Miguel Espinosa
Escuela de Mandarines
CAP�TULO
21.
La Ley Becaria
Mosencio
continu�:
El
saqueo de las Residencias y el expurgo de sus documentos aire� viejos secretos
y descubri� la corrupci�n de la casta transitoria. El hallazgo m�s
escandaloso fue la revelaci�n de un becario, llamado Falca, que hab�a devorado
seiscientas mil vacas en cincuenta mil a�os de mantenido, falseando
continuamente su expediente. Acorralado por los mandarines, el comil�n
desembuch� y delat� a cuarenta mil �mulos, cuyos nombres fueron
estenografiados por quince escribanillos.
El
Consejo Decisorio conden� a Falca a recorrer el imperio con los huesos de los
famosos rumiantes. Pero tan grande era su peso y volumen que ni cien legiones
pudieron moverlos. Cuando la comitiva estuvo a punto de marchar, se comprendi�
la imposibilidad de la empresa, y los crep�sculos pensantes perdonaron al zamp�n,
de acuerdo con una ley antigua, que preceptuaba la absoluci�n en caso de pena
imposible. Agradecido, el becario pidi�
papel y tiempo para minuciar otras venalidades e infracciones. Tan extenso fue
su testimonio que tard� tres a�os en concluirlo, y hubo de darlo a luz por
entregas. Cada mes entregaba doscientos rollos de doble graf�a, signados y
sellados, cuidadosamente escoltados hasta el Palacio de los Compromisos, donde
los mandarines esperaban ansiosos. Con esto creci� en importancia y lleg� a
convertirse en persona precios�sima. Su fama vol� de rinc�n en rinc�n,
generando el respeto y la admiraci�n del pueblo. Por doquier aparecieron
cantigas, ant�fonas y aleluyas sobre aquella fabulosa individualidad,
destacando, entre todas, la titulada �Colecci�n de los Seiscientos Mil Poemas�,
a uno por rumiante, cuya es la muestra:
Vaca
Quinientos Mil Uno:
En
la cueva de la boca,
all�
donde efecto y causa se confunden,
celado
del Sol y de toda Historia,
guardas
tu secreto, casto Falca,
s�mbolo
y prueba de nuestra raza.
T�,
que convertiste el placer en resignaci�n,
y
que juraste olvidar el colorido de los frutos,
porque
vivir es triste, como ense�a la Escritura,
conoces
de la lengua lo que la lengua no dice.
Grande
es tu ejemplo, divino becario,
pues
transformaste el goce en trascendencia,
sabiendo
encontrar dioses en el est�mago,
y
ganar, como manda el Libro,
las
dos vidas que nos ofrece la Ortodoxia.
Sostienen
muchos que esta �Colecci�n� fue obra de un solo autor, aventurando incluso el
nombre de Graciano; otros difieren y hablan de una Escuela de Trovadores
Falquistas o de Cantores de Vacas; sin duda, el tema era de f�cil y vistosa
inspiraci�n. Fuera de los poetas, Cambazzio, Lamuro y el Tapicero trataron el
asunto, que sirvi� de arranque para multitud de glosas. El Barberillo
Autodidacto[1]
compuso un sutil comentario, titulado �Presencia de Falca o del Piadoso Ni�o�,
pues tal era uno de los apodos del becario, donde intent� configurar una Teor�a
del Hambre, como ver�s en estos ejemplos:
�El
car�cter fatal del hambre hace tr�gica cualquier acci�n para remediarla. Una
raza tan pr�ctica y enemiga de la Filosof�a, como los mandarines, descubri�
en seguida la posibilidad de sometimiento encerrada en aquella necesidad. Sobre
el hambre y su apa�o se levant� la Gobernaci�n Mandarinesca. �
�Los
mansos y los pillos tienden a colaborar con lo establecido cuando se sienten
hambrientos, comport�ndose como esclavos que descubrieran en el amo la flaqueza
de una afici�n y quisieran explotarla. La hipocres�a es un instinto de
conservaci�n que pone el pensamiento y hasta el impulso sexual al servicio del
intestino. Quien come y come de los mandarines, jam�s vuelve a usar
palabras originarias, y conforme m�s gordo y carnoso deviene, m�s conformista
se torna, m�s lacayo. �
�La relaci�n condicionada entre la Ortodoxia y el hambre es tan inexcusable que resulta peligroso compartir las opiniones de los mandarines y rehusar su pienso. Ellos tienen ojos para ver qui�nes se sientan a la mesa, cruzan los brazos, bajan la vista y esperan la hogaza. Su sabidur�a, que no puede soportar ninguna espontaneidad, les manda desconfiar de los que aplauden la Doctrina y desprecian el bodrio, y as� prefieren ausentes del discurso que ausentes del banquete. Por eso fueron tolerantes con Falca.�
Pero
volvamos al tema: Tan grande fue la gloria de nuestro zamp�n que, en el lugar
donde vino al mundo, se le erigi� un monumento con esta inscripci�n:
Det�nganse
los comenada,
ast�nicos,
incoloros, inapetentes,
dengosos,
remilgados, aspaventeros,
asquerosos,
desganados y pochos.
No
pisen dentro los disent�ricos,
clor�ticos,
enervados,
cel�acos,
laxos,
flojos,
hep�ticos,
diarreicos,
disp�pticos,
flujados
y excrementosos.
Abst�nganse
los indecisos,
irresolutos,
perplejos y vacilantes
ante
el olor del guiso.
No
pasen, no pasen los potingosos,
mejunjeros,
medicinados,
emboticados,
irrigados,
emplastados,
pocimados,
insuflados,
sangrados,
higienizados,
ung�entados,
sinapismados
e hisopados.
�Entren
las autoridades, pues aqu� naci� el Divino Becario![2],
que devor� seiscientas
mil vacas y a�n esperaba clavar el diente en las avestruces[3].
Eusebio
Exiliado[4],
autor del �Testimonio Contra la Dictadura de Filadelfo�, dice en su �Historia
de la Ortodoxia� que, en tiempos de Didipo, hab�a en el imperio m�s de
trescientas estelas a Falca, am�n de casi nueve mil capillitas con sus
leyendas. La reputaci�n del comil�n lleg� a crear un nuevo vocablo, hoy
admitido en todas las lenguas. Se afirma que surgi� el �falquismo� en una
Gobernaci�n cuando �sta alimenta multitud de gorrones. El actual Diccionario
Gram�tico reza: �falca�, adjetivo, engullidor de olla p�blica, trag�n de
sopa boba.
Al
fin concluy� nuestro huerfanito su informe, que titul� �Relaci�n Primera de
Infracciones Cometidas por la Casta Becaria en los �ltimos Cincuenta Mil A�os�,
aunque la posteridad lo llam� sencillamente �Relaci�n de Falca� o �Relaci�n
del Becario�. Las noticias que se filtraron de esta cr�nica hablaban de
quinientos mil acusados. Mas corno las delaciones rozaran el buen nombre de los
administradores de las Residencias, el Gran Lego de los Becarios acus� a
Falca de so�ador y embustero.
―�C�mo
te atreves? �Acaso no engull� seiscientas mil vacas? �Haz la cuenta!
exclam� el Piadoso Ni�o en la apoteosis de su prestigio.
―�Insensato!,
no fueron vacas o animal de la familia, sino asnos, porque durante cincuenta
milenios estuviste digiriendo carne de burro ―respondi� el Gran Lego, fuera de
s� y de toda prudencia.
―El
esc�ndalo y la confusi�n que siguieron a esta inesperada declaraci�n fueron
tales que no pudo evitarse la mayor discusi�n de todos los tiempos.
Avergonzado
y desplazado de su peana, Falca comenz� a llorar ante el Consejo de los
Pensantes[5].
―Capacidades,
he aqu� el origen de nuestra Herej�a ―tartamude�
tiernamente―: Al faltar la
vaca, falt� la displicencia, el saber despreciar, la lentitud, la ausencia de
la Tierra, la impavidez, la gran paciencia y la larga espera[6].
En vez de rumiar, hemos rebuznado, mientras los legos se enriquec�an con
nuestra depravaci�n. �Con raz�n notaba yo cierto gustillo en los guisos!
Ochocientos mil inocentes victim� el negocio. �Pido justicia por mis
hermanitos!, �mis condisc�pulos y mis compa�eros de meditaciones!
―Por
fin encontramos la clave. Habremos de juzgar a los legos como juzgamos a los
potrillos ―susurr� peligrosamente el Mandar�n de los Becarios, haciendo
palidecer a todos con la idea de una nueva represi�n
Pero
la Capacidad de los Legos[7]
se plant� oportunamente en medio del recinto y sentenci� con voz solemne.�Si
el hombre no hablara, no habr�a insectos�, lo cual quer�a significar que iba
a citar inmediatamente el Libro, pues antes de mencionar la Escritura, los
mandarines han de recitar su primer vers�culo. En seguida dijo:
�La
corrupci�n est� en los legos, espont�neos colaboradores de cualquier Poder,
que representan la prevaricaci�n y la ganancia, la trampa y la desfachatez.
Fuera de la idealidad so�ada por los mansos, ninguna realidad existe sin ellos,
necesarios a la comunidad de bandidos y a la comunidad del Estado. Por tanto, si
los maestros de los que saben[8],
saben velar por la permanencia del Hecho, no pueden olvidar que los legos y su
impudicia conservan la Feliz Gobernaci�n�.
Al
o�r tal, los mandarines se miraron entre s�, y luego miraron a la Capacidad de
los Becarios, que call�. Despu�s suspiraron todos, como si se hubiesen
despojado de un gran peso. Fue un grave momento en la Historia de la Feliz
Gobernaci�n.
―Absolvemos
a Falca y absolvemos a los legos. Tambi�n absolvernos a los becarios
ajusticiados, lo cual es gran dicha para ellos, pues est�n absueltos en el
Cielo de los Becarios. �Haya paz en adelante! ―dijeron sin m�s.
Y
despacharon as� la cuesti�n, decidiendo rehabilitar a la casta transitoria,
aunque con ciertas reformas y una final refutaci�n de las Tesis de Fustos, en
previsi�n de que los mantenidos volvieran a ingerir carne asnal.
II
Reunidos
los mandarines durante cinco a�os, y consultada la opini�n de Cirilo, se
promulg� la Ley Becaria, cuyos principales art�culos, todav�a vigentes, rezan
as�:
�La
Ley que los mandarines hacen para los becarios, ha de ser una regla cruel,
porque un becario representa la osad�a de querer ser mandar�n:
111
La
beca es anterior al falo.
1235:
Cuando
el sumiso haya comido, procure prolongar la digesti�n, para que se alargue en
su est�mago la presencia de la donaci�n.
1476:
No
use el pimpollo la palabra instinto. Cuando sienta deseos o pruritos, diga que
siente vocaciones, porque la vocaci�n es una forma de la Premeditaci�n.
2146:
No
comente el gusto de las comidas.
2678:
Sea
manso el becario,
sea
untuoso,
sea
obediente,
tiemble
ante los mandarines,
adm�rese
a cada instante,
recele
de su futuro,
lleve
calzones clausurados,
duerma
sobre tres almohadas,
coma
sopas, vaca y avestruces,
sea
espiritual�simo, est� vigilado,
tenga
un director moral y sea transitorio. �
En
este par�grafo, los mandarines quer�an contradecir definitivamente la Doctrina
de Fustos, clausurando as� aquella historia.
�2899:
No
importe en el becario cualquier talento nato, y si lo hubiere, vaya uncido a la
sopa boba. Supla la Gobernaci�n al talento; el tiempo, al intelecto; y la
tozudez en permanecer, a toda espontaneidad. Sea norma la Premeditaci�n.
3367:
Calle
y espere el becario. Vengan a �l los sucesos.
3571:
No
conf�e el sopado en sus obras o en su voluntad, sino en el Tiempo, la
comparecencia m�s generosa y benevolente de cuantas existen bajo el Sol, pues
se derrama sin cesar sobre todas las cosas, seres y hombres.
3614:
Gr�bese
en las Residencias de Becarios esta leyenda: �Aqu� me asiento y permanezco,
incubando el huevo de mi estirpe, creando una raza
semejante
a
la m�a y dando a los dioses cuenta del tiempo. Cuando los d�as hayan
transcurrido, alcanzar� la gloria de mandar�n. �
Finalmente,
ven�a una extensa relaci�n de los seud�nimos de becario, as� expuestos:
�3893:
Sean
�stos los nombres del becario:
Huerfanito,
parvulito
del Libro,
porvenir,
potrillo,
pimpollo,
cris�lida,
sustancia
sumisa,
untuosa,
gr�vida,
cumplida,
reverenciosa,
pusil�nime,
conformista,
conformada,
tozuda,
premeditada,
provechosa,
aprovechada,
trascendente,
obediente,
prefigurada,
ultraconsciente,
p�lida,
tenac�sima,
juiciosa,
secunda
secundae[9]
fr�a,
imp�vida,
invertebrada,
de
sapo,
de
lagarto,
de
vaca,
de
avestruz,
blanda,
de
la mala costumbre de admitir el Yo,
que
se encumbra,
fidel�sima,
mantenida,
respetuosa,
sopada,
anuente,
meritoria,
protegida,
apadrinada,
gubernamental,
adicta,
absorta
en su porvenir,
anexa
a la Feliz Gobernaci�n,
alfa
del Hecho,
zampona,
de
b�bilis,
encomendada,
decretada
y reglada. �
P�gina principal
NOTAS
[1]
Barberillo
Autodidacto: Personaje heterodoxo, autor de diversos libros. Con un
Talabartero, llamado Licambo, un Platero, un Calderero y un Tapicero, que no
debemos confundir con el otro Tapicero Reflexivo, fund� la Escuela de los
Fil�ntropos, o enamorados de la capacidad de pretensi�n del hombre., de
tendencia �tica y racionalista, que realiz� la cr�tica de las viejas
estructuras y su irracionalidad. Su pensamiento se basaba en el principio de
que el mal es un absurdo corregible; su m�todo consist�a en demostrar,
pues, el sinsentido de las instituciones tradicionales y �escandalizar a la
raz�n�. El Barberillo, el Talabartero, el Platero, el Calderero y el
Tapicero fueron apodados Autodidactos o Pueblo Pensante; combatieron
constantes la Feliz Gobernaci�n y tuvieron grande influencia en las ideolog�as
posteriores. Unos escritos �Contra los Fil�ntropos�, firmados por el Lego
Ortodoxo, se atribuyeron al Gran Padre Mandar�n.
[2] Divino Becario: Otro mote de Falca, tambi�n llamado Zamp�n, Tragavacas y Comenada.
[3] Clavar el diente en las avestruces: Como sabemos, al per�odo de las vacas segu�a el per�odo de las avestruces. A Falca, pues, le esperaban cincuenta mil avestruces legales.
[4] Eusebio Exiliado: Historiador, famoso enemigo del Proc�nsul Filadelfo, en cuya Dictadura hubo de exiliarse, naciendo de ah� su apodo. Escribi�, entre varias obras, un �Testimonio Contra Filadelfo� y una Historia de la Ortodoxia�, de matiz heterodoxo. V�anse cap�tulos 23, 28 y 37.
[5] Consejo de los Pensantes: Sin�nimo de Consejo Decisorio de los Mandarines.
[6] Displicencia, saber despreciar, lentitud, etc�tera. Virtudes preceptivas del becario.
[7] Capacidad de los Legos: Sin�nimo de Mandar�n de los Legos.
[8] Maestros de los que saben: Sin�nimo de mandarines.
[9] Secunda secundae: Es decir, la segunda de la segunda. Con ello quer�a significarse que la sustancia de becario guardaba muchas intenciones, como los protervos y los hip�critas. Una vieja sentencia rezaba as�: �En el alma del becario existen trece rec�maras y veinte cimbras�.