Tu mano les deshereda a mis hijos. Jornada tercera Sale ABIGAIL por lo alto de un monte con muchos villanos, con cestas de presente; y por lo alto de otro monte DAVID, ABISA� y soldados tocando cajas. ABIGAIL. Aquel es el Herm�n, basa del cielo. DAVID.Aquellas son las cumbres del Carmelo. ABIGAIL.Pues publicad con r�sticas canciones, que a David le llevamos estos dones. DAVID.Pues ya que ir contra Naval pretendo, d�galo a voces el marcial estruendo. ABIGAIL.Y al dulce son moved el paso ufano. DAVID.Y al son del parche descended al llano. Empiezan a bajar, tocando a una parte clarines y cajas, y a otra cantando lo que se sigue, todo a un tiempo. M�SICOS. Porque David el fuerte alegre las reciba, pobres demostraciones la Fe las hace ricas. DAVID. �No o�s lo dulce de uno y otro acento? ABIGAIL.�No escuch�is el rumor que asusta el viento? DAVID.�No veis r�stica tropa que desciende? ABIGAIL.�No veis marcial tropel que el monte hiende? ZAQUEO.Y es gente de Naval, seg�n promete: s�colo por el rastro del vejete. ABISA�.Y escuadra es de David; �no ves con br�o, largo hasta en meter guerra aquel jud�o? DAVID.Si me embiste con vanas esperanzas, muera en nombre del Dios de las venganzas. ABIGAIL.Si David viene a darnos el castigo, mi humilde rendimiento va conmigo. DAVID.Pues volved a tocar, porque marchemos. ABIGAIL.Pues cantad otra vez, y caminemos. Tocan, y vuelven a cantar, y bajan al teatro. ABIGAIL.De rodillas. Heroico caudillo hebreo, la que est� a tus pies rendida es Abigail, que humilde besa la tierra que pisas. Juzga, que la inobediencia de mi esposo ha sido m�a, y como culpada en ella, a m� sola me castiga. No arruines los contornos del gran Carmelo, ni ti�as de nuestra sangre las flores, con que su falda matiza. Ya muerto Naval, mi esposo, a esta acci�n se determina esta tu esclava, que ufana conduce pobre familia, para traerte, se�or, dones que, aunque no consigan ser obras de la opulencia, son del deseo primicias. DAVID.Abigail la prudente, �para qu� a mis pies te humillas, cuando te sube tu nombre sobre las estrellas mismas? Bendito el Dios de Israel sea, que con su divina mano te trujo a mis ojos; el lenguaje con que explicas tu humildad, bendito sea; pues t�, Abigail, bendita delante del Se�or eres, como entre todas las hijas de Si�n; que sola t� pudieras templar las iras de David, pues tus palabras, m�s que tus dones, me obligan. Recibid agradecidos esto que Dios nos env�a: Abigail, satisfecha de tu virtud, la divina providencia del gran Dios, que sea tu esposo me avisa. ABIGAIL.En mi humildad la obediencia, mis aciertos acredita. DAVID.Dichoso ser� en tus ojos. ABIGAIL.Contigo aumento mis dichas. DAVID.Vete en paz; que el horizonte que viene la noche avisa. ABIGAIL.El Dios de Jacob te gu�e. ABISA�.Discreta y hermosa, admira. DAVID.Una inclinaci�n honesta ac� en la idea la pinta. ABIGAIL.Un halag�e�o respeto a que le admire me obliga. DAVID.A las dem�s aventaja, como, de n�car vestida, vence a las plebeyas flores la rosa entre las espinas. ABIGAIL.Bizarro a todos prefiere, cual suele en selva florida el �rbol que lleva el fruto, que grana y oro matizan. DAVID.Cual bello espeso cabr�o del Galad, se precipita su cabello por los hombros, se despe�a en ondas ricas. ABIGAIL.En lo atractible, parece que al fragante cedro imita, que sobre el L�bano prueba su incorruptible hidalgu�a. DAVID.Toda es perfecta a los ojos. ABIGAIL.Todo es amable a la vista. DAVID.Bend�gala siempre el Cielo. ABIGAIL.Siempre el Cielo le bendiga. DAVID.H�gala el clar�n la salva. ABIGAIL.Y vuestras voces repitan de David las alabanzas. DAVID.El sol su belleza envidia. Tocan cajas y clarines, y �ntranse ABIGAIL y sus pastores, cantando a un mismo tiempo, y qu�danse DAVID y ABISA�. DAVID. �Qui�n de vosotros se atreve a bajar a la campa�a conmigo? Porque a esta haza�a nuestro Dios mis pasos mueve. El Filisteo cercado tiene a Sa�l, y ha de ver que no le quiere ofender quien su vida ha asegurado, ya viene el silencio mudo de negras sombras cubierto, y bajar quiero al desierto, donde Dios librarme pudo de los sangrientos rigores de Sa�l. ABISA�.Yo bajar� contigo, que estimar� tus peligros por favores. DAVID. Imitas en el valor a Joab tu hermano. ABISA�. Intenta, pues Dios tus pasos alienta, un hecho heroico, se�or. DAVID. Al campo del Rey iremos. ABISA�.Osar� morir contigo. DAVID.Que quiero que seas testigo de mi intento. ABISA�. Pues lleguemos. DAVID. Es menester una esp�a para lograr mi deseo. ABISA�.Soldados tienes, Zaqueo. Apar�cese ZAQUEO en lo alto del monte. ZAQUEO.Solo a m� me llama el d�a, y ha de salir sin nublado. DAVID.El temor puedes perder. ZAQUEO.Ya no tengo que temer; que lo tem� adelantado. DAVID. Ven conmigo. ZAQUEO. �Qu� ligero que lo pronunci�is! DAVID. En vano te excusas. ZAQUEO. Es que en lo llano me espera el sepulturero. ABISA�. Ea, hemos bajado al llano. ZAQUEO.No es muy llano el bajar yo. DAVID.Aunque la noche form� sombras de silencio vano, en cuyos negros tapices nuestro horizonte se encubre, el pabell�n se descubre del Rey. ABISA�.Pues, se�or, �qu� dices? DAVID. Que he de entrar en �l advierte; que para este grave empe�o Dios les ha infundido un sue�o, que parece que la muerte descansa en �l tan segura, que si el sol los alumbrara, nuestra vista los juzgara lienzos de vana pintura. Postrados en tierra est�n como flores que se hielan al cierzo, hasta los que velan. El campo todos me dan, por divina permisi�n: generoso aliento, llega, que el sue�o y la sombra ciega dan a mi intento ocasi�n. Una antorcha est� encendida en el pabell�n Real. Sa�l duerme. ABISA�. Sea fatal noche de su ingrata vida. Si es tu enemigo mayor, que te amenaza y persigue, tu seguridad te obligue; dale la muerte, se�or. DAVID. �Qu� dices?�Qui�n te priv� el seso? Es de Dios ungido el Rey, y t�, inadvertido, �quieres que le mate yo? Si solo porque atrevido a su ropa os� cortar la orla, para mostrar mi inocencia, perseguido de su tirana violencia, en la m�a no hallar� abrigo alg�n tiempo, que Dios me ha dado esta sentencia: �advierte si ahora osara poner la mano �ay de m�! violenta en el Rey aqu�, el castigo que esperara! No pondr� violenta mano en el ungido de Dios. ABISA�.�A qu� venimos los dos? DAVID.No a un hecho tan inhumano; ya veo a la cabecera su lanza. ABISA�.Pues si me das licencia, David, ver�s..., DAVID.Si tu labio persevera en su ofensa, �vive el Cielo... ABISA�.Entra, y tu enojo reprime; (�que las piedades estime m�s que su mismo recelo!) Aparte. DAVID. Zaqueo se ha de quedar fuera, por si algunas guardas... ZAQUEO.Con tu ausencia me acobardas. ABISA�.�Pues no sabr�s avisar si en el peligro nos ves? ZAQUEO.Primero, si en �l me veo, he de avisar a Zaqueo, que ponga en cobro los pies. ABISA�. �Que tantas veces te f�es de Sa�l! �Qu� gran simpleza! DAVID.Yo he de vencer su dureza a puras lealtades m�as. Vanse. ZAQUEO. Pintan al sue�o y la muerte en todo muy parecidos, pues yo soy de los dormidos con un gato que despierte. Cualquier estruendo importuno me da asombros, me da espantos. Si todos duermen, de tantos �no podr� roncar alguno? Bien pudi�rades, Dios m�o, tambi�n hacelles callar; pero pienso que el roncar entra en el libre albedr�o. Ning�n remedio se aplica, porque a estas muertes se ignora, al cocodrilo si llora, y a la v�bora si pica; el basilisco mirando, fingiendo la voz la hiena, enga�ando la sirena, y los soldados roncando. Con la voz terrible y bronca hablan los que est�n ri�endo; �pero que estando durmiendo quieran echarme una ronca? Dentro ABISA� y DAVID. ABISA�. D�jame, Se�or. DAVID. Detente. ABISA�.Yo excusar� tu peligro. ZAQUEO.Ea, ya despierta el mundo, y me han de matar a gritos; que matar a un hombre a palos, ni es novedad, ni es capricho. Sale ABISA� con la lanza, y deteni�ndole DAVID. ABISA�.D�jame, David, que tome venganza de tu enemigo; que con la herida primera, de mi heroico aliento f�o que se excuse la segunda. DAVID.Para ser grave delito basta tu imaginaci�n, pues te da traidores br�os; muestra, Abisa�, su lanza; que esta prueba me permito D�sela. para que conozca el mundo, pues los cielos ya lo han visto, que perseguido le guardo, y le perdono ofendido. Como es tan seco el desierto, sin fuente, arroyo, ni r�o, de otros campos traen el agua al Rey; que en su tienda vimos de agua un peque�o barril. ABISA�.�Pues qu� intentas? DAVID. Determino que sea la segunda prenda que me sirva de testigo, que no le mat� pudiendo, pues le tiene Dios dormido; entra, Zaqueo, por �l. ZAQUEO.Eso no est� muy bien dicho, ni en su lugar, si los tres a ser piadosos venimos, �c�mo env�as por el agua a su mayor enemigo? Que la har� dos mil afrentas, permitiendo, vengativo, que ande mientras viva en cueros, con los pasos mal medidos. DAVID.Acaba. ZAQUEO. Vaya en mi ayuda el que cri� a los jud�os. Vase. ABISA�.Pues, David, si nos volvemos antes de ser conocidos, �c�mo sabr�n que eres t� quien pudo en letargo fr�o dar la muerte al Rey? DAVID. Ver�s, que me descubro y me libro. Saca ZAQUEO un barril peque�o. ZAQUEO.Calla, v�late el diablo, �quieres que seamos sentidos? DAVID.�Por qu� no vienes callando? ZAQUEO.Ese pleito no es conmigo; viene cantando una rana en el barril, y el ruido nos puede echar a perder. DAVID.Tus miedos te lo habr�n dicho: porque aunque en �l estuviera, es tan breve y corto el sitio, que por ser tan poca el agua, no cantar�. ZAQUEO. Pues yo he visto no a una rana, sino a muchas, cantar en medio cuartillo. DAVID.Subamos al monte ahora. ZAQUEO.Por ser tan breve el camino, ir�, si me das licencia, al Carmelo. DAVID. Este servicio te premiar� tu cuidado. Di a Abigail que a los limpios albores del sol ir� (pues son decretos divinos) a ser dichoso en sus ojos. ZAQUEO.La moza lo ha merecido porque cuando no tuviera m�s dulce y sabroso hechizo, que ser liberal, bastaba para casarla conmigo. Vase. Suben al monte DAVID y ABISA�. DAVID.�Ah, soldados! los que al Rey guard�is, �c�mo en el peligro dais al descuido el valor, sabiendo que hay enemigos? Sale ABNER. ABNER.�Qui�n da voces en el monte? DAVID.Si eres de los que han tenido cuidado de la persona del Rey, en verdad te digo que mereces graves penas. Sale SA�L. SA�L.�Qui�n turba el silencio fr�o con vanos acentos, cuando descansa el Rey? DAVID. El mismo que pudo matarle dentro de su tienda. SA�L. �O es el o�do quien se enga�a �cielos! o esta es voz de David! Amigo, que me avisas tan piadoso, �eres David? DAVID. Siervo indigno soy tuyo: yo soy David, invicto Rey, y te aviso, del peligro en que has estado, como fuera tu enemigo quien te hall� durmiendo y solo; y ser�n fieles testigos tu lanza y barril del agua, que por fe de tu peligro tom� de tu misma tienda. SA�L.�En qu� entra�as han cabido tantas piedades!, David, ya te doy nombre de hijo, pues me aguardas, cuando yo tan severo te persigo: baja a mis brazos. DAVID. Los cielos, en quien mis defensas libro, no quieren que yo me f�e de tu voz, cuando ya he visto experiencias de tu enojo. SA�L.Con lealtades me has vencido; baja, David. DAVID. Mis temores lo estorban. SA�L. Yo soy tu amigo. DAVID.Tu coraz�n y tu voz son contrapuestos distintos. SA�L.�No soy tu Rey? DAVID. S�, se�or. SA�L.Pues obedece. DAVID. �Es delito la obediencia, cuando el Cielo me ense�a en ella el peligro? SA�L.�Pues qu� intentas? DAVID. Huir la muerte, desterrado y peregrino. SA�L.�No es mejor que yo te ampare? DAVID.Mi guarda a los montes f�o. SA�L.�Por qu�? DAVID. Porque son m�s firmes. SA�L.Solo tu bien solicito. DAVID.Queda en paz, se�or. SA�L. Espera. DAVID.Valedme, pe�ascos fr�os: �ah, Sa�l, gu�rdete el Cielo de tus fieros enemigos! SA�L.�Ah, David! T� reinar�s; que as� el Profeta lo dijo. Vanse. Salen el VEJETE y ZAQUEO, cada uno por su parte. ZAQUEO. Est� en buen hora el Vejete. VEJETE.Y vos veng�is en mal hora. ZAQUEO.Esa es intenci�n traidora, que est� llamando un cachete; mas por no desbaratar esa estatua hecha de olvidos, de los a�os carcomidos, que en ti han venido a parar, lo dejar�. VEJETE. Quien me ultraja con voz de tan viejo, miente. ZAQUEO.Como conserva la gente los n�speros entre paja, as�, por tener seguros los siglos pasados, vi que los guarda el tiempo en ti, donde los tiene maduros. Tu se�ora ya estar�, de lo serrano olvidada, con galas de desposada. VEJETE.�Y que el sol la envidiar�!, que su hermosura le ciega. Siendo de David mujer: galas de corte han de ser. ZAQUEO.Mas ya sale y David llega. Sale DAVID por una parte y ABIGAIL por otra. DAVID. Quiere el gran Dios de Israel que te elija por esposa, y yo esta uni�n venturosa hoy la debo a ti y a �l. Y haciendo con pecho fiel una cuerda distinci�n, acudo en esta ocasi�n, entre amor y reverencia, al Cielo con la obediencia, y a ti con la estimaci�n. Viviendo, m�sero y necio, Naval no me socorri�, y muriendo, en ti me dio la prenda de mayor precio. Troc� en favor el desprecio, porque ocasion� en Naval la muerte mudanza igual que su avaro proceder; solo dejando de ser, pudiera ser liberal; mas ya que a esa dicha llego, darme tu mano es raz�n. ABIGAIL.Con ella la posesi�n del albedr�o te entrego. Tocan un clar�n y caja. DAVID.Turb� un clar�n mi sosiego. ABIGAIL.Si Sa�l te sigue airado... DAVID.Jonat�s de este cuidado nos sacar�, pues ligero, como ve que ya le espero, en un caballo ha llegado. Tocan, y sale JONAT�S a caballo. JONAT�S. Si con fe de tantos d�as, tu amor, David, merec�, suspende ahora por m� las festivas alegr�as. mi padre y yo... �ay penas m�as! DAVID.�Volv�is a matarme? JONAT�S. No, que mi pesar no lleg� a ser de tanto desvelo; defienda tu vida el Cielo, y muera mil veces yo. Ocupan los filisteos los montes de Gelbo�, y Sa�l, que siempre fue ambicioso de trofeos, marcha con pocos hebreos en su busca, y su osad�a le sigue, que es deuda m�a, cuando una tr�gica muerte a �l y a m� nos advierte de Samuel la profec�a. Yo, viendo breves los plazos, antes que con noble fe la vida al peligro d�, vengo a darme a ti los brazos y si quedo hecho pedazos entre el polvo y el tropel, como soy tu amigo fiel, al sacarme el coraz�n huir� el b�rbaro escuadr�n, porque t� estar�s en �l. DAVID. Pues con o�rte me aliento a seguirte: esto ha de ser. ABIGAIL.Pues mi amor �no ha de poder vencerte? JONAT�S. Muda de intento. ABIGAIL.Tu ausencia temo. JONAT�S. Y yo siento tu riesgo. DAVID. �Ah, si mi atenci�n pudiera en esta ocasi�n en los dos con fiel empleo, ya que divide el deseo, partir la demostraci�n! JONAT�S. Dios, que a los dem�s te excede, que no te arriesgues querr�. DAVID.Pues solo me detendr� pensar que mi intento puede ofender a Dios; mas quede a solas con �l mi fe por si alcanzo que me d� alg�n aviso. JONAT�S. Tu celo te obligue. ABIGAIL. Propicio el Cielo a tus aciertos est�. JONAT�S. Y porque a mi padre sigo, amigo, adi�s, que ya espero que este lance sea el postrero. DAVID.Ir� yo a morir contigo, si el Cielo lo quiere, amigo. Cajas. JONAT�S.Ya marchan. DAVID. �Alma, llorad! JONAT�S.Adi�s. DAVID. De tu verde edad se duela. JONAT�S.�Aqu� es el valor! DAVID.�Qu� tristeza! JONAT�S. �Qu� dolor! ABIGAIL.�Y qu� ejemplo de amistad! Vanse, y queda DAVID solo de rodillas. DAVID. Se�or, de la indignaci�n de Sa�l no me aseguro; que no hay buril contra el duro bronce de su obstinaci�n. Y entre los da�os imp�os que temo, me aflige m�s el riesgo de Jonat�s, que no los trabajos m�os. Guiadme porque le defienda, si conviene, en trance igual, y esa antorcha celestial salga a ense�arme la senda. Aunque es humilde y peque�o mi ruego, habr�le escuchado el Cielo, pues ha tomado ya por int�rprete el sue�o. Recu�stase a dormir, y aparecen dos �ngeles en lo alto, que van bajando, cantando estas coplas, hasta abajo, donde est� un altar que, cubierto con una nube, tiene una imagen de Nuestra Se�ora y del Ni�o Jes�s debajo de ella, y en llegando al altar sube todo arriba, quedando DAVID por tronco del �rbol, de donde van subiendo los �ngeles y el altar hasta lo alto. �NGEL 1.�David, prev�nte a las dichas, pues con repetidas glorias, forma de felicidades desde hoy tus trabajos toman. �NGEL 2.�Que te reserves del riesgo quiere Dios, ya que te nombra por basa fundamental de f�bricas misteriosas. �NGEL 1.�Ser�s el f�rtil terreno que brote en distinta copia flores bellas, con que el cielo un ramillete componga. �NGEL 2.�Mar�a, pura azucena, abrir� c�ndidas hojas; y Jes�s, clavel divino, te�ido en su sangre propia. LOS DOS. Y la tierra, con voz de aplauso heroica, y el cielo a un mismo tiempo con m�sica sonora, den el cetro a David. y a Dios la gloria. C�brese con m�sica y lev�ntese DAVID. DAVID. Lo que a mis padres Jacob y Abraham, con prodigiosas se�ales distes a entender, segunda vez me lo informas: se�or, tu grandeza alabo; Cajas. pero ya las cajas roncas, aunque lejos, dan aviso, de que se embisten las tropas. Dios manda que no me arriesgue, y as� es fuerza que no rompa sus preceptos, aunque veo que esta obediencia es costosa, pues no ayudo a Jonat�s. Pero mucho m�s me importa guardar el orden del Cielo: voy a juntar, aunque es poca, mi gente, y ya que no puedo ir a entrar en la remota batalla, estar� a la mira, por si la ley rigurosa que contra Israel pronuncia, piadoso Dios la deroga. Arma. Vase, y vuelven a tocar, y sale ABNER con la espada desnuda. ABNER.Ya los filisteos vencen, y con miserable rota el pueblo de Dios padece crueldades que el rigor forma. Cay� el Rey del carro, y como sangriento esp�n de copiosas flechas cubierto, sa�udo se revuelve entre las tropas. Subir� a la cumbre, adonde �l y Jonat�s ahora llegan; que el morir con ellos en m� es deuda, y no lisonja. �ntrase ABNER, y tocan, y bajan despe��ndose hasta el tablado SA�L y JONAT�S, con flechas en las rodelas sangrientas. SA�L.Filisteos, ya os vengasteis de Sa�l. JONAT�S.�Qu� bien se logran, Samuel santo, tus avisos! SA�L.�Ah, David, ver�ste ahora seguro de tu peligro! �Que sus piedades esconda Dios para el Rey de Israel! �D�nde sus misericordias est�n? Mas pues me las niega, con voces que el aire rompan, quiero quejarme del Cielo. JONAT�S.�Qui�n es el que al Cielo enoja? SA�L.�Hijo! JONAT�S. Se�or. SA�L. �Otra pena! �El divino brazo toma tambi�n en ti la venganza! Si el delito no te toca, �c�mo te ha comprendido a ti la ley rigorosa? JONAT�S.Justo es el Juez, y ser� culparle imprudencia loca. SA�L.Porque en las �ltimas ansias, que por puntos nos congojan, los dos acabemos juntos, aunque mortales lo estorban las heridas, uno a otro nos acerquemos. JONAT�S. Ahora llegar� arrastrando a darte los brazos. SA�L. Los m�os toma; aunque es el dolor de verte la flecha m�s venenosa, que ha llegado a concluir lo que empezaron las otras: Jonat�s, yo muero. JONAT�S. Y yo entre mortales congojas de ti me aparto. Vase cayendo. SA�L. Det�n sentencia tan rigorosa, muerte, pues poco te cuesta, dilata mi vida un hora, hasta que mate a David. No le permitas la gloria de que viva, pues yo muero; �no quieres? Pues poco importa; que en sabiendo que yo he muerto, le ha de matar mi memoria. Dentro soldados. SOLDADO 1.��Ea, soldados, huyamos todos al Cedr�n! SOLDADO 2.� �Victoria! Entra cayendo SA�L, y salen todos. DAVID.A ese que me trae alegre el aviso de que rotas las escuadras de Israel quedaban, y la persona de Sa�l luchando ya con la muerte y la congoja, cuelguen de un tronco. ZAQUEO. �As� premias el venir con presurosa diligencia, y darte nuevas, creyendo hacerte lisonja, del peligro en que se halla tu enemigo? DAVID. M�s me enoja que me sirve: ejecutad el castigo. ZAQUEO. Ya le ahorcan: mensajero sois, amigo, mas con albricias de soga. DAVID.Las desdichas de su Rey las juzga David por propias. Sale ABNER. ABNER.Librarme ha querido el cielo, porque puesto a tus heroicas plantas, del triste suceso te informe. DAVID. Ya llega ociosa tu noticia: �muri� el Rey? ABNER.Y con �l, en edad corta, Jonat�s, tu grande amigo. DAVID.Eso entristece mis glorias: monta�as de Gelbo�, que de aquesta lastimosa tragedia fuisteis teatro, jam�s caiga en vuestras rocas, m la lluvia de las nubes, m el roc�o de la aurora. ABNER.Con los despojos huyeron los filisteos, y todas las reliquias de las tribus que quedaron, se conforman en marchar hacia el Cedr�n, donde con aplauso y pompa te est�n, David, aguardando para darte la corona. ABISA�.Ya que su palabra cumple Dios, es bien te dispongas a obedecerle. DAVID. Marchemos. al Cedr�n. ABISA�. Hoy te coronan tus m�ritos. TODOS. �David viva, Rey de Jud�! DAVID. Y aqu� ponga fin a las persecuciones de David su heroica historia, y solicite el perd�n el asunto de sus glorias.